Dicen que es bueno cambiar las costumbres, las maneras de hacer a diario y que convertimos en rutina. Otros por el contrario aman las costumbres y el significado de las mismas. Me debato entre lo uno y lo otro, más en una mañana como ésta, donde un fin de semana largo se anuncia bajo una estela blanquiverde. Así que en la trastienda de una céntrica farmacia, en el corazón de este pueblo blanco que es Ayamonte, me siento a escuchar alguna historia que me relata Manuel Martínez, autor del cartel de la Semana Santa local, que se presenta este domingo en el Teatro Cardenio.
Presto especial atención a cada comentario, a cada sensación que me transmite este hombre grande en todos los aspectos. Y echo de menos, nunca imaginé que tanto, el viejo olor a café recién hecho por el propio de una farmacia. Ese contraste de olores que definen un centro de salud, un hospital en plena efervescencia o un dispensario farmacéutico. Pero es que este boticario tan especial domina la paleta perfectamente, entiende de la Semana Mayor como el que más y define cada acto o momento como el mejor de los expertos.
Alberto Vázquez, Presidente de la Agrupación de Cofradías de Ayamonte, le puso sobre la mesa el reto de hacer el cartel que anuncia la Semana Grande de la ciudad fronteriza. Manolo pondría cara de alegría, seguro, pero conociéndolo sé que imaginaría la enorme carga y responsabilidad que se le venía encima. Pero semejante honor no siempre le llega a uno, y excepcionalmente a un farmacéutico.
Curiosamente, Manolo se planteó en primer lugar, antes de imaginar en su mente el boceto, buscar la imagen central, antes que nada, buscar quien podría ser el que le presentara en el acto oficial. Resolvió rápidamente la duda, fichó al personaje, y nadie mejor que Florencio Hernández Abreu, su mancebo de toda la vida. Su hombre de confianza y conocedor del funcionamiento interior de las hermandades, podía hacer mejor que nadie su introducción en el Acto Magno. Solucionado el problema, manos al lienzo.
Y hasta bien entrado el mes de septiembre estructuró su estrategia de ataque a un lienzo en blanco, con el estudio de lo que ya había sido definición de carteles de años anteriores, descartando hermandades que habían servido de inspiración a través de sus imágenes representativas, así como de las variantes de distribución de imágenes y figuras y su ubicación espacial. Hizo bocetos, diseños, cambió imágenes, las sustituyó, puso y quitó protagonismo y, al final, se hizo la luz. Un cuaderno A-3, en acrílico, descartando posibilidades, introduciendo variantes y al final del túnel, la inspiración: Viernes Santo, un día de solera cristiana, un día de silencio y recogimiento, una hermandad que su familia conoce a fondo en su ciudad natal, Mairena del Alcor. Se decide por unos retoques finales y elimina dos nazarenos para dar entrada al conjunto de acólitos ceroferarios y turiferarios. Junto al paso, con la torre espadaña de fondo, con la oscuridad de la noche solo rota por los cirios, perfila sobre un lienzo de 97 por 1´62 el cartel de la Semana Santa de Ayamonte.
La obra ya está impresa y solo a la espera de la mañana del domingo, 1 de marzo, para hacer su presentación oficial. Es de una clara influencia sevillana. Barroco en su definición, con los objetos sacados a la luz sobre los fondos oscuros, complementado con diseños personales procedentes del barroco. Se observan los bordados de los trajes de los acólitos diseño del propio Manuel Martínez. O recreándose uno en ese marco a base de molduras y penachos dorados que protegen la escena central. Todo ello conforman este majestuoso, personal y devoto trabajo que hace de pregón de la Semana Santa de la ciudad de Ayamonte.
Recojo mis cosas y salgo de la botica. Dejó un ir y venir de gentes en busca de pantoprazol, prozac o adiro 100. Es la vida interior del templo de un farmacéutico autor de un cartel anunciador de nuestra Semana Mayor que va a causar sorpresa y satisfacción por una obra tan bien confeccionada y cargada de mucha emotividad y creatividad.