Con el alma en pie

Defensa de la escuela pública

Ayer apareció un dato estremecedor: quitarse la vida es la segunda causa de muerte en la juventud. Las circunstancias que llevan a una persona...

Publicado: 11/09/2019 ·
12:54
· Actualizado: 11/09/2019 · 12:54
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Autor

Ana Tudela

Ana Tudela se declara una mujer liberal en la trinchera social y política desde muy, muy joven

Con el alma en pie

Este espacio es una mirada femenina y crítica a lo que sucede en la capital y a vida municipal

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Ayer apareció un dato estremecedor: quitarse la vida es la segunda causa de muerte en la juventud. Las circunstancias que llevan a una persona a esta situación son complejas, pero el suicidio en sí supone un fracaso de la sociedad. 

La educación de la juventud debería ser uno de los asuntos más sólidos, más relevantes del Estado, donde la guerra de guerrillas de la pugna política no entrase, porque la juventud es por definición el futuro de cualquier sociedad, y por ello debería ser formada, cuidada y protegida al más alto nivel. Y no siempre ocurre así, al menos cuando muchos miles de niños y niñas llevan años estudiando en barracones; los contenidos curriculares son tan aleatorios como las veleidades ideológicas de los políticos de turno de cada Comunidad Autónoma; la falta de conciliación familiar y los salarios mezquinos obligan a trabajar a padres y madres, dejando a las consolas, videojuegos y redes sociales a cargo de los hijos; los jóvenes formados (como se les exigía en la adolescencia) no pueden aspirar a un trabajo estable y adecuadamente remunerado en el entorno geográfico de su familia; el futuro inspira pavor a muchos  jóvenes a causa de las alertas ambientales, los fanatismos y el odio a cuyo mantenimiento se dedica más atención que a la propia juventud, ¿sigo?

La educación debería poder desarrollar lo mejor de cada uno, bajo la premisa de que todo ser humano, por el mero hecho de serlo es, en potencia, excelente y la sociedad tendría que facilitar todos los mecanismos y oportunidades necesarios para que esa excelencia se exprese adecuadamente.

La educación también debería poder asentar de manera inequívoca y firme todos los valores imprescindibles para que cada joven encuentre su lugar en la sociedad, y esta a su vez, se vea favorecida por la integración de la juventud.

Y la educación también debería despertar la sensibilidad necesaria hacia la naturaleza, de tal manera que la sintonía con ella sea una de las premisas habituales en la toma de decisiones y el respeto hacia toda forma de vida el marco de lo cotidiano.

Ser humano, sociedad y naturaleza eran los ámbitos necesarios para la educación según los clásicos. La preocupación por las habilidades profesionales debería aparecer después. Cambiar el orden, primero enseñar a desempeñar una profesión, a ser un buen trabajador y después, “si hay posibilidad”, todo lo demás, no es sembrar para un futuro mejor, sino para un sistema productivo más rentable.

Dicho lo cual, mi reconocimiento a los docentes, que persiguen estos objetivos con su vocación y esfuerzo.

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