A la espera de que se configure la nueva mayoría de gobierno en Andalucía, conviene apelar al imprescindible ejercicio de la autocrítica para afrontar la compleja realidad que tenemos por delante tras el 2-D. Estamos ante una fecha “señalaíta” que marca un punto de inflexión y, lo más importante, que apunta por donde se configurará, en un futuro inmediato, todo el mapa político de nuestro país. Y lo cierto es que si en cualquier guerra la primera víctima es la verdad, en el caso que nos ocupa, la consabida lectura de los resultados electorales, lo primero que se sacrifica es la autocrítica, un examen riguroso de lo que ha sucedido. Nadie se atreve a tan elemental esfuerzo en favor de la seriedad con sus votantes a los que se debe tratar, desde luego, como adultos y, por supuesto, con la suficiente responsabilidad para con los suyos.
La convulsión registrada inaugura una nueva etapa con la entrada en el terreno de juego de VOX y si este fenómeno se atribuye, simplemente, a que uno de los contendientes denunció su auge durante la campaña electoral, es que no se quiere entender la verdadera dimensión del acontecimiento al que acabamos de asistir. El sistema político con el que nos hemos dotado está dando signos de agotamiento. Ya se ha llevado por delante a las fuerzas políticas de izquierdas, deja seriamente tocado al PP y sitúa a Ciudadanos ante la difícil tesitura de tener de que gobernar con la ayuda de esta formación radical o no, como diría Rajoy.
La mirada hacia dentro, tratando de determinar las causas endógenas que están detrás de tanta desafección, ahí está el alto grado de abstención registrado, requiere de una lectura reposada y honesta para determinar con posterioridad las soluciones a aplicar. Bien es cierto que el grave problema territorial, con Cataluña al fondo, ha tenido mucho que ver en lo sucedido pero queda claro que urge que, cuanto antes, se identifiquen los motivos de tan profunda avería para así tratar de encontrar la salida, una respuesta, en fin, creíble y solvente.
Mientras tanto, queda lo urgente. Cerrar el paso a los extremismos. A pesar de ello, todo hace indicar que estamos ante un reto muy difícil de configurar. Se requiere, por tanto, pasar a la acción más allá de ese retórico llamamiento a las barricadas, a las trincheras frente a un enemigo que ya está, prácticamente, encima.
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