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Sevilla

Las toallitas nos cuestan muy caras: 5 millones al año

Emasesa recoge de las redes de saneamiento 755 toneladas al año de toallitas húmedas, lo que equivale a un bloque de diez pisos

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  • Además de la incidencia en la red pública, hay que sumar los atascos en comunidades, con una media de 160 euros por servicio
  • Los episodios de lluvia complican su gestión: de cuatro contenedores a la semana a 7 y 10 en un día
  • El programa Creando, con 9,5 millones de fondos Perte, digitalizará toda la red y Rimaas, aplicará la IA a la gestión de residuos

La toallita nunca debe tirarse al retrete, es un residuo no biodegradable, ni siquiera se puede reciclar y, además, provoca un serio problema en las redes de saneamiento, en las de las propias viviendas y en la general de la ciudad. Y tiene un coste demasiado elevado como para seguir tirándolas al inodoro como si fuera papel higiénico: Sevilla, a través de Emasesa, se gasta cinco millones de euros al año en recoger, pretratar y retirar las 755 toneladas de estos residuos que se encuentran en sus tres mil kilómetros de tuberías de saneamiento, amén de cauces, colectores y depuradoras, averías incluidas.

Del Día del Retrete se ha pasado al Día del Saneamiento, pero en este 19 de noviembre la llamada de atención sigue siendo la misma: el problema de las toallitas en las redes de saneamiento no es que sea muy gordo, es que es de miedo y asusta. Los datos no dejan lugar a dudas: el principal problema al que se enfrenta Emasesa en sus 3.022 kilómetros de red de saneamiento, sus seis estaciones depuradoras y en sus cinco depósitos de retención de aguas pluviales son las toallitas húmedas, el tercer residuo más común que se encuentra en nuestras aguas residuales pero el más problemático por sus efectos en la red, que se encuentran saturadas y colapsadas, con averías recurrentes, por culpa de un producto que, simplemente, hay que tirar directamente a la basura.

Emasesa ha querido ejemplificar el problema que generan las toallitas en Sevilla con una visita a la EDAR (Estación Depuradora de Aguas Residuales) de San Jerónimo, una instalación que cerrará próximamente (sin fecha aún asignada) cuando se completen todas las fases de la EDAR del Copero, prevista para el próximo año, aunque se mantendrá como planta de tratamiento de aguas residuales y enviando para su depuración total las aguas al Copero.

Allí, en San Jerónimo, donde el olor de las aguas fecales se hace más que patente, los responsables de Emasesa y de la planta han puesto en evidencia el escollo ambiental que supone esta toallita hecha de fibras sintéticas, que no se disuelve en el agua, que se expande y forma grumos o tapones en las tuberías, y que lleva a alcanzar dimensiones desproporcionadas sin que la sociedad tenga conciencia de que tira al retrete un verdadero atolladero que cuesta mucho dinero a los sevillanos.

En concreto, cinco millones de euros al año les cuesta a los sevillanos tratar y retirar las 755 toneladas que sacan anualmente del interior de cauces, colectores y, especialmente, de las depuradoras, donde extraen estos residuos por cubas de 7 metros cúbicos, a razón de entre cuatro a cinco contenedores a la semana. Pero todo se multiplica en episodios de lluvias, más cuando son las primeras tras el verano: parte de esas toallitas se van depositando en el interior de las tuberías y colectores pero la llegada turbulenta de aguas por las precipitaciones provoca atascos y desbordamientos hasta el punto quese pueden recogen entre 7 y 10 cubetas pero al día, no a la semana, con el problema añadido que supone de logística, con retenes específicos que los atiendan, más cubetas y más camiones que los trasladen. Pero si el atasco es en el bajante de una casa o en la arqueta de la comunidad, el coste directo es para el ciudadano y un servicio cuesta de media los 160 euros. Y eso si es sólo uno, porque cuando hay un atasco, suelen venir muchos más.

Lo peor de todo es que las toallitas no sólo no son biodegradables sino que tampoco sin reciclables. Su composición de fibras de poliéster, celulosa y poliacrilato de sodio en polvo las hace irrecuperables y deben ser tratadas por un gestor autorizado, que en el caso de Sevilla capital es Lipasam, para su traslado inevitable a vertedero para que sean, por lo normal, enterradas. Cien años calculan que tardan en degradarse pero no ocurre sólo con ellas. A las toallitas las acompañan otros productos tan habituales en nuestra vida como pañales, compresas, tampones, preservativos, bastoncillos, medicamentos y todo tipo de aceites y grasas, que suelen tirarse, en lugar de a la basura, a la taza del váter.

Todo termina en las redes de saneamiento, en los colectores y en las estaciones depuradoras, que innovan constantemente para poder verter al medio natural un agua mínimamente parecida a la que se ha captado. Sevilla tiene varios proyectos innovadores de tratamiento de las aguas residuales, destacando el Mitlop que se desarrolla en la EDAR del Copero, e implementa técnicas de ahorro y reducción de impacto, como la producción de gases que las hacen autónomas desde el punto de vista energético, se autoabastecen con la electricidad que generan. Han captado fondos PERTE para el proyecto Creando, para digitalizar y monitorizar todas sus redes y sistemas, y esperan más financiación para el Rimaas, que aplicará la inteligencia artificial al tratamiento de residuos sólidos en las guas residuales.

Pero no se avanzará nada si el ciudadano de a pie continua tirando al retrete las toallitas con las que limpia a su hijo o con las que se quita el maquillaje. Aunque se están dando pasos para que las empresas no sólo indiquen claramente y muy visualmente que sus productos deben tirarse directamente al cubo de la basura, ya la legislación está buscando cómo hacer que paguen una parte del coste del tratamiento que abonamos todos, implantar la responsabilidad ampliada del productor, aunque eso implique que repercuta en un alza en los precios del producto. Pero si es más caro, se consumirán menos, es un primer paso.

 

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