Si las cosas evidentes se demuestran por sí mismas ¿hay que argumentarlas? “Está pasando, lo estás viendo” repetía un canal televisivo lamentablemente desaparecido. Es la definición de lo que sucede en La Línea de la Concepción, en Cádiz.
Recientemente seis mil personas pusieron allí el grito en el cielo, tras los incidentes que horrorizaron a media España. Era posible que un grupo organizado entrara en un hospital a la luz del día y rescatara de la vigilancia policial a un joven gerifalte del narcotráfico. Todo el mundo pensó en noticias de México –dicho sea con todo el cariño para los sufridos mejicanos-. Era España. Se exigieron entonces soluciones de Estado al Estado. En seguridad y crimen organizado no hay excusas, los responsables políticos no pueden repetir la frase de Max Weber: “El mundo es estúpido y abyecto, pero yo no; la responsabilidad por las consecuencias no me corresponde a mí sino a los otros…”. Son precisas medidas urgentes –si son acordadas, mejor- que requieren medios poderosos y de elevado coste, no sólo palabras para imponer la autoridad del Estado y la tranquilidad a los ciudadanos.
Entre 1.969 y 1.982 hubo verja cerrada y frontera clausurada que separó pueblos y familias. Las escenas de parientes y amigos hablándose a gritos, contándose su vida a voces y ensenándose los niños recién nacidos o las parejas con trajes de novios eran desgarradoras. De una crueldad que sólo se puede permitir una dictadura. Se cometía un atentado diario a los derechos humanos.
En 1954 la población linense ascendía a 71.000 y quedó en 52.000, tras el cierre. Trabajaban en Gibraltar 12.351 españoles, que fueron al paro o a la emigración. Hoylo hacen 13.000 comunitarios, 8.300 españoles. Estos trabajadores transfronterizos del Campo de Gibraltar –principalmente de La Línea- precisan que el Brexit no les suponga en ningún caso un empeoramiento de sus condiciones de trabajo, de sus salarios, de sus pensiones ni de sus prestaciones sociales. Para eso están los gobiernos.
Francia, con más de 350.000 trabajadores transfronterizos, considera muy positiva dicha cooperación. Gibraltar se está convirtiendo de nuevo en la solución histórica de La Línea, a falta de un desarrollo autóctono normalizado que no se vislumbra aún, porque el número de desempleados es hoy de 8.500, en una provincia con 160.000 parados registrados, casi duplicando la tasa de paro nacional. Que España aplique criterios europeos de cooperación y convivencia en este rincón olvidado para bien de todos.