La Taberna de los Sabios

Brilla el sol, pero los nubarrones acechan

En la balanza de nuestra economía contraponemos las fortalezas con las debilidades que terminarán dando la cara

Publicado: 23/05/2018 ·
11:06
· Actualizado: 23/05/2018 · 11:06
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Autor

Manuel Pimentel

El autor del blog, Manuel Pimentel, es editor y escritor. Ex ministro de Trabajo y Asuntos Sociales

La Taberna de los Sabios

En tiempos de vértigo, los sabios de la taberna apuran su copa porque saben que pese a todo, merece la pena vivir

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El verano se acerca inexorable, por más que los fríos y las lluvias de esta primavera se nieguen aún a soltar su abrazo nórdico y extraño. Pero el calor llegará y los turistas, muchos turistas – bienvenidos sean -, vendrán a disfrutar a nuestra tierra generosa y ubérrima. La maquinaria de la economía y del empleo se acelerará durante estos meses vertiginosos en los que la palabra crisis comenzará a desdibujar su contorno doloroso. Aunque es cierto que aún sufrimos mucho paro, temporalidad y salarios bajos, también resulta evidente la mejora de nuestro mercado laboral. Basta una simple comparación con el de unos años atrás para que esta afirmación quede inequívocamente avalada. Todavía queda mucho camino por delante, pero bueno es reconocer el avance que, entre todos, hemos conseguido dar.

Pero la vida no se detiene, y mientras comenzamos a restañarnos de las graves mordeduras de la crisis secular, nuevos nubarrones parecen tomar forma en el horizonte. Nubarrones oscuros que nos inquietan, aunque no logran, por ahora, amargar el placer de disfrutar de los primeros rayos de sol que disfrutamos. La mente humana es cíclica. Cuando todo va para abajo, tendemos a pensar que jamás tocará fondo, mientras que mientras se sube, creemos que el cielo no se tocará jamás. Por eso, sólo el sabio piensa y actúa de manera contracíclica.  Pues bien, ahora que el crecimiento económico comienza a ser percibido, es el momento de reflexionar sobre la extensión del ciclo bondadoso. La biblia ya nos vaticinó aquello de los siete años de vacas gordas alternados con los siete de vacas flacas. Hemos sufrido diez años espantosos, ojalá la rueda de la vida nos regalara con otros diez de bonanza. Veremos. El caso es que la economía comenzó una tímida recuperación en 2014, para acelerarse en los tres años siguientes. En 2018 volveremos a rondar un crecimiento de otro 3% y 2019 no pinta mal. Pero…, y ¿2020?

El verano se acerca inexorable, por más que los fríos y las lluvias de esta primavera se nieguen aún a soltar su abrazo nórdico y extraño. Pero el calor llegará y los turistas, muchos turistas – bienvenidos sean -, vendrán a disfrutar a nuestra tierra generosa y ubérrima. La maquinaria de la economía y del empleo se acelerará durante estos meses vertiginosos en los que la palabra crisis comenzará a desdibujar su contorno doloroso. Aunque es cierto que aún sufrimos mucho paro, temporalidad y salarios bajos, también resulta evidente la mejora de nuestro mercado laboral. Basta una simple comparación con el de unos años atrás para que esta afirmación quede inequívocamente avalada. Todavía queda mucho camino por delante, pero bueno es reconocer el avance que, entre todos, hemos conseguido dar.

Pero la vida no se detiene, y mientras comenzamos a restañarnos de las graves mordeduras de la crisis secular, nuevos nubarrones parecen tomar forma en el horizonte. Nubarrones oscuros que nos inquietan, aunque no logran, por ahora, amargar el placer de disfrutar de los primeros rayos de sol que disfrutamos. La mente humana es cíclica. Cuando todo va para abajo, tendemos a pensar que jamás tocará fondo, mientras que mientras se sube, creemos que el cielo no se tocará jamás. Por eso, sólo el sabio piensa y actúa de manera contracíclica.  Pues bien, ahora que el crecimiento económico comienza a ser percibido, es el momento de reflexionar sobre la extensión del ciclo bondadoso. La biblia ya nos vaticinó aquello de los siete años de vacas gordas alternados con los siete de vacas flacas. Hemos sufrido diez años espantosos, ojalá la rueda de la vida nos regalara con otros diez de bonanza. Veremos. El caso es que la economía comenzó una tímida recuperación en 2014, para acelerarse en los tres años siguientes. En 2018 volveremos a rondar un crecimiento de otro 3% y 2019 no pinta mal. Pero…, y ¿2020?

En la balanza de nuestra economía contraponemos las fortalezas – fuerte exportación, reducción de deuda de nuestras empresas, competitividad, crecimiento de población – con las debilidades que terminarán dando la cara. ¿Cuáles son estas debilidades que nos inquietan? Pues, la más importante, una enorme deuda pública que no somos capaces de reducir ni siquiera en estos momentos de bonanza. Cuando el ciclo de la elevación de los tipos de interés comience a mostrar su patita, nos las veremos moradas para atender al pago de esa deuda. Y, ante los años electorales que tenemos por delante, los partidos gastarán con alegría seductora. Que arree el que venga, pensarán. Y el que venga, claro está, canutas las pasará para enmendar los desaguisados que heredará. Las otras debilidades son de naturaleza política, básicamente de orden territorial. El supremacismo de los independentistas catalanes, encabezados por el radical Torra, augura severos conflictos a medio plazo. El leer sus afirmaciones nos produce escalofríos. Cuánto dolor aún producirá su insensatez.

Pero por ahora, el sol brilla y esas nubes de tormenta nos parecen lejanas e inciertas. Quizás sea bueno que disfrutemos algo ahora que podemos, después de tanta pena sufrida. Pues eso, el verano vendrá, con su calor y su empleo. A disfrutarlo. Qué pena que, como cantaba Rocío Jurado, después, el invierno siempre llega.

– fuerte exportación, reducción de deuda de nuestras empresas, competitividad, crecimiento de población – con las debilidades que terminarán dando la cara. ¿Cuáles son estas debilidades que nos inquietan? Pues, la más importante, una enorme deuda pública que no somos capaces de reducir ni siquiera en estos momentos de bonanza. Cuando el ciclo de la elevación de los tipos de interés comience a mostrar su patita, nos las veremos moradas para atender al pago de esa deuda. Y, ante los años electorales que tenemos por delante, los partidos gastarán con alegría seductora. Que arree el que venga, pensarán. Y el que venga, claro está, canutas las pasará para enmendar los desaguisados que heredará. Las otras debilidades son de naturaleza política, básicamente de orden territorial. El supremacismo de los independentistas catalanes, encabezados por el radical Torra, augura severos conflictos a medio plazo. El leer sus afirmaciones nos produce escalofríos. Cuánto dolor aún producirá su insensatez.

Pero por ahora, el sol brilla y esas nubes de tormenta nos parecen lejanas e inciertas. Quizás sea bueno que disfrutemos algo ahora que podemos, después de tanta pena sufrida. Pues eso, el verano vendrá, con su calor y su empleo. A disfrutarlo. Qué pena que, como cantaba Rocío Jurado, después, el invierno siempre llega.

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