Ante la inminente celebración de las elecciones en Andalucía está por ver si, tal y como demanda Susana Díaz, se desarrolla en la correspondiente campaña un debate propio, o como ella misma precisa, con acento andaluz. Se trata de un noble propósito que puede quedar en eso, una simple aspiración que nunca llegue a cumplirse. Quiérase o no, la contienda andaluza será la primera de varias citas con las urnas que nos esperan a la vuelta de la esquina. Y como ha quedado debidamente demostrado a lo largo del tiempo, lo que sucede en Andalucía siempre resulta determinante para el mapa político de nuestro país. Así que está bien reclamar un ámbito singular para discutir sobre nuestros asuntos domésticos pero conviene ir preparándose para lo que realmente ocurrirá. Es tanto lo que se decide aquí que ,a buen seguro, las cuitas locales quedarán arrinconadas por el empuje de las distintas fuerzas políticas pendientes de intereses que van más allá de los límites de esta comunidad.
Asistiremos, por tanto, al ya acostumbrado desembarco de dirigentes nacionales con la diferencia de que, en esta ocasión, las elecciones andaluzas aparecen como una excelente plataforma para reivindicarse ante los suyos, esto es, para afianzar o no sus respectivos liderazgos. Andalucía como excusa para ventilar otras cuestiones que tienen poco que ver con su actual situación y las propuestas de futuro que se pudieran plantear. En todo caso, deben tener sumo cuidado con este factor no vaya a ser que, al final, se convierta en un problema para quien practica tan descarado juego. Ahí está lo último sucedido con el presídete del PP, Pablo Casado, despreciando a los andaluces por no votarles a ellos y proponiendo la estrambótica y trasnochada idea de trasladar laSexta Flota de USA a Rota.
Desde luego, nada nuevo. Los populares atesoran una larga trayectoria de insultos y meteduras de pata con respecto a Andalucía, un permanente ejercicio de desprecio e ignorancia que se convierte en un pesado lastre a la hora de ganarse la confianza de los electores de esta tierra. Así que atentos a lo que nos llegará en los próximos días. Bien por exigir un debate propio pero debemos estar preparados para lo peor, un clima contaminado por la extraordinaria confrontación en la que nos encontramos tras la moción de censura que desbancó a Rajoy y, por supuesto, por el separatismo catalán.
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