Las circunscripciones con menos diputados en el Congreso, las que eligen solo dos, tres o cuatro diputados debido a su menor población, se convierten en un granero de escaños para los dos grandes partidos de ámbito nacional -PSOE y PP- y resultan más difíciles para la tercera fuerza y casi imposibles para la cuarta.
El análisis de los resultados de las últimas generales, las del 10 de noviembre de 2019, revela que en esas 21 circunscripciones -19 provincias más Ceuta y Melilla-, que son el 40 % de las 52 en que están divididos el Congreso y el Senado, pero agrupan el 19,4 % de los 350 escaños de la cámara baja, socialistas y populares obtuvieron en torno a la cuarta parte de sus diputados.
En concreto, el PSOE, partido más votado en aquellos comicios, obtuvo en esas circunscripciones 28 de sus 120 escaños, más del 23 %, una proporción que se eleva a cerca del 26 % si no se incluyen los 12 del PSC; y el PP, entonces segunda fuerza política, 24 de sus 89 diputados, casi el 27 % de sus asientos en el Congreso.
Sin embargo, la tercera formación de ámbito nacional en votos, Vox consiguió poco más del 18 % de sus representantes en la cámara -nueve de 52-; la cuarta, Podemos-IU, solo sumó en estas provincias uno de sus 35 parlamentarios, menos del 3 %; y la quinta, Ciudadanos, no logró en esas 21 circunscripciones ni uno solo de sus diez escaños.
Además, ERC ganó dos diputados y Junts, PNV, EH Bildu y Teruel Existe uno cada formación.
A estos efectos tendría una repercusión añadida en los resultados de las elecciones del 23 de julio qué formación de las de ámbito nacional es la más votada y cuál la segunda y, sobre todo, qué partido obtiene el tercer puesto tras los dos que se mantienen en cabeza desde 1982 y cuál queda relegada al cuarto lugar.
En las generales del 10 de noviembre de 2019 Vox fue tercera y Unidas Podemos cuarta, pero el último barómetro del CIS, hecho público el pasado día 16, otorgaba a Sumar, ya con Podemos en la coalición, el 14,3 % de los votos, por encima del partido de Santiago Abascal, con el 10,6 por ciento.
PROVINCIA A PROVINCIA
En los últimos comicios generales, en la única provincia con dos diputados, Soria, se los repartieron PSOE y PP.
En las ocho circunscripciones con tres diputados, PSOE y PP se los dividieron a solas en tres, Cuenca, Huesca y Palencia, pero en las cinco restantes entró una tercera fuerza: Vox en Ávila, Guadalajara, Segovia y Zamora y Teruel Existe en la provincia en la que nació este movimiento ciudadano.
De las diez provincias con cuatro diputados, también en cuatro se repartieron los escaños dos a dos PSOE y PP -Burgos, Lugo, Ourense y La Rioja-, mientras que en otras cuatro entró Vox como tercera fuerza -Albacete, Cáceres, León, Salamanca-.
Además, en Lleida fue ERC la formación que consiguió dos escaños, por delante Junts y el PSC, y en Áraba/Álava entraron cuatro candidaturas -PNV, PSOE, Podemos-IU y EH-Bildu- con un representante cada una.
En las dos circunscripciones con un único diputado, Vox se llevó el de Ceuta y el PP el de Melilla.
EL TAMAÑO DE LAS CIRCUNSCRIPCIONES, FACTOR DECISIVO
Desde hace décadas aparece recogido en análisis sobre los sistemas electorales, como los de James Hogan, Dieter Nohlen o Douglas W. Rae, que el "rasgo decisivo" de la representación proporcional es el tamaño de las circunscripciones: cuanto mayores sean éstas, cuanto más numerosos sean los diputados que eligen, tanto más se acercarán los resultados a la proporcionalidad y cuanto menor sea la circunscripción, tanto más radical será la desviación de la proporcionalidad.
El profesor Francisco Fernández Segado ya escribió hace ahora 30 años -en la revista de Estudios Políticos-, tras estudiar los resultados de las cinco primeras elecciones generales de la democracia, que "las graves distorsiones de la proporcionalidad que desencadena el sistema electoral español en la elección del Congreso de los Diputados no responden tanto a la opción del legislador por la fórmula D'Hondt cuanto al tamaño de las circunscripciones", que consideraba "reducidísimo".
También restaba importancia a la barrera legal del 3 % mínimo de votos para tener representación, que considera de una eficacia "nula en la práctica".
Fernández Segado demostró que un partido con "una sólida implantación en las circunscripciones de tamaño inferior puede rozar la mayoría absoluta de los escaños con un respaldo electoral global en todo el país de poco más del tercio de los votos válidos emitidos".
Sus cálculos revelaron asimismo que "la sobrerrepresentación electoral se produce igualmente respecto de la segunda formación política estatal", mientras la tercera y cuarta fuerzas de ámbito estatal resultan "notabilísimamente perjudicadas".
Puso en evidencia además que "los partidos nacionalistas son también, por lo general, los grandes beneficiarios del sistema, y de modo muy particular aquellos que cuentan con mayor implantación electoral en sus respectivos territorios autonómicos".