Córdoba

Sierra Boyera, el agua que alivia la sed y oculta un poblado íbero de hace 25 siglos

El pantano cordobés estaba seco pero las lluvias de primavera aumentaron su nivel al 65,5 % y desaparecieron las excavaciones hallaron un poblado íbero

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Pantano de Sierra Boyera.

Pantano de Sierra Boyera.

Las lluvias de la última primavera han provocado que un pantano cordobés como el de Sierra Boyera, que se encontraba seco, haya aumentado su nivel hasta el 65,5 % y, con ello, hayan vuelto a desaparecer bajo sus aguas las excavaciones que en la última campaña permitieron datar un poblado habitado por los íberos hace veinticinco siglos, en el IV a.n.e. (antes de nuestra era).

Un yacimiento que "estaba condenado a desaparecer" por su propia ubicación, pero en el que las distintas excavaciones en la zona gracias a la sequía permitieron encontrar el primer centro de producción del mundo íbero en el norte de Córdoba, según ha explicado a EFE el director de la excavación, Pablo González.

Hay yacimientos que pueden hacerse "visitables y ponerse en valor" y otros que son más de investigación, con unas condiciones que no van a permitir conservarlos, reconstruir algunas partes, pero que aportan una información "brutal". Sierra Boyera es de estos últimos.

El ya ocultado por el agua ha sido un yacimiento "muy agradecido", donde han aparecido elementos de la vida cotidiana de la época "a mansalva" y que ahora, al no poder continuar con la excavación, se están catalogando y estudiando.

En opinión del arqueólogo responsable de los trabajos, en el siglo IV a.n.e. lo que se encontraba en Sierra Boyera era una zona "especializada en producción" en la que se elaboraban "elementos básicos de consumo" de la época.

Ahora se cuenta con vidrio, plásticos y metales para los enseres básicos, pero entonces no tenían esos elementos y con la metalurgia y cerámica tenían que hacer todo.

González ha señalado que todos los componentes que se han localizado durante la excavación y que podían transportarse fueron trasladados desde el yacimiento a un lugar seguro, pero lo que "serían los bienes muebles" los han intentado proteger "lo mejor posible".

"Los hemos cubierto con tierra y con una camada de piedras para intentar que no sufran más daño del necesario con el agua y los elementos que pueda haber en el pantano", ha explicado.

Sin embargo, el director de la excavación no se ha mostrado optimista respecto a la conservación en un futuro de los restos arqueológicos al encontrarse "muy cerca de las turbinas" de la presa, circunstancia que ya vieron que había ido erosionando poco a poco la meseta en la que se encuentran los restos.

Desde que el pasado 3 de septiembre cayeron los primeros 3,7 litros de lluvia en Sierra Boyera sobre un embalse vacío, y el pantano se encuentra en la actualidad, tras un pico de 73,4 litros de precipitación el 23 de marzo, con 25,79 hectómetros cúbicos de agua, lo que supone el 65,3 por ciento de su capacidad, según datos de la Confederación Hidrográfica del Guadalquivir.

Prospecciones en la zona

Al no poder continuar con la excavación, el objetivo después de cinco campañas organizadas por el Grupo Prometeo VHM143, investigadores de la Universidad de Granada y el Ayuntamiento de Belmez (Córdoba), es realizar prospecciones en la zona para buscar nuevos yacimientos.

En su opinión, sería "muy raro" que solo hubiera un asentamiento pequeño tal cual, sino que seguramente tendría que formar parte de una red "más amplia y más compleja".

Sin embargo, augura que se van a encontrar con varios problemas para poder localizar más enclaves. Entre otras cuestiones porque se trata de una zona minera que ha sido explotada durante mucho tiempo.

 Por lo tanto, si había un asentamiento encima de una mina de carbón, pues seguro que ya no existe.

Además, se trata de una zona de monte, lo que quiere decir que caen hojas, pasan animales, es decir, generan mucho suelo y entonces los yacimientos son "difícilmente perceptibles": "Claro que habrá, pero no te puedes poner a pinchar a ciegas", ha apostillado.

Guerreros íberos

Una cerámica en la que aparecen dos figuras de guerreros enfrentados fue la clave para poder datar el yacimiento que afloró tras el descenso hasta su secado del embalse de Sierra Boyera y poder enmarcarlo en la época íbera.

Las dos figuras representan dos guerreros enfrentados, uno empuña una falcata, que es el arma ibérica por antonomasia, y el otro un escudo valor y casco de penacho. Son dos guerreros que están en actitud incruenta, es decir no se trata de una lucha, sino de un baile o ritual.

Estos guerreros son, según el director de la excavación, la pieza "más vistosa" de todas las que se han encontrado en el yacimiento, pero no el descubrimiento "más importante". Este es, sin duda, el que ha puesto "la primera piedra" a la hora de la investigación del mundo íbero en el norte de Córdoba.

Además se ha hecho con una secuencia estratigráfica, con unos espacios claramente definidos más allá de que se conocían hallazgos casuales de algunas piezas, algunas cerámicas, pero no un contexto completo.

Ahora, después de 4 ó 5 años, se puede decir que ya lo entienden, con una parte "muy pequeñita" de lo que sería el asentamiento original. 

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