Matrícula de deshonor

Mayor control

Hablamos de chicos y chicas de entre 13 y 16 años que se reúnen en lugares concretos para beber, algo incomprensible y que, incluso por ley, no está permitido

Publicado: 16/04/2018 ·
11:19
· Actualizado: 16/04/2018 · 11:19
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Autor

Federico Pérez

Federico Pérez vuelca su vida en luchar contra la drogadicción en la asociación Arrabales, editar libros a través de Pábilo y mil cosas

Matrícula de deshonor

Un cajón de sastre en el que hay cabida para todo, reflexiones sobre la sociedad, sobre los problemas de Huelva, sobre el carnaval...

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Hace unos días, un amigo me llamó preocupado por su hija de 13 años, que el día anterior había llegado a casa en un lamentable estado de embriaguez. Estaba tan preocupado que casi no le entendía y tuve que tranquilizarlo para poder comprender qué es lo que realmente le ocurría. Tras su narración de los hechos, quedé con él y con la pequeña, que conocía desde que nació, para así darle la típica charla y desde mi dilatada experiencia, hacer una valoración de lo sucedido, previniendo a la treceañera sobre las consecuencias del consumo de alcohol, y en segundo plano, que mi amigo se relajara y tomara conciencia de la realidad desde una perspectiva diferente y algo más objetiva. Al margen de la seriedad del asunto, este caso concreto, del que no daré más datos, fue una imprudente actitud de la pequeña y un exceso de confianza por parte de los padres, pero no es un hecho aislado y es más asiduo de lo que pensamos. Ni es la primera vez ni será la última en la que chicos de esta edad se ven envueltos en circunstancias parejas, en las que se inician en estos habituales primeros contactos con el alcohol, del que los padres, en muchos casos, desconocen, siendo un tema preocupante del que no es la primera vez que escribo.

Hablamos de chicos y chicas de entre 13 y 16 años que se reúnen en lugares concretos para beber, algo que es incomprensible y que, incluso por ley, no está permitido, pero que ocurre cada fin de semana. Estos pequeños, que aún se encuentran en edad de experimentar y probar todo lo que les llega, son atrapados por una variedad de circunstancias en la que se debería poner más énfasis y que los padres deberíamos exigir un mayor control. ¿Cómo es posible que chicos/as de esta edad puedan adquirir alcohol en determinados establecimientos? Es la pregunta del millón que cada familia me hace cuando tratamos estos temas. Me indigna que estos pequeños puedan conseguir bebidas alcohólicas con tanta facilidad sin que nadie se percate de ello.

Está claro que los patrones de conductas que intervienen en el consumo de bebidas alcohólicas en adolescentes derivan de una serie de factores como la familia, los amigos, Internet, los medios de comunicación, en el que incluyo series y películas que fomentan esta conducta, etc. Y que son los progenitores los que deberían tener ese control sobre sus hijos, así como una comunicación fluida sobre temas tan controvertidos como estos para evitar posibles consecuencias irreversibles, pero son las autoridades pertinentes las que deben poner freno a la venta de alcohol a menores, evitando el riesgo que ya estamos viviendo, interviniendo tanto en los lugares de encuentros de adolescentes como en hacer un seguimiento exhaustivo de los establecimientos de los que procede el alcohol, pues dados los hechos, está claro que no son suficientes.

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