El jardín de Bomarzo

El canto del gallo

El PSOE-A se fundó en diciembre de 1977 en un congreso en Torremolinos para solo unos meses más tarde entrar a gobernar la comunidad

Publicado: 22/11/2019 ·
13:33
· Actualizado: 22/11/2019 · 13:33
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El PSOE-A se fundó en diciembre de 1977 en un congreso en Torremolinos para solo unos meses más tarde entrar a gobernar la comunidad y hacerlo de manera ininterrumpida desde 1978 hasta enero de 2019, a veces en solitario al conseguir aplastantes mayorías absolutas y otras en coalición con IU o PA. Cuatro décadas dan para mucho, más tratándose de la gestión de la comunidad más grande de España -su territorio y masa poblacional viene a ser como la de Portugal-, en plena transición democrática y en una época donde la fiscalización en los procedimientos de contratación pública era prácticamente inexistente y el político actuaba más o menos a su antojo, dando y quitando con la impunidad del que no siente presión alguna. Con esos aditivos no es extraño degenerar. 

Lo que el PSOE-A organizó, no a conciencia en el sentido de que un día cuatro se reunieran en plan vamos a montar una trama corrupta sino fruto de una sobredosis de poder y del delirio que ésta en exceso provoca, fue sencillamente un entramado ilegal para repartir dinero sin escrúpulo ni vergüenza a amigos o empresas amigas al objeto de sacar rédito electoral de la situación y, fruto de ello, logró mantenerse en el poder durante casi cuatro décadas, algo no visto en ninguna otra comunidad europea. Llama la atención que haya quienes tengan el rostro pálido, como es el caso del secretario de organización Cornejo, de defender la "honorabilidad" de los ex presidentes Griñán y Chaves "porque ellos no se llevaron un solo euro a su bolsillo", obviando el hecho de que tal vez ellos no, pero otros sí.

Seguro que Chaves y Griñán no se han lucrado personalmente, pero eso no es un atenuante ante un delito mayúsculo como es la malversación de caudales públicos y cuando ambos abandonaron la presidencia de la Junta, uno antes que otro, ya sabían la hondura del hoyo en el que estaban metidos. Un hoyo que conocían bien, de casi 900 millones de euros repartidos a dedo con la impunidad del que se cree dueño del cortijo andaluz y que como tal podía cabalgar suelto entre líneos de viña sin que nada ni nadie le discutiera el trote. Pero la jueza Alaya cogió la punta del hilo desde Mercasevilla y tiró en una instrucción de más de ocho años con casi 150 piezas separadas y desenrollar un ovillo para la vergüenza de aquellos que lo organizaron, del partido al que representaban y, sobre todo, de unos andaluces a la cola en cuestiones tan básicas para la vida como la educación, el trabajo, la industria o la productividad. 

Tristeza. Todo el mundo tiene claro, dentro y fuera, lo que pasó y qué motivos llevaron a que pasara, de hecho queda mucho por resolver de aquellas piezas separadas, sobre las empresas a las que se destinó el dinero, el por qué a ellas y la complicidad que se perseguía..., la posible devolución del mismo al menos en aquellos casos que sigan activas, también de otros procedimientos paralelos como lo sucedido en torno a la Faffe y a los cursos de formación...; todo es el reflejo de un modelo de gestión que con esta sentencia ha quedado al descubierto y que, sin lugar a dudas, tendrá consecuencias. La primera es la sensación general que fluye de tristeza en esta Andalucía que toma conciencia de cómo algunos la manosearon con alevosía, sin olvidar que en esa época quien tenía a su alcance conseguir una subvención para lo que fuera ahí estaba tendiendo la mano sin un ápice de planteamiento sobre si eso era legal, correcto y/o ético. Una época en la que la gestión de lo público era laxa tanto por parte de los gobernantes como de los ciudadanos y quien podía pescar peces, pescaba. 

Acto seguido, el oportunismo político ha pedido la dimisión de Pedro Sánchez y si esto es un exceso, no lo es menos el del propio PSOE diciendo que los culpables fueron expulsados. Es humillante la falta de rigor de los partidos, tanto para pedir responsabilidad al de enfrente como para aplicársela a uno mismo cuando le toca. El asunto toca de lleno a una débil Susana Díaz que fue señalada a dedo para la sucesión por Griñán y que, como secretaria general, es la persona a la que más afecta en grado de responsabilidad política esta primera sentencia, pese a que haga un esfuerzo denostado en la práctica del escapismo pidiendo perdón público a media voz, arrojándose sin pudor a los brazos del sanchismo para que éste la permita seguir siendo lo que es cuando todos saben que el socialismo andaluz va a necesitar una imagen nueva, fresca, que marque diferencias con esa otra ahora entre barrotes y no parece que esa frescura la pueda proporcionar hoy ni la ministra Montero, muy en Madrid. La sentencia dura, extrema, y lo que queda por venir, nadie lo olvide, invita a un rostro nuevo y no pocos buscan, proponen, señalan incluso a una provincia como Jaén donde habitan los poderes de Paco Reyes, secretario general allí y principal aliado de Sánchez en Andalucía, y será casualidad pero de pronto aparece hasta en la sopa -en desayunos y tertulias en televisiones nacionales- el diputado por Jaén en el Congreso y responsable de comunicación en el Federal Felipe Sicilia; las casualidades en política y en el PSOE nunca son casualidad.

Y como las sentencias no vienen solas, esta semana también se ha conocido la de la pieza separa del Gürtel en Jerez. De entrada algunos ya buscan puntos de comparación entre Gürtel y ERE y según quién destaca la maldad de una u otra como si hubiese un medidor de grados corrupción. El PSOE dice que Gürtel es peor porque se financió el partido ilegalmente para el enriquecimiento personal del algunos, mientras que el PP sostiene que el ERE es peor porque se malversó desde la institución creando un sistema clientelar para mantenerse el poder. Y los que no calzan camiseta alguna opinan que tanto uno como otro representan la alcantarilla pestilente del poder.

Técnicos. La guerra entre los dos principales partidos por señalar al otro en asuntos de corrupción es tan cruenta que en el caso de la pieza separada de Jerez por la celebración de Fitur en 2004 ha estado a punto de llevarse por delante a cinco técnicos de este ayuntamiento que durante cuatro años se han visto inmersos en un calvario para, esta semana, ver como la audiencia nacional les absolvía tras un juicio de varios meses y una sentencia extensa y, cabe decirlo, imprecisa, plagada de errores, confusiones e incongruencias que demuestra que los jueces y fiscales de lo penal poco saben de las interioridades, funcionamiento y normas de las administraciones públicas, hasta el punto de referir responsabilidades por incumplimientos de una Ley de 2017 -trece años posterior a los hechos enjuiciados-. Es de nota. 

Todo ello teniendo en cuenta que ya el Tribunal Supremo determinó en su día que los hechos estaban prescritos y, por tanto, nadie entendía bien por qué la Audiencia juzgaba algo prescrito por el alto tribunal, con el coste económico que habrá supuesto para las arcas públicas un procedimiento tan largo y, sobre todo, el daño psicológico y económico que han sufrido los cinco técnicos, sus familias, sus amigos. 

Han sido absueltos de una trama, en todo caso, política, a nadie escapa que el Gürtel tiene que ver con el PP e incomprensible es que, sin ningún imputado de este partido en esta pieza, cinco técnicos se organizaran con Correa desde Jerez, sin conocerle de nada, para ayudar a financiar al PP. Un gran insulto a la inteligencia. Pero hay una deuda moral con ellos: primero la de quienes han usado esta imputación para vilipendiarles, señalarles públicamente, llamarles corruptos, hacer uso oportunista cuando les conocían y sabían de su honestidad. Y también de la justicia, lenta y torpe, a quien ahora alguien debería pedir responsabilidad por esos años de insomnio, esas canas de más, esa agonía innecesaria por culpa de quien a saber en qué volumen de derecho desvió el sentido de lo que es aplicar justicia, tener interés político y carecer de humanidad. Da miedo pensar en el Estado de Desderecho en el que vivimos, en el que te puedes topar con un juez y un fiscal que sin llevar a cabo una adecuada instrucción te acuse de algo que no has hecho, sin pruebas, sólo porque convenga y te veas en medio de un proceso judicial en el que te piden cárcel. En Jerez ha sido mayoritario el estupor ante este proceso judicial y la alegría por la sentencia absolutoria de los cinco técnicos municipales que han pagado bien caro trabajar en el ayuntamiento. A los cuales sólo se les puede compensar con sincero apoyo por este final y a ellos, con afecto, dedico hoy mi canto del gallo, que es la manera con la que este esbelto animal de corral anuncia el amanecer y, con él, la llegada del nuevo día.

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