Los espacios coworking se asientan en Conil: "La gran oficina con vistas al paraíso"

Publicado: 03/01/2023
Conil busca posicionarse como destino ideal para el teletrabajo y los nómadas digitales. Y lo tiene todo para lograrlo: buena conectividad y un clima excelente
El confinamiento derivado de la pandemia de la Covid, el teletrabajo y los avances en las nuevas tecnologías, han hecho cobrar fuerza al coworking, trabajo compartido o trabajo en cooperación. Trabajadores autónomos, freelancers, nómadas digitales, programadores, diseñadores, informáticos, arquitectos, fotógrafos, escritores, periodistas, startups o profesionales de empresas y administraciones que ya jamás han vuelto a la oficina y desarrollan su labor teletrabajando, forman parte de una avanzadilla en la que se asienta la nueva remodelación del mercado laboral.

Un mercado laboral que demanda flexibilidad y libertad sin mermar en nada la productividad, sino todo lo contrario. Un sector errante y trashumante que ya no está atado a unos horarios y a una oficina en mitad de una gran ciudad. Su labor apenas requiere un ordenador y una buena conexión a internet.

Y eso es lo que se ofrece desde los espacios coworking, también conocido como cotrabajo,  trabajo cooperativo, trabajo compartido, trabajo en cooperación o trabajo en oficina integrada, que no es más que es “una forma de trabajo que permite a profesionales independientes, emprendedores, y pymes de diferentes sectores, compartir un mismo espacio de trabajo, tanto físico como virtual, para desarrollar sus proyectos profesionales de manera independiente, a la vez que fomentan proyectos conjuntos”.

Básicamente es compartir oficina y equipamientos, y ofrece una solución para el problema de aislamiento y también de falta de concentración  que supone para muchos trabajadores independientes desarrollar su labor en casa, así como a la necesidad de separar vida familiar y laboral, pero sin llegar al enclaustramiento y rigidez que supone la oficina, taller o factoría tradicional.

En 2021, algunos estudios indican que en España habría registrados más de mil espacios de coworking, con unos 37.000 puestos de trabajo. Cifra que ha aumentado en este 2022 que concluye.

En este sentido, el factor geográfico, y por extensión, el climático, es fundamental para el fomento de este tipo de negocios. Y es aquí donde Conil se posiciona como municipio atractivo para nómadas digitales y teletrabajadores. “Uno puede teletrabajar por la mañana y darse un paseo por la playa al atardecer”, afirma David Tamayo, concejal de Turismo, desde cuyo Patronato se está fomentado este segmento como pieza básica de su plan de acción.

De hecho, actualmente la localidad cuenta con cuatro espacios de trabajo compartido. Coworking Conil (en el Hostal Campito), Corker Space (en la Plaza de la Constitución), Take Coworking (en la calle Almadraba) y Coworking Polígono La Zorrera.

 

“Crear lazos entre la comunidad"

Roberto Vázquez y Nuria Pérez Morillo son los encargados de Corker Space. “La excusa para tener compañeros de trabajo” fue “la motivación que nos llevó a crearlo”. Para ellos “más que un negocio es una excusa para juntar a gente que trabaja aisladamente y crear comunidad”. De hecho, “crear lazos entre la comunidad de coworkers (usuarios) es fundamental para generar oportunidades profesionales. De esta forma, en el Coworking "no nos limitamos ha interactuar solo en las pausas para el café, si no que solemos quedar para comer en grupo, organizan sesiones de surf o quedar para unas copas en un bar”, señalan.



Fue en mayo de 2017 cuando “lo creamos como negocio en sí”. Nuria, natural de Vejer aunque vivió muchos años en El Colorado, es ingeniera de diseño industrial y Roberto, de El Puerto de Santa María es informático. Ambos trabajaban en Sevilla en dos grandes empresas. “Nos levantábamos por la mañana, íbamos a nuestros respectivos trabajos, teníamos una hora para comer separados, y luego regresábamos a casa sobre las ocho o las nueve de la noche”, explica Roberto. Una rutina demoledora que les hizo reflexionar sobre que “así no podíamos vivir el día a día, ni estar juntos, ni disfrutar”.

Un día Roberto acudió a una reunión de Betabeers, que es una comunidad de desarrolladores web, de apps móviles y de hardware, y allí conoció a un chico que teletrabajaba para una empresa londinense desde Servilla… “y me dije, guau, yo quiero hacer esto”… así que comenzó a formarse y estudiar hasta lograrlo. Luego se dio cuenta que ni siquiera tenía que estar en Sevilla. En enero de 2014, decidieron trasladarse a Conil y se alquilaron una casa.

Algo parecido ocurrió con Nuria, su pareja, que comenzó, ya en Conil, a trabajar para una empresa holandesa que hacía diseños de sillas Acapulco que se fabricaban en México, concretamente con Joris para FairFurniture… Y con los dos trabajando en casa, el siguiente paso fue buscar un lugar donde teletrabajar fuera de casa, por comodidad y para separar el espacio familiar del laboral. Encontraron una oficina en el edificio donde se ubicaba el Juzgado de Paz que llevaba siete años sin alquilarse. Ellos se quedaron una oficina e “Iker, que trabaja en eventos de realidad virtual y 3D, la otra”.

La empresa para la que Roberto trabajaba crecía y contrató a Daniel González, que junto a una vecina de Londres, compartían el espacio. Fue entonces cuando pensaron en darle forma legal como oficina privada bajo el epígrafe de Coworking. “El sitio es maravilloso, con mucha luz, y eso fue atrayendo a más gente”. Y tras la marcha de Iker, la propietaria del edificio les ofreció alquilarlo al completo, cosa “que hicimos con Sebastián Amaya Vela como socio. Le dimos forma de empresa, de sociedad civil y en un viaje a una boda a Madrid diseñé la web”.

Alquilar espacios para teletrabajar “nos ayuda a soportar los gastos del espacio y nos da algo de beneficios, los cuales los reinvertimos en el edificio”, ya sea comprando una cafetera increíble, ya sea para las mesas de la terraza, ya sea para una pequeña cocina equipada con nevera y lavavajillas.

El alquiler, insiste, “nos facilita tener ese espacio”, en el que “existe un ambiente genial y se crean muchas sinergias” entre los profesionales que ocupan los distintos puestos de trabajo existentes”.

El perfil de usuario “es complementario, ninguno es igual excepto tres arquitectos que trabajan en el mismo proyecto de Sarquo. Es gente diferente”. De hecho, tras la pandemia fueron dejando de alquilar los espacios de trabajo por día, apostando por gente fija que ocupan los 16 puestos repartidos entre las dos oficinas de 90 metros cuadrados en un edificio en el que cuentan también con dos salas de reuniones, una terraza con unas vistas impresionantes y un patio.

Apenas cuentan con cinco personas que rotan “sobre todo en verano, cuando cierran los centros escolares y se quedan en casa si tienen hijos, o los nómadas que huyen de los inviernos, e incluso aquellos que se van en agosto ante la masiva afluencia de turistas”.





Un verano en el que también llegan “padres y madres de familias que siguen trabajando mientras el resto está de vacaciones. Son personas que necesitan un espacio porque en casa con los peques es complicado. Trabajan aquí y luego se reincorporan con sus familias a disfrutar de la localidad”.

La pandemia, evidentemente, ha influido en el auge del teletrabajo, “aunque sectores como el informático ya venían haciéndolo desde mucho antes. Ocurre que muchas empresas durante el confinamiento armaron las infraestructuras con servidores, VPN, y ahora han decidido mantenerlas” al comprobar, en muchos casos, “que la productividad mejora cuando no tienes al jefe al lado y cuando tienes mayor libertad”.

Sin horarios y flexibilidad

El coworking no tiene horarios fijos, es flexible…. “lo mismo un día, si hay olas, nos incorporamos a las once tras hacer surf. O también trabajamos un sábado para recuperar trabajo atrasado. Y es que lo importante no es cuándo lo hagas, sino cómo lo hagas. Si cumples, da igual que lo hayas hecho a las doce de la mañana o a las nueve de la noche”.

Eso sí, “el problema es la rentabilidad” que genera un espacio coworking. “Para eso debes meter a mucha gente, y eso genera ruido, incomodidades, rompe la armonía. Lo que se intenta es tener un sitio donde se te apetezca ir a trabajar. Si lo armas para crear comunidad y una ayuda, bien, pero para vivir de esto es complicado. Si lo haces es para disfrutarlo”.

Y claro, Conil es un sitio ideal. Tiene mucha “visibilidad” exterior que “atrae a gente de todos lados. A la gente le gusta vivir aquí. Se come bien, es tranquilo. Vas andando a cualquier parte. Puedes practicar deportes. Se vive muy bien y eso gusta”. Es un lugar perfecto para teletrabajar que además cuenta con una buena conectividad. En su caso, trabajan con Redjam y cuentan con fibra de 400 megas simétricos, “además de ofrecernos soluciones técnicas rápidas y eficientes”.

Tras crear este negocio, otro les ronda la cabeza, el coliving, un modelo residencial comunitario y posee grandes similitudes con el trabajo cooperativo. “Alquilar una casa donde reunirse para trabajar en grupo personal de una misma empresa o de varias. Un espacio donde planificar, crear Team Building, etc”.

Take, teletrabajo y surf

Nos acercamos ahora al Take Hostel Conil donde Santiago Lobato ha creado un concepto que entremezcla espacios coworking, habitaciones compartidas (e individuales) y deportes, especialmente el surf y el kitesurf. “Contamos con puestos de trabajo para uso diario y salas de reservado, todo fusionado con el hostel y con las escuelas de surf tanto la de Conil como de que tenemos en El Palmar (donde cuenta con un bar y una pequeña sala con puestos de trabajo)”, nos explica Lobato.



La tarifa por día, de nueve de la mañana a diez de la noche, es de diez euros, lo que te da acceso también al uso de la sala común donde puedes tomar café o usar la cocina. Pero lo que más llama la atención es el hecho de poder permanecer un mes, con alojamiento, coworking y material para practicar surf (una tabla y un traje de neopreno), por una tarifa plana que ronda los quinientos euros.

En verano cuentan con un mayor número de “turistas normales” ante la ausencia de olas. Aún así, confiesa que desde que abrió la pandemia “hemos estado un año y medio de temporada alta” y es ahora cuando disfrutarán de unas más que merecidas vacaciones. Lo que está claro es que “si hay olas y sol, estamos llenos” porque, insiste, su negocio está muy enfocado al surf.

El concepto Take nació en octubre de 2017 y fue diseñado por el arquitecto técnico José Manuel Julbes. Un año después abrió sus puertas. Pero Lobato se instaló en Conil en 2008 con una tienda de surf en la Plaza de España y aquí, en la calle Almadraba, tenían su oficina online, hasta que el banco, tras quince años de embargo, sacó a la venta la planta baja. “Con los ahorros decidí dar el paso y abrir primero el hostel”, y más tarde, tras la demanda de sitios para trabajar de sus propios clientes, “decidí montar estos espacios coworking”.

Su concepto está dirigido a personas “a las que no les importa compartir, ni necesitan vivir en una ciudad, personas nómadas”. Así, desde un principio acogió a teletrabajadores y también a estudiantes universitarios de Bélgica, Francia u Holanda, que realizaban sus cursos a distancia. Sin olvidarnos de aquellos turistas que llegan a Conil en autocaravanas y furgonetas, o los que alquilar un apartamento sin wifi o con conexiones de baja calidad.



 Un negocio que “se ha reforzado tras la pandemia”, porque “ahora todo el mundo quiere teletrabajar y hay mucha gente que no ha vuelto a la oficina, sobre todo programadores, informáticos y diseñadores de aplicaciones móviles” para grandes empresas.

La oferta nace tras la demanda. “En 2018 no había ningún sitio que ofreciese internet público, puestos de trabajo abiertos, baño, cocina... y en la actualidad lo tenemos muy sincronizado con la gente de larga estancia con alojamiento, surf, con los nómadas digitales que pueden vivir donde quieran”.

Sus dos líneas de trabajo se basan en el alojamiento, surf y puestos de trabajo; y en el puesto de trabajo más el alquiler de material para surf y kitesurf.

Conil, “el paraíso del buen tiempo”

Nómadas a los que les atrae Conil porque “es ideal. Tenemos una playa brutal que va más allá del verano y ahora se está empezando a fomentar más otras épocas del año. Nosotros no hemos cerrado ni un día (solo cuando el gobierno les obligó por la pandemia). Abrimos 365 días al año”, y recuerda que “en 2008 en invierno no había ni dios” algo que en su opinión ha ido cambiando gracias a la labor del concejal de Turismo, David Tamayo “que se ha puesto las pilas” con programas de actividades también en Navidad”, las cuales “si se sincronizan con buen tiempo, Conil se llena porque incluso en invierno se superan los 20 grados. Yo me quité las chanclas este año el 2 de diciembre”.

Un lugar ideal porque “los guiris se han dado cuenta que es el paraíso del sol, del buen tiempo, de la buena comida, de la tranquilidad”, algo “fundamental para el teletrabajo”. Aún así, critica que “aquí se vive de espaldas al mar” y los deportes acuáticos “solo están permitidos del río a la izquierda”. Otro ejemplo es que “somos la única escuela de surf con un lugar físico, el resto están en internet. Somos la única en la que llamas a una puerta y puedes alquilar una tabla”, de ahí que reclame un espacio en la playa para todo el año, como ocurre en Tarifa, donde también los chiringuitos siguen abiertos más allá de la época estival.

Otro punto a favor del teletrabajo es “contar con una buena conexión” y “un muy buen servicio” como es el que les ofrece la fibra óptica de la mano de Redjam.

Desde que iniciara esta línea de negocio “estamos muy satisfechos con la acogida. Creamos vida, contamos una pizarra con actividades para todos los días, como ir a ver la puesta de sol, clases de salsa, cenas familiares en común, surf, paseos… es algo más que un coworking en la que creamos sinergias con el deporte”.

Y va a más porque “el teletrabajo va a más, sobre todo tras la pandemia donde nos hemos dado cuenta que hay muchas personas que no estaban obligadas a estar en una oficina y que podían trabajar con mayor flexibilidad horaria y geográfica, con libertad para organizarse, con los que se abre la puerta a la vida. Al mismo tiempo, las empresas se han dado cuenta que es más rentable, no solo por la productividad, sino porque unas los coworking para sus reuniones de equipo y pagan tres días de oficina, con lo que se ahorran el gasto que genera una fija”.

Por otro lado, el teletrabajo y el turismo “se están sincronizando. Sobre todo en verano vienen familias donde alguno de sus miembros tienen que seguir trabajando y usan nuestras instalaciones”.

En opinión de Lobato, es un sector “por el que se debe apostar. Hay que venderse como destino y que aquí es verano todo el año. Para eso también hay que reforzar la oferta, fomentar más la playa todo el año. Los ayuntamientos deberían poner condiciones a la hora de dar la licencia de apertura a los negocios para que abran un mínimo de tiempo”.

En su caso, mirando al futuro, “tenemos en proyecto ampliar la oferta del coworking y dar servicios más específicos porque hay clientes que solo necesitan estar varias horas y no todo el día”.

De la demanda nació la oferta

Ahora nos dirigimos hasta la calle Pascual Junquera, al céntrico Hostal Campito, donde desde hace unos meses su gerente, Antonio Sánchez, y tras adquirir unas casas colindantes, decidió montar un espacio coworking en respuesta “a la demanda de los clientes. Ves que era una necesidad incluso por parte de la población local, como los autónomos y vecinos que realizan cursos de formación”.



Con apenas dos meses de vida, su coworking cuenta con dos salas, una centrada en puestos de trabajo y la otra más enfocada para reuniones, además de una terraza para desayunar y la posibilidad de una habitación en la que pasar la noche.

La disponibilidad de estos espacios es flexible, desde un día, a una semana o un mes, y es “un complemento a la oferta” de lo que ya disponen, como alojamiento, cafetería y restaurante. Una disponibilidad que se adapta a los clientes, “de perfiles muy diferentes. Está el comercial que viene un día, usa uno de los puestos, se reúne en la terraza con un desayuno y si se le hace tarde, puede quedarse a dormir”.

El auge de este concepto va ligado a las condiciones que ofrece Conil, “donde los inviernos no son tan inviernos. Aquí las condiciones climáticas son ideales y favorecen la práctica de deportes todo el año. Es un lugar  muy apetecible” para aquellas personas que quieran teletrabajar. Además cuenta con “un requisito indispensable como es una conexión de fibra”.

“Sin duda alguna va a más. La gente hace turismo y al mismo tiempo sigue trabajando. El perfil, insisto, es muy amplio”, señala Antonio para quien es positivo que desde las administraciones locales “se promocione” como un segmento que ayudaría a luchar contra la estacionalidad del turismo de sol y playa. Y “en Conil ya se trabaja en ello” y también en “complementarlo. Es un filón turístico que se debe aprovechar pero debe ir acompañado con otras actividades y factores”.



De hecho, Antonio asistió al último congreso sobre teletrabajo auspiciado por la Diputación de Cádiz y allí se dio cuenta que “aún queda mucho por hacer. En la lista de destinos ideales no aparecemos. Tarifa es el 900 mundial, mientras que Canarias es el quinto y Tailandia es el primero. Y lo son porque llevan más tiempo trabajando. En la provincia hay que mejorar los transportes y las comunicaciones, y trabajar porque los hospedajes y los restaurantes ofrezcan servicios durante todo el año, aunque sé que es complicado”.

En su caso, exceptuando un mes para descanso del personal y para realizar mejoras en las instalaciones, “estamos abiertos todo el año” porque “cada vez vienen más turistas fuera del verano. Tengo el cuadrante del año 2000 y no tiene nada que ver con los actuales”.

Dentro del Plan de Acción

Para concluir, hablamos con David Tamayo, concejal de Turismo, quien nos explica que la promoción de Conil como destino para trabajar a distancia “está incluida dentro del Plan de Acción del Patronato de Turismo en el cual hay varias vertientes. Tenemos segmentos de ornitología, de naturaleza, de surf… los cuales promocionamos en las diferentes ferias de turismo de la mano de asociaciones, colectivos y empresas”.

“Sabemos que Conil cuenta con una gran conectividad de internet y lo que intentamos es que dentro de las ferias y planes turísticos, atraer a este sector que está en auge”, señala para añadir que dicha promoción “Se hace en combinación con el sector. En El Campito se ha llevado a cabo porque hay demanda ya existente”. Y desde el Patronato “intentamos desviar a los distintos espacios de coworking que ya están instalados en Conil a quienes nos preguntan a ellos”.

Tamayo asegura que “Conil tiene una serie de requisitos que nos hace singular. La conectividad, que es lo principal, pero también la climatología, la gastronomía… es un lugar idílico para venir. Quien viene en invierno y alquile una casa o se aloje en un hostal, puede seguir trabajando y por la tarde se puede dar un paseo por la playa”.

El edil también está de acuerdo en que  “después del Covid ha dado un empujón al teletrabajo” y es un segmento que hay que potenciar.

Un segmento que está ligado a “otro brazo como es Conil como destino turístico inteligente. Estamos a un paso de tener la denominación de excelencia, lo que conlleva pantallas informativas, árboles fotovoltaicos que dan sombra y conectividad. Sensores para analizar el comportamiento, de dónde vienen, qué consumen…”.

El coworking, que ayuda al modelo de Conil donde “el turista es uno más y queremos que se involucre con la vida social de la localidad”,  debe ir de la mano de “un amplio programa cultural y de actividades, que ayuden a luchar contra la estacionalidad del turismo de sol y playa”.

Y es que el teletrabajo como sector turístico  está floreciendo y por eso nos posicionamos en Alemania, Inglaterra… en eventos como Fitur  donde acudimos con promociones de  turismo de naturaleza, ornitología, gastronomía y también el coworking, todo de la mano de los empresarios”.

De hecho, Conil lo tiene todo, quizás mejorar las conexiones de transporte y comunicaciones, para convertirse en destino preferente para aquellas personas que teletrabajan. Buen tiempo, playas, deportes, naturaleza, gastronomía, cultura, sus gentes y una gran conectividad para poder trabajar a distancia y al mismo tiempo disfrutar de este paraíso ubicado en plena costa gaditana.



 

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