Pese al frentismo político en el que ya nos encontramos inmersos resulta imprescindible considerar que Andalucía, en esta nueva legislatura que tenemos por delante, está llamada a jugar un papel clave, tal y como le corresponde por su trayectoria histórica, peso poblacional, social y económico en este país. Gobierne quien gobierne, tanto en la Moncloa como en San Telmo, se debe tener en cuenta que cualquier decisión trascendental que se adopte a la hora de replantear el actual Estado de las Autonomías debe tener como referencia obligada a esta comunidad que siempre ha jugado un papel equilibrador entre los distintos territorios.
No se trata ya de aferrarse al consabido “café para todos” de Manuel Clavero, concepto, a lo que se ve, a punto de verse superado por la realidad. Más bien, lo que ha de quedar claro es que Andalucía apela, una vez más, a su condición de contrapeso para evitar la consolidación de privilegios y supremacismos. Las tensiones nacionalistas que ocupan ahora lugares prominentes seguirán teniendo aquí la debida respuesta para no ser menos que los demás. Así de sencillo. Se adopte la nueva configuración que sea, deberá respetar este principio elemental. Todo evoluciona en el tiempo. Admitámoslo, pero sin consagrar injusticias. Se trata, en definitiva, de un criterio elemental de fácil comprensión y, eso sí, de difícil traslación al ámbito de política real. Pero los nuevos gobernantes tendrán que hacer un notable esfuerzo en ese sentido.
Consiste, por tanto, en luchar por lo que se considera justo para todos. Y eso, en efecto, se podrá hacer con la correspondiente confrontación, interposición de pleitos y demás parafernalia a la que ya estamos acostumbrados pero, tampoco conviene olvidar que los mandatarios actuales, de uno y otro lado, tienen ante sí, a la hora de dibujar un nuevo mapa, una gran responsabilidad para ejercer una negociación política cargada de mirada larga e inteligencia. Andalucía tiene muchas bazas a su favor, condición ésta que debe estar muy presente para que no se malogre ninguna oportunidad a cuenta de un frentismo, un choque de bloques, que amenaza con un inmovilización letal y perniciosa.
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