Nos propone la Galería de Arte de Manchester un interesante debate sobre la “cosificación” de la mujer en el mundo del arte. La pasada semana el museo de la ciudad inglesa retiraba la obra “Hylas y las ninfas”, del pintor John William Waterhouse. Además del cuadro también se quitaban las postales de la tienda de recuerdos. Por cierto, una de las más vendidas.
La dirección de la galería, ante el revuelo formado, aclara que esta acción se asemeja más a una “performance” que a un acto de censura. Se trata de abrir un debate necesario sobre el tratamiento que se le da a la mujer en la pintura en particular y en el resto de actividades artísticas en general. La apertura de un foro aprovechando el movimiento “Me Too”. Un propósito que, a juzgar por la repercusión internacional obtenida, parece que ha tenido éxito. Sin ir más lejos, el vacío dejado en la pared por la retirada del cuadro, hoy está repleto de “post-it” en los que los visitantes al museo se expresan en uno u otro sentido aportando su opinión. La pintura se volverá a exponer en unas semanas en otro contexto.
Independientemente de nuestra respuesta al debate propuesto por la Galería de Arte de Manchester, también surge la duda de que si esta iniciativa merece un sonoro aplauso por la apertura al diálogo o solamente se trata de un peligroso precedente de censura y puritanismo.
Ya en 2016, las autoridades italianas decidieron tapar las esculturas desnudas del Capitolio por respeto al presidente iraní durante una visita a Roma. Así lo habían solicitado los organizadores del viaje y así terminaron tapadas estatuas esculpidas en el siglo II antes de Cristo.
Europa parece que, definitivamente, deja a su suerte a Europa también en el mundo del arte.
Vivimos en un tiempo de cambio. Caminamos por una peligrosa cuerda floja que nos engaña con las maravillosas vistas que nos ofrece desde la considerable altura donde está instalada, pero que nos oculta el batacazo que nos pegaremos.
Podemos “colgar” dulces gatitos en nuestros perfiles en las redes sociales para apoyar una y mil causas. Condecorarnos con lazos de miles de colores y “retuitear” caracteres en contra de todo lo que nos parece abominable. Podemos seguir dando “foco” al último movimiento políticamente correcto de moda. Pero seguimos obviando el único debate importante. El del estado de nuestra educación. Lo dicen los ingleses: “la buena educación es cara, pero la mala, aún lo es más”. Y ya que estamos abriendo debates, no estaría mal plantear el de la banalización y “cosificación” de las causas justas.
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