El nuevo presidente del PP está desplegando en sus primeros días de mandato su programa para los ciudadanos, pensando ya en las elecciones. Hasta su elección sus discursos eran iguales que ahora, pero eran de consumo interno para tratar de ganar la presidencia popular aunque quedó en una sorpresiva segunda plaza. Se suponía que el duelo era entre dos mujeres pero él logró la segunda plaza en detrimento de la ex secretaria general, Cospedal. Firmó, de facto, un gran pacto entre todos los perdedores, y ganó a Soraya.
En estos momentos ya no habla para su partido sino para los votantes. Está decidido a ganar y lo quiere hacer sin complejos. “Soy de derechas, y qué pasa” parece que dice en cada una de sus intervenciones. Pasa que intenta trasladar al país entero a posiciones muy conservadoras. Legítimo, como legal fue su coalición de perdedores, pero que le deja sin argumentos cuando dice que su partido es el que dispone de más diputados, como argumento para descalificar al nuevo gobierno de Pedro Sánchez. Es el encono que tiene la ex vicepresidenta, ganadora en votos de las primarias pero perdedora en el de los compromisarios. Casado ganó en los despachos, frase favorita de la derecha contra los pactos municipales y autonómicos de gobierno, cuando no le agrada el resultado. Pues ya encontró a su maestro. Cinco de los seis candidatos lo auparon al puesto que ocupa.
El último aldabonazo, al que se ha apuntado el hombre que más asignaturas ha conseguido convalidar y que hace máster con la mayor facilidad de Europa, ha sido con la emigración. Con Rajoy no había ni pateras ni saltó a las vallas de Ceuta o Melilla parece decir. Pero es que ya quiere aplicar otro 155 en Cataluña, que ha visto crecer el independentismo durante el mandato de su partido, no de los demás, como las estadísticas electorales han demostrado reiteradamente. Quiere liquidar la memoria histórica de “la guerra del abuelo”, que Franco tenga un mausoleo funerario por el bien que hizo a España, como gran dictador que fue y que se vuelva a la ley del aborto pretérita, que obligaba a las mujeres a justificar las razones de su comportamiento. El listado de iniciativas “retro” puede ser interminable pero la mejor es continuar la senda de la austeridad y, en ello, encontró colaboradores en las bancadas de enfrente.
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