Acento andaluz

Conjurado contra el andaluz profesional

Me resisto a que encasillen al andaluz como un tipo permanentemente gracioso, casi hedonista, por momentos vacuo, más cerca de la indolencia que del compromiso

Publicado: 23/09/2018 ·
22:41
· Actualizado: 23/09/2018 · 22:41
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Autor

Fernando Pérez Monguió

Presentador de 'Acento Andaluz' en 7 Televisión y jefe de informativos de la Cadena SER Andalucía

Acento andaluz

Fernando Pérez Monguió analiza en este espacio la actualidad andaluza, con fibra progresista y corazón social

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Me resisto a que encasillen al andaluz como un tipo permanentemente gracioso, casi hedonista, por momentos vacuo, más cerca de la indolencia que del compromiso y de la incultura que de la sabiduría, y que sólo vive de la fiesta y de sus señas de identidad exprimidas a cada segundo de cada día. Quien no se adapte a estos cánones,es como si no fuera un andaluz de verdad. Esa es la imagen que muchos andaluces cultivan y difunden, con la complicidad y el enorme altavoz del mayor altavoz que proyecta esa estampa cómicade Andalucía, en un ejercicio reduccionista e insultante de nuestra tierra con el que comete un doble pecado: ofende a gran parte de la población andaluza que no se siente identificada con esa distrofia identitaria y, al mismo tiempo, alimenta el prejuicio externo como ariete de desgaste contra los intereses de nuestro pueblo. Frente a ese cliché que nos tejieron los hermanos Álvarez Quintero, y del que algunos políticos y profesionales no quiere que nos desprendamos, reivindico al andaluz senequista de Caballero Bonald, al serio de la metáfora del sur de García Montero, al sieso de Fernando Santiago, al “rápido” de Manu Sánchez, al investigador de Antiñolo, al emprendedor de Cosentino, al trabajador menos absentista de España, al literato de Felipe Benítez Reyes, a los artistas de María Galiana y los Grammy, al solidario del cura Gabriel Delgado y a los universales de Antonio Banderas.

El convencimiento que tengo sobre las virtudes y las posibilidades de Andalucía me condujeron hace muchos años a encabezar una cruzada contra los foráneos que nos encasilla en la gracieta, pero también contra dos clases de andaluces nocivos para nuestra tierra: los que descansan Andalucía exclusivamente en sus señas de identidad, y los que las esconden patéticamente.

Son confesiones compartidas por muchos herederos-as de la autonomía plena, y pertenecientes a una nueva generación de hombres y mujeres que se sienten orgullosos de ser andaluces, pero sin que nadie les diga cómo tienen que ser buenos andaluces: poco menos  que devotos o militantes impenitentes del Rocío, ferias, Semana Santa, la copla, el carnaval, la guasa y la cervecita en la barra de un bar. Con ello, no estoy renunciando a todas estas manifestaciones, pero no son lo único nuestro como para que tengamos sobredosis diaria en la calle y en algunos medios de comunicación que más que educar y formar, maleducan al andaluz y deforman nuestra imagen exterior.

PD. En clave política, una humilde recomendación a quien quiera escuchar o se sienta concernido: ¡Cuidado con entregarse a las estrategias diseñadas desde Madrid o Cataluña porque los andaluces siempre castigaron el sucursalismo!  Y si no, al tiempo. 

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