CinemaScope

Hogar: la usurpación de la realidad según los hermanos Pastor

Los autores de 'Infectados' abandonan el cine apocalíptico para adentrarse en este negrísimo drama de impecable factura pero dominado por la previsibilidad

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Los hermanos Álex y David Pastor iniciaron su carrera en el mundo del largometraje en 2009 con un filme made in Hollywood: Infectados, interpretado por Chris Pine y Piper Perabo y en el que tres jóvenes huían rumbo a la costa para evitar el contagio de un virus mortal. Terror para adolescentes, con empaque de serie B, sí, pero una forma mejor que otras para debutar en el mundo del cine. Su primera película española llegaría cuatro años después y guardaba numerosas similitudes con su primer trabajo. Los últimos días estaba ambientada en una Barcelona confinada por otra epidemia. Ahora, tras explorar también el mundo de las series para televisión, regresan al terreno del largo con su tercer trabajo, en el que abandonan el cine apocalíptico para introducirse en el de un negrísimo drama de factura impecable interpretado por Javier Rodríguez, Hogar, y al que solo cabe achacar que sus incuestionables virtudes queden en cierto modo desmerecidas por un desarrollo previsible y en el que siempre queda la sensación de lo ya visto. 

Bajo el omnipresente punto de vista de su protagonista, la película cuenta la historia de un publicista golpeado por la crisis que no termina de encontrar hueco en un sector usurpado de pronto por hipsters y community managers, y que se aferra en sostener un status social que su propia cuenta bancaria ya no le permite. Cuando conoce a la familia que ha alquilado su antiguo y lujoso piso, inicia un particular descenso a los infiernos bajo el único empeño de recuperar una forma de vida que ya no le pertenece a través de una vampírica relación en la que su aspiración, como la de los que ocupan ahora su puesto de trabajo, es usurpar la parcela de realidad de otra familia como única vía al éxito añorado.

En realidad, son casi dos películas en una: la primera, la más cruda y asfixiante, retrata el hundimiento profesional y emocional del protagonista, pero como víctima de la transformación social vivida por este país en la última década;mientras que la segunda se adentra en el thriller psicológico, con códigos del suspense y del cine negro, en busca de una vertiente más atractiva de cara al entretenimiento, pero a la par más artificial. Lo logran con una sólida puesta en escena y la carga dramática con la que Javier Rodríguez hace evolucionar al propio personaje, aunque a partir de un texto que ya me lo sé.

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