Tengo a la OTAN, tengo a Reino Unido, que parece estar en cierta agitación, y tengo a Putin. Francamente, Putin puede ser lo más fácil de todo”. La estrambótica afirmación es del presidente de los EE.UU., Donald Trump. Con lo fuertemente que destacó el carisma de Obama en todo el mundo, la presidencia corrosiva de Trump tiene como finalidad dedicarse con tenacidad a destruir el legado de Obama y a fijar las bases de un nuevo orden mundial basado en el caos. El comportamiento irresponsable de Trump en la Cumbre de Canadá, atacando a su socio secular del norte, y especialmente a su primer ministro Justin Trudeau, es demostrativo de alguien que ha venido para romper, no para unir.
Las guerras comerciales desatadas por Trump pretenden afianzar su teoría de consumo interno de “China nos roba”, “Europa nos roba” y, en resumen, “El mundo nos roba” para venderlo en las zonas decaídas de los Estados Unidos, donde sorpresivamente él obtuvo votos inesperados a costa de los menos proteccionistas demócratas. Su apoyo descarado a la causa del abandono del Reino Unido de la UE es una muestra más de su obsesión por desbaratar la unidad europea. Su gusto por los mandatarios autoritarios – Putin de Rusia, Kim de Corea o Erdogan de Turquía- cierran el círculo de una estrategia desbocada hacia la creación de un desbarajuste internacional en el que pierden las alianzas multilaterales, para negociar, con ventaja de superpotencia, con cada país por separado. Lo ha hecho desvinculándose de los Acuerdos del Cambio Climático de París y con las medidas anti-clima en su política interna americana. El reciente ataque a Alemania: “Alemania está totalmente controlada por Rusia", “Es prisionera de Rusia”, debido a su dependencia energética del gas ruso y a la construcción de un nuevo gasoducto por el Mar Báltico camina en la misma dirección, con la crítica a su escaso gasto militar, como a toda Europa. Las amenazas a los vehículos de fabricación alemana y las ya establecidas a la aceituna negra andaluza son la explicitación primera de lo que vendrá más adelante en las restricciones al comercio europeo con los EE.UU.
Todas las crisis ofrecen grietas y oportunidades. La propia ruptura interna europea, constatada en el debate migratorio, con posiciones tan abiertamente enfrentadas, no ayuda a aprovechar el ataque americano para fortalecer la Unión Europea. Esperemos que la oportunidad se abra paso. n
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