Los matices son importantes porque adornan el cuadro general. La continuidad es la norma. Feijóo en Galicia se las prometía felices y comerá cuatro años perdices. La duda es si las perdices serán siempre gallegas o compartirá también menú con perdices españolas. Urkullu sabía que ganaba y ha ganado. Ahí no hay duda, la merluza de los cuatro años será vasca siempre. No hay cambio de menú. .
El PP -en letra pequeña en toda la campaña gallega- conserva su feudo gallego y de momento sin amenaza alguna por parte de los que que han quedado en segundo y en tercer lugar. Ni el Bloque Nacionalista Gallego -que ha subido mucho- ni el PSOE son un peligro a su hegemonía en elecciones autonómicas. En elecciones generales es otro cantar, porque el PSOE alcanza al PP. Podemos prometía hace cuatro años un gran futuro y ahora se ha estrellado, con su sorpresiva desaparición del parlamento gallego.
En Euskadi continuará el gobierno de coalición entre peneuvistas y socialistas y se empeñarán en modernizar su ya importante base tecnológica e industrial. Es evidente que la menor participación electoral ha favorecido a EH-Bildu, que consolida su segunda posición y que el candidato escogido por Pablo Casado, tras descabalgar a Alonso -Carlos Iturgaiz- no ha gustado al electorado. Esa vuelta al recuerdo permanente de ETA como única motivación de campaña, no ha sido del agrado del vasco, que busca normalidad. El fracaso de la apuesta de Casado es total. El PSOE mantiene resultados, con una leve subida en ambas comunidades, pero no puede satisfacer que un partido que gobierna España se sitúe en tercera posición en las dos. Sólo se mantiene el tipo. Lo de Podemos en Euskadi es grave porque -como en Galicia- hace cuatro años dieron el campanazo. El desastre ha dejado sin explicaciones a los líderes de Podemos. Las divisiones territoriales se pagan caras. Atención, pues, en Andalucía.
A nivel nacional, el PSOE no cambiará. Podemos intensificará su nerviosismo, porque la crítica interna no llega, y sin ella, no hay correcciones. El PP tendrá un liderazgo que estará mirando de reojo de continuo hacia el noroeste porque allí está el patrón que no saltó al ruedo nacional.
Una nota: Que no hayan podido votar los enfermos de COVID-19 traerá cola jurídica.
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