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‘Lady Macbeth’: Opresiones...

De una suerte de perversa autoafirmación que convierte a una chica inocente en una pérfida e implacable villana con todos los agravantes

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Para la mirada feminista de quien esto firma, no es fácil enfrentarse críticamente a la envergadura, potencia y calidad de esta ‘Lady Macbeth’, que ha encandilado a la prensa especializada -mayoritariamente masculina, siempre hay que recordarlo- que tiene, al parecer y luego entraremos en ello, lecturas tan opuestas como contradictorias y que viene precedida de reconocimientos tales como el Premio FIPRESCI en San Sebastián.

Producción británica de 89 densos, duros y desasosegantes minutos de metraje. Debut fílmico del director de teatro y ópera William Oldroyd. Basada en un relato corto del autor ruso Nikolai Leskov (1831-1895), ‘Lady Macbeth de Mtsensk’, vagamente inspirado en la obra shakespeariana, cuyo guión lo firma Alice Birch. Su espléndida fotografía es de Ari Wegner y su no menos eficaz partitura, de Dan Jones. Cuenta con una factura impecable, una hermosa puesta en escena y un sobresaliente reparto en el que destaca una magnífica Florence Pugh.

La historia describe la feroz subordinación y maltrato sufrido por una joven literalmente comprada por un padre y un hijo para esposa de este último, mucho mayor que ella, un hombre rico que la controla, domina, veja y enclaustra despóticamente. Pero su pasión por un sirviente le hará cambiar las tornas y evolucionar de la peor manera posible.

De eso se trata precisamente. De una suerte de perversa autoafirmación que convierte a una chica inocente, víctima del poder absoluto de un esposo impío, en una pérfida e implacable villana con todos los agravantes. Así, sin transición. En un garrafal, misógino e insidioso giro del guión, que llega a impedirnos empatizar, y hasta hacernos olvidar, con los horrores sufridos por el personaje .

Y que este desaguisado no quieran venderlo como los efectos colaterales de una servidumbre extrema y de una intolerable crueldad conyugal. No, no y no. Porque, ya que de opresiones se trata, las de clase y raza sí están claras aquí. Sin paliativos, ni trampas, tratadas con tanta lógica y complejidad como comprensión. Justamente al contrario de las de sexo.

Ustedes deciden. Valores y aplausos no le faltan, y están señalados.  Pero quien esto firma, que les recomienda verla y juzgarla por sí mismos, se reitera en lo escrito.

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