El jardín de Bomarzo

Arriba o abajo

Los finales de año son tan proclives a los resúmenes y a echar la vista atrás analizando lo que pasó, el por qué, como los principios de buenas intenciones

Publicado: 20/12/2019 ·
13:19
· Actualizado: 20/12/2019 · 13:19
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Bomarzo

Bomarzo y sus míticos monstruos de la famosa ruta italiana de Viterbo en versión andaluza

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Todos están invitados a visitar el jardín de Bomarzo. Ningún lugar mejor para saber lo que se cuece en la política andaluza

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En dos semanas campanadas, otra vez. 2019 se marcha y, no se a ustedes, pero pese a que ha cerrado ciclo electoral con elecciones diversas y tras eso siempre queda la sensación de que es el principio de algo, parece lo contrario. De cosas que acaban. Los finales de año son tan proclives a los resúmenes y a echar la vista atrás analizando lo que pasó, el por qué, como los principios de buenas intenciones, de propósitos de enmienda pese a que a ambas situaciones solo las separan unos días. Sensaciones también efímeras. Los finales son la antesala de los principios. Unas cosas deben acabar para que empiecen otras, tal vez peores, pero necesariamente distintas y la distinción es como la pimienta de la vida; es como el empecinamiento hostil y mediocre de hacernos iguales a mujeres y hombres. Con los mismos derechos -y deberes-, sí, pero no iguales. Colectivos feministas hierran confundiendo igualdad con similitud y, por tanto, para ellas su hombre ideal se parece a una mujer, debe depilarse, sueña con el amor eterno... En cambio, está por descubrir el hombre que idee a su mujer ideal parecida a un señor.

Quizás por las claras y afortunadas diferencias entre ambos sexos y su necesaria conciliación habría que alzar copas con espumoso caro en este último brindis de otro año que se va, final también de una década ganada para algunas cuestiones, perdida para otras.

La previsible confección de gobierno por Pedro Sánchez porque a nadie entra en la cabeza la repetición por tercera vez de elecciones, pese a los graves dolores de cabeza que le traerá a él y al país lo que está negociando y más tras la última sentencia de Bruselas, abrirá un proceso interno orgánico en el PSOE con la celebración de su congreso federal para primavera, tras lo cual vendrá lo que deba pasar con Andalucía. Y aunque es cierto que sus relaciones con Susana Díaz son mejores desde que ha dejado de verla como rival posible, no lo es menos que la trianera ha entrado en una deriva negativa, agravada por la sentencia de los EREs y por el empecinamiento que tiene de continuar al frente del partido en Andalucía pese a que todos los indicadores señalan que lo deje. Su entorno ya asegura que debió aceptar la oferta e irse al Senado cuando Sánchez se lo propuso antes que quemarse como lo está haciendo ahora y para todos es unánime la idea de que la regeneración que necesita el partido en absoluto va acorde con el rostro de Díaz, para quien el año que acaba, políticamente hablando, ha sido nefasto; perdió frente a Sánchez cuando éste parecía muerto, cedió la Junta ante PP y Cs después de gobiernos sucesivos de casi cuarenta años, la sentencia por los EREs... Además, de cara a ser candidata en las próximas autonómicas sabe que actualmente la reforma estatutaria del partido permite a casi cualquiera presentarse como candidato, no como antes, ante lo cual casi cualquiera se puede enfrentar a ella sabiendo que sumaría a todos los enfrentados al susanismo. Que son muchos. 

Luego vendrán otros congresos, tanto provinciales como locales, para los cuales será determinante lo que suceda previamente en el federal y autonómico. En Cádiz, epicentro nuclear de esta y otras galaxias, la secretaria general Irene García está en la tarea de hacer sumas, aquí y allá, y las cuentas le van saliendo porque sabe que para enfrentarse a ella ni el alcalde de Chiclana, José María Román, es rival porque no tiene apoyos, ni el hijo de Luis, Javier Pizarro, tampoco por lo mismo. Y aunque Jiménez Barrios diga que el susanismo no impulsará a nadie contra ella en referencia, quizás, a un López Gil ahora en el Senado y que el último año le ha mostrado bien quién es quién y cómo se las gasta el personal cuando vienen torcidas..., la sanluqueña no se fía ni de su chica sombra. Alejada de Jerez y de su alcaldesa Mamen Sánchez, con quien mantiene una cordial lejanía y que tal vez pronto después de la experiencia del que acaba podría sumar mayoría con otra formación en Jerez, vigila atenta no sea salte al vuelo un mirlo blanco que se ponga enfrente en un congreso próximo.

El año ha sido tétrico en el PP de Cádiz. Mientras en Andalucía suma y sigue con un PP sólido y asentado en Moreno Bonilla y su cercano Elías Bendodo, a quien un restaurante sanluqueño regaló una caja de manzanilla Elías González y con ella agasajó en la copa de navidad en San Telmo a los directores de medios, las cosas por Cádiz han ido de mal en peor. Cierto es que el presidente ha asentado el partido en Andalucía en base a ocho presidentes provinciales de absoluta confianza y, entre otras por esta razón, trasladó el testigo de Sanz a Mestre y le pidió al primero que no interfiriese en la línea -sobre todo fotográfica- de Cádiz, y Mestre se ha ocupado de apartarle y, con ello, ha ido sumando a gente en su contra. El último episodio vivido ha sido con la dimisión de Andrés Núñez, a quien situó como secretario provincial en sustitución de un Antonio Saldaña a quien ha intentado quitar la portavocía de diputación pero frente al que ha tenido que ceder al no contar con el control del grupo de diputados que es quien elige por votación a su portavoz; llegaron a un acuerdo, aunque solo unas horas después saltó el asunto de Núñez y la dimisión de éste de todos sus cargos ante la deriva en que había entrado su vida. Su inesperada no entrada en Diputación, que en principio cubría la baja de Pepe Ortiz, será cubierta por el conileño Antonio Aragón, también cercano a Sanz y a Saldaña, que de este modo se ha montado un partido propio dentro del PP en Diputación, coche oficial incluido con el que, por cierto, mandó a recoger a Arias Cañete pese a que para eso no está el vehículo y de lo cual le han cogido la matrícula... -con lo que criticó el PP de Jerez al concejal José Antonio Díaz por llevar a sus hijos al colegio con coche oficial-. 

Landaluce, Pelayo, Teo, el mismo Saldaña o Germán Beardo -que va a cerrar con VOX en El Puerto para tener mayoría en breve-, más toda la agrupación de Sanlúcar, están divertidos con el devenir de Mestre, que en un próximo congreso provincial lo tendría muy mal salvo que los poderes de Sevilla decidieran intervenir de manera firme. De momento no nombra sustituto a Núñez porque no está fácil: Ortiz parece que no quiere y la otra alternativa, Bruno García, es de Teo y no convence, así que o pone a Candón y tras eso el suicidio o mira a Rota o tira por Domi de Arcos y con su imputación o se pone a ella y duplica. Un lío.

El año que acaba ha sido contradictorio, por no decir otra cosa, para Ciudadanos. De entrar en la Junta y creer ser la alternativa seria al PP en la derecha española, a tirar todo su crédito merced a una equivocada política de gestión de pactos. Con Arrimadas al frente solo les queda remontar y en esta etapa mejor le irá a Juan Marín, que este año lo ha pasado enfrentado a Madrid porque Rivera se decantó por la corriente encabeza por Fran Hervías y el grupo que este aglutinó, entre ellos la consejera por Huelva Rocío Ruiz o el actual secretario de organización Sergio Romero. A este chico de Sanlúcar, nombrado por Marín, le han dicho que puede liderar el partido en Andalucía y se lo ha creído, así que anda dando zarpazos en la idea. Habrá congreso por tanto también en Cs y habrá que ver para entonces con la fuerzas que tiene cada cual.

Por tanto, que no falten las palomitas. Es en la pelea orgánica interna donde más energía gastan los partidos, pero de ella depende su estructura y no es lo mismo estar arriba de la pirámide que abajo. Arriba o abajo, cuestión también de gustos. Arriba se marca el ritmo de las cosas, fuerte o suave, abajo se disfrutan los placeres desde la sumisión, aunque hay veces que desde abajo con sutilidad y destreza se consigue imponer el ritmo. En fin, dejémoslo.

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