Vuelve a romperse la paz social en Acerinox. Después de cuatro meses y medio de huelga por la falta de entendimiento con el convenio que llevaron a una situación insostenible a la empresa y a sus aproximadamente 1.800 trabajadores, las protestas y los megáfonos vuelven a definir las relaciones laborales dentro de la compañía. El motivo, el despido “fulminante” de un trabajador de la empresa, un gruísta, a quien aparentemente se le han acumulado varias faltas leves porque, según explicaba el sindicalista de ATA y habitual portavoz del Comité de Huelga durante los paros, José Antonio Gómez Valencia, habían denunciado de él “que se pasaba dos horas tomándose el bocadillo”.
El propio Gómez Valencia relataba cómo el trabajador les había llamado “malo de los nervios” ante la situación que se había producido, ya que mientras se encontraba trabajando le dijo el jefe de línea que tenía que hablar con la abogada de la empresa, quien le comunicó la sanción que implicaba su salida inmediata de la fábrica y le conminaban a vaciar inmediatamente su taquilla.
Ello, según Gómez Valencia, está fuera del acuerdo de convenio, puesto que tras una sanción de este tipo, manifiesta, se le tienen que dar al trabajador varios días para presentar sus alegaciones. También puso en cuestión que la denuncia viniera,como le habían dicho, de otros compañeros, ya que no había quejas sobre él, y mencionaba que durante la parada de actividad no había habido ningún problema con el servicio de grúa, añadiendo su queja por que estuviesen controlando con las cámaras de seguridad los pasos dados por este trabajador, algo que también considera fuera de la normativa.
Con motivo de este despido, se ha producido una concentración a las puertas de la factoría en protesta por la medida drástica tomada por la compañía en un momento en el que se estaba recuperando la normalidad tras cuatro meses y medio de grave conflicto laboral.
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