Tengo que reconocer que desconecté muy pronto del universo Marvel, tan reiterativo como desproporcionado, y siempre bajo un manto de trascendentalismo más próximo a la tortura emocional que a la amplitud psicológica de los personajes y las tramas. Un coñazo, vamos. No lo han interpretado así las legiones de seguidores que han acudido en masa a devorar palomitas entre tanto salto mortal y ciudades arrasadas -tal vez saldría más a cuenta rendirse que no tener que ponerse ahora a reconstruir cada rascacielo derribado-. Al final uno acaba entendiendo y compadeciendo a Scorsese. Eso no es cine.
Solo encuentro tres excepciones entre tanto despropósito. Las tres que optan por subrayar cierto sentido del humor: Antman -con un encantador aire a serie B-; Deadpool -el antihéroe malhablado-; y Guardianes de la galaxia, que se debate entre la mirada nostálgica y el chiste de manual, pero que sobre todo reivindica en cada entrega su compromiso máximo con el entretenimiento, aunque como en este caso el argumento se reduzca a una mera anécdota, casi un episodio secundario, que le ha dado a James Gunn a montarse una película de dos horas y media en la que uno termina poniéndose en pie para bailar con los protagonistas el Dog days are over de Florence and the machine, porque ése es en definitiva el auténtico propósito de la película, que el público se lo pase bien, sin tanta filosofía barata ni destino épico y solemne.
De brillante ejecución técnica, la película es un guiño musical constante: termina con Florence, pero arranca con la versión acústica del Creep de Radiohead, y a partir de ahí vienen los subidones a ritmo de rock, consecuencia de ese tono tan nostálgico como aventurero en el que Gunn ha sabido envolver cada una de las historias, más las pausas humorísticas, algunas más acertadas que otras, que ayudan a establecer la conexión con los intrépidos, divertidos y exagerados personajes de la saga.
En esta ocasión emprenden un viaje a contrarreloj por la galaxia para dar con una fórmula que permita salvar la vida a Rocket tras haber resultado herido en un combate, lo que les enfrentará a un malvado de saldo -lo más endeble de la película- y a situaciones tan peligrosas como atípicas, dignas de la apuesta por la comicidad que sigue impregnando esta digna y entretenida saga galáctica.
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