Etxebarri, el mejor asador del mundo

Publicado: 20/05/2019
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Alerta Foodie

Álvaro Salinero, bajo el seudónimo de Alerta Foodie, lleva viajando para descubrir y reseñar restaurantes más de tres años

Cómete el mundo

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El templo de Bittor Arginzoniz está considerado el decimo mejor restaurante del mundo por la revista inglesa The world’s 50 Best
Perdido en la provincia vizcaína, en un pequeño pueblo llamado Atxondo se sitúa este asador, alojado en un caserío centenario con bar de pintxos para los parroquianos incluido en su planta baja pero la magia llega cuando se suben las escaleras, veinticinco escalones que elevan a uno de los cielos gastronómicos.

En sus mesas se sientan gastrónomos venidos de cualquier parte del globo terrestre, la reserva se hace con seis meses de antelación al ser uno de los restaurantes más solicitados del mundo.



La primera obsesión de Bittor es el producto, del que se ha convertido en el rey. La incansable búsqueda que practica para llevar a su mesa las mejores materias primas que se dan en el país le han llevado incluso a criar sus propias cabras o búfalas para tener un absoluto control del proceso de elaboración.

Su segunda obsesión es el fuego, las brasas, algo tan cautivador como la lumbre que acaricia cada producto, esta obsesión le ha llevado a experimentar con infinidad de variables, maderas, alturas de las brasas y por último herramientas de cocina. Su cocina se convierte en un museo de estas últimas y cada producto tiene su propia herramienta, desde el ya conocido armazón para el Rodaballo que popularizase Elkano, hasta utensilio inverosímiles para cocinar productos tan exquisitos como el caviar o las angulas.

La suma de estas dos obsesiones da esta especie de paraíso terrenal para los grandes gastrónomos del mundo, en el que ya sólo existe un menú degustación al gusto del chef, con algunos extras que pueden ser incluidos. Por la mesa empiezan a transcurrir pases de puro sabor, todos reconocibles pero inalcanzables a la vez. Desde su mantequilla de cabra, sus anchoas o el chorizo hasta unos productos más complejos como las cocochas, percebes, guisantes lagrima, atún o su txuleta final. Los postres también suman a la experiencia, desde su gran flan de queso hasta su espectacular helado de leche reducida con jugo de remolacha.



Es imposible encontrar una experiencia tan redonda como la que se vive en este caserío donde la humildad y el incansable trabajo de su equipo lo ha llevado a tener el máximo reconocimiento por parte del universo gastronómico. La figura de Bittor es complicada encontrarla hoy en día, no le gusta las cámaras, alejado del foco mediático y sólo centrado en su restaurante, un ermitaño del placer.

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