El Ayuntamiento de Chiclana ha dado a conocer a las personas que recibirán este año la Insignia de Oro de la ciudad, con motivo del Día de la Constitución. Se trata de Josefa Piñero Lema, José Butrón Benítez, Mónica Ávila Ballesteros y la Sociedad Cooperativa Andaluza Unión de Viticultores de Chiclaneros, que recibirán este reconocimiento en el acto institucional que se celebrará el próximo 6 de diciembre, a las once y media de la mañana, en el Teatro Moderno.
Mónica Ávila Ballesteros. Nació en Chiclana en 1949 en la zona de la banda y se crió en la calle Corredera junto con sus seis hermanos, una infancia que recuerda con la alegría y el entusiasmo transmitido por sus padres que siempre tenían las puertas abiertas para todos los vecinos y amigos de todos ellos. Allí se respiraba un ambiente de hermandad y felicidad. Muchos de esos encuentros fueron propiciados por su hermano Manolo, que tenía una estrecha relación con Rancapino, Camarón, Pansequito, Cojo Peroche y era muy normal que se dieran juergas improvisadas en las que ella comenzó a sacar su arte y su garra.
Con 18 años conoció al mataor de toros linense Aurelio Núñez, un hombre que, además de destacar en su profesión, brillaba por su bondad y saber estar, acompañando y animando a su mujer en toda su trayectoria y con toda su admiración. Tras contraer matrimonio, a sus 21 años marcharon para Madrid y fue ahí donde Mónica decidió dedicarse profesionalmente al mundo del arte. Fueron años de esplendor en las Salas Rocieras. Radio Intercontinental respaldó su carrera artística, ofreciéndole galas por todo el territorio nacional compartiendo escenario con grandes artistas como Juanito Valderrama, Manolo Escobar, Perlita de Huelva, etc…con miles de anécdotas que no le caben en su memoria.
Su naturalidad, gracia y poderío enganchaban al público de principio a fin, contando con su club de fans que la acompañaba allá donde fuera. A Muchos les recordaba a su gran referente Lola Flores, con la que tuvo una gran amistad y complicidad en sus últimos años de vida. En el Rocío nunca pasaba desapercibida, brillaba por su cante, su baile y su belleza flamenca. Por cualquier casa por donde pasaba derrochaba generosidad y detalles con sus amigos y conocidos creando un ambiente alegre y familiar.
En cada concierto presumía de su tierra, su playa de La Barrosa y su gente, no podía llamarse de otra manera… ‘Mónica la Chiclanera’. La primera mujer pregonera de la Feria de San Antonio, recibiendo también ‘La Capacha’ por parte de la Peña Carnavalesca Perico Alcántara, por lo que ella está muy agradecida.
En su última etapa laboral sintió la necesidad de pasar más tiempo con su familia y aparcar los conciertos para no viajar tanto y fue cuando comenzó a trabajar como relaciones públicas en las salas rocieras madrileñas más importantes de aquella época. Como Al-Andalus durante los últimos 7 años.
Con 52 años decidió retirarse del mundo artístico para volver a Chiclana a cuidar de sus padres y su nieto, adaptándose a una nueva forma de vida que le dio la oportunidad de reencontrarse con sus raíces y convertirse en la matriarca de toda la familia.
Como en casa de su madre, pero ahora es la suya o cualquier lugar de Chiclana donde Mónica es capaz de propiciar un encuentro de arte, de autenticidad , de generosidad, de flamencura y “age”, así como le transmitieron sus padres y ella a sus hijas y sobrinas que la tienen como referente y maestra. No solo como artista sino como mujer, ella es fuerza, es cuidadora de todos los miembros de su familia padres, hermanos/as, sobrinos/as y lo hace de una manera muy espacial alimentándolos con amor y humor.
Disfrutona profesional capaz de contagiar esa actitud sin pretenderlo, Mónica deja una estela de sonrisas allá por donde pasa y todo lo hace desde el corazón. Afirma que “del cante lo más bonito es que te guste, si te gusta, te sale del corazón y entonces disfrutas” y esto se puede palpar cada vez que coge un micrófono. Aunque ya hace años que no se dedica de manera profesional al cante, de vez en cuando, ‘Las Mónicas’, sus niñas, como ella las llama, hacen que se suba al escenario para dar “unas pinceladas” y seguir disfrutando de la música, del propio hecho de compartir, transmitir y hacer feliz al público. Su arte lo expande en su día a día porque su escenario es la propia vida.
José Butrón Benítez. Toda una vida dedicada a la fabricación del pan. Forma parte de la tercera generación de una familia de panaderos, fundada por sus abuelos José Butrón y Carmen Macias en el año 1920 en calle Ancha. Posteriormente, sus padres, Luis Butrón y María Benítez, abrirían su propio negocio en calle La Vega número 30, allá en el año 1952. En aquel momento, José cursaba sus estudios el colegio Niño Jesus, donde recibió su primera comunión. Seguidamente, pasaría al colegio los hermanitos en la Alameda del Río, donde se encontraba en aquellos tiempos. Abandonaría sus estudios a sus trece años para trabajar con sus padres en la panadería. Su trabajo nocturno allí fue bastante duro, noches sin luz con hornos de leña, con una fabricación totalmente a mano muy dificultosa incluso llevando a mano la masa a la panadería de su tío Francisco situada en calle Ormaza.
A sus 14 años comenzaría a repartir pan con su caballo después de la fabricación a las 6 de la mañana día a día para llevar el pan a muchos hogares de la cuidad de Chiclana. Como anécdota repartía con una bicicleta con un cerón a la conocida tienda de comestible ‘La Finca’, donde le pilló un chaparrón allá por los Gallos que se le “esponjó” todo el pan. Allí le dieron una ropa seca que era una equipación de fútbol. Anécdota que recuerda con risa. Además, le pillaría la conocida riada que dificultaría su reparto y el acceso a la panadería. Así estaría hasta cumplir 18 años donde se sacaría su carnet de conducir. Su padre Luis compraría ya una furgoneta para que José realizara su reparto de pan.
A sus 15 años formó un grupo de canciones españolas y serenata llamado ‘Los Súper’, compuesto por Antonio Jiménez, Paco Barbera (colchito) y Antonio Verdugo. Seguidamente, José se metería de lleno en el mundo del caballo, donde ganó varios trofeos en concursos de carreras de cinta. Tanto fue así que se adentró en ese mundo en el que conoció el mundo del Rocío. José se convirtió en un fiel rociero en el que nunca abandonaría su trabajo. Poco a poco se hizo hermano de distintas hermandades rocieras, como la hermandad del Rocío de Cádiz, de San Fernando y de la Chiclana. En la que colabora cada vez que se le solicita.
Se casaría con 26 años en el año 1972 con María Veláquez Marín, su actual esposa. Ya casados vivirían justo arriba de la panadería, donde su padre facilitó una vivienda para cada hijo. Su hobby fue jugar al fútbol, siendo presidente del club de fútbol juvenil de Santa Ana. Estuvo con Colchón’ en el Chiclana CF, pero siempre trabajando de noche en la panadería. Como presidente también fue de la Asociación Ecuestre de Chiclana, actualmente es presidente de la asociación Amigos del Enganche y ha sido hasta hace dos meses hermano mayor de la hermandad del Rocío de Chiclana.
En el año 1987, José decidió abrir su propia y pequeña panadería, junto a su mujer María que llamaría ‘Panadería José Butrón’, situada en avenida de la Diputación. Allí arrancarían con un panadero, un aprendiz, José y María, donde pasarían momentos difíciles como todos los comienzos, donde se ganarían la vida con cariño, fe y su buena fabricación por su buen aprendizaje y por los dulces artesanales que realizaba María. Esto les sirvió para ganarse la confianza de los vecinos de la zona y del pueblo Chiclana.
Poco a poco irían aumentando y levantando el negocio y la clientela. Posteriormente, abrirían en calle la Plaza un despacho que tuvo muy buena aceptación por los vecinos, abriendo otro punto de venta en Fuente Amarga. Actualmente la panadería tiene 27 trabajadores, con sus tres hijos, cuarta generación de panaderos. La empresa de José Butrón colabora en la actualidad con Cáritas en la donación de pan semanalmente y toda aquella organización que requiere de su ayuda.
Josefa Piñero Lema. Josefa Piñero Lema y su marido, José Luis Villalobos Belizón, han mostrado su valentía, compromiso y lealtad desde la creación de su negocio, el Hostal Villa. Tras emigrar a Barcelona por oportunidades laborales, la pareja se abre camino en diferentes ámbitos empresariales. Por el momento se dedican a la venta de piezas de trenes hasta que, con el fruto de su trabajo, abren este establecimiento hostelero en 1980 en Chiclana. Más tarde, amplían el desarrollo profesional a través de la venta de piezas de barcos y la creación de la sala de bingo en 1987, hasta su clausura en 2008.
Una visión de negocio que persigue la innovación, el crecimiento y tendencia de la zona, llegándose a convertir en los pioneros de la ciudad y uno de los hostales más grandes por número de habitaciones en la provincia de Cádiz. Siempre ha sido una actividad evolutiva, abierta al cambio, se ha ido modernizando y ampliando mientras supera los obstáculos difíciles que se les presenta.
Ha colaborado en inumerable ocasiones con el Ayuntamiento de Chiclana y ha ofrecido su ayuda a todo tipo de asociaciones y personas de a pie que lo han necesitado. Asimismo, se han hospedado actores, toreros, trabajadores y músicos, entre otros. Desde sus inicios ha contado con once trabajadores, sin los que este proyecto no hubiese seguido adelante. Su esfuerzo y capacidad de adaptación en grupo ha conseguido conservar el negocio familiar, incluso en tiempos de pandemia. Destacando que ha sido el único periodo de tiempo que ha permanecido cerrado.
Ahora que han pasado 43 años desde su apertura y tras una gran pérdida, el legado recae sobre sus tres hijos José, Josefa y Ana Villalobos que dirigen y toman las riendas de este negocio. Un establecimiento que se caracteriza por su cercanía, disposición y responsabilidad por creer en el futuro de Chiclana y en su progreso. Esperemos que por muchos años más.
Unión de Viticultores Chiclaneros. La Sociedad Cooperativa Andaluza ‘Unión de Viticultores Chiclanero’ se funda en 1991, cuando un grupo de viticultores formado por 300 socios deciden, ante la grave situación financiera por la que atravesaba la Cooperativa del Campo ‘San Juan Bautista’, emprender un nuevo camino asociativo.
La primera vendimia, en septiembre de aquel año, se realiza en las antiguas instalaciones junto a la carretera nacional 340 frente a la barriada del Pilar. Se compran los vinos y enseres de la Cooperativa de San Juan Bautista y se constituye oficialmente la nueva, el 24 de junio de 1992, con un Consejo Rector que está compuesto por un presidente, ocho vocales y tres interventores de cuentas. Su primer presidente, provisional, fue don Manuel Fernández de Alba, que permanecerá en el cargo durante dos años hasta la convocatoria de elecciones, en las que fue refrendado como primer presidente del Consejo Rector por cuatro años más. En las siguientes elecciones es elegido presidente, don Manuel Manzano Ortiz, continuando en el cargo desde entonces y hasta la actualidad.
En 1996, la nueva cooperativa compra en el polígono industrial de El Torno de los yesos, once naves en la calle de la Madera número 5 para la construcción y adaptación de sus nuevas instalaciones. Dos años más tarde, se pisa por primera vez la uva en ellas con un lagar de acero inoxidable adaptado y transformado para dar cabida suficiente a la cosecha anual. Ello se le añade la compra de nueva maquinaria como desvinadores, prensas y recolectores. La nueva bodega ya estaba dispuesta para acoger al nuevo mosto; una parte de ellos para la venta a las más importantes bodegas de Jerez y el resto para la elaboración de sus propios vinos.
En los siguientes años la bodega se consolida en la zona de producción del Marco de Jerez, siendo la primera en vender vino con sus marcas: los finos, ‘Chiclanero’ y ‘Salinas’; el oloroso ‘Sarmiento’; el moscatel ‘Don Matías’ y el vino de mesa, ‘Viña Iro’.
Por su exquisita elaboración y calidad la bodega obtiene en, 2005, el certificado de la ENAC (Entidad Nacional de Acreditación), ISO 9001: 2000. En el importante y significativo acto protocolario estuvieron presentes el delegado de Agricultura de la Junta de Andalucía, el presidente del Consejo Regulador de la Denominación Jerez-Xere-Sherry y el alcalde de la ciudad.
A lo largo de todo este tiempo la ‘cooperativa’ ha pasado de ser zona de producción, a zona de crianza dentro del Marco de Jerez y su Denominación de Origen Jerez-Xere-Sherry. Un paso importantísimo para sus vinos. Mientras tanto prosigue su automatización, añadiendo nuevas tecnologías a la bodega como la toma de muestras in situ, antes de entrar la uva en el lagar, a las que se añaden las relativas al proceso de recolección del mosto, la vinificación, el cuidado y el esmero del enólogo. Todo ello unido a la calidad final de sus vinos ha supuesto, junto a las redes sociales y la venta por Internet a través de su página web, un nuevo impulso en el mercado nacional e internacional para esta entidad que es referente de los vinos de Chiclana en el mundo.
La cooperativa cuenta actualmente con 120 socios. Sus 215 hectáreas de viñas producen el 90 por ciento del mosto de nuestro término municipal, repartidos por distintos pagos para la elaboración de sus vinos. En los últimos tiempos, se ha unido a ellos la solera de fino ‘Palillo’ y otras marcas de la bodega de Miguel Guerra, abriendo hoy sus vinos no solo al consumo local y de la Bahía, sino también otros de la geografía española y al extranjero.
En 2016, durante la celebración del Día de Andalucía, la cooperativa ‘Unión de Viticultores Chiclaneros’ recibe el importante reconocimiento de la Junta de Andalucía a la ‘Acción Empresarial’.
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