Todo el tiempo tratando de huir de Arenas y mira por donde su permanente estela le ha servido para amortiguar el fiasco de su apuesta por Soraya Sáenz de Santamaría. Nada de neutralidad activa, artificio inventando por Griñan y que de poco le sirvió ya que se veía a kilómetros de distancia cuál era su opción. En este caso, Juan Manuel Moreno se incorporaba a la ola que empujaba a la ex vicepresidenta del Gobierno que, sin apenas esfuerzo, se veía ya en la presidencia del PP. Pero no tuvo éxito y su fracaso amenazaba seriamente, incluso, su continuidad como candidato a la presidencia de la Junta de Andalucía. Sin embargo no ha sido así. El ganador, Pablo Casado le ha salvado de toda represalia. Seguirá Moreno en el puesto pero rodeado en posiciones relevantes de gente que no es de su cuerda como José Antonio Nieto, Ignacio Zoido y Esperanza Oña.
Para colmo, Javier Arenas seguirá vivito y coleando. Cierto es que sale del núcleo duro del partido en donde permanecía desde que, prácticamente, existe y en el Senado es relevado como Secretario del Grupo Popular por el alcalde de Vejer (Cádiz), José Ortiz cuya aportación a cuestiones de la política nacional se desconoce por completo, lo que da una idea del valor que otorga Casado a dicho cargo. Pero, que se sepa, a diferencia de otros, no se va a su casa. Permanecerá en la dirección en la Cámara alta. Es evidente que lo que más ha trascendido es todo lo relacionado con Arenas, más allá del patinazo de Moreno. Y eso no deja de ser una mala señal de la incapacidad para imponer su perfil por parte del que debe ser el referente del PP andaluz que es quien ha de acaparar todo el protagonismo. Tal vez, curándose en salud, con la marcha de Mariano Rajoy, los suyos, incluso, hasta se las prometían felices. En un claro signo de desconfianza en sus propias posibilidades, llegaron a afirmar que así, Moreno se descargaba un tanto en su responsabilidad de ganar las próximas elecciones y que, de esta manera, en caso de perder, tendría una nueva oportunidad, como su antecesor, precisamente, Arenas, otra vez más recurriéndose en vano a su figura.
Pero el destino marca nuevos caminos. Casado ya ha dicho en Córdoba que su prioridad pasa por Andalucía. No admitirá fracaso alguno por lo que Moreno difícilmente tendrá más crédito si así ocurre, finalmente. Ni siquiera tendrá la excusa de Arenas. Por tanto, Moreno se dispone a vivir su etapa más decisiva, con la necesidad imperiosa de buscarse un lugar propio, lejos de la larga sombra de Arenas y con una dirección del partido ajena a sus planes iniciales. En este adverso e inesperado escenario, le ha llegado su hora.
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