Campo de Gibraltar

Chamizo: "El Parlamento necesita una respuesta ciudadana potente"

José Chamizo de la Rubia (Los Barrios, 1949) acaba de cumplir setenta años y en lugar de jubilarse ha creado una nueva asociación de voluntarios.

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  • José Chamizo -
  • “Se ha convertido al inmigrante en el chivo expiatorio como antes ocurrió con los yonkis”

Pregunta: La pasada semana cumplió usted setenta años. ¿Qué queda de aquel joven que se fue a estudiar Historia al Vaticano?

“Se ha convertido al inmigrante en el chivo expiatorio como antes ocurrió con los yonkis”

Respuesta:  —Creo que queda todo. La curiosidad intelectual, la solidaridad, el deseo de justicia social, una afición por la literatura, sobre todo por el teatro y la poesía. También la hiperactividad y a veces también de paranoia. Momentos de todo tipo.

¿Se arrepientes de algo?

 —Realmente no. Tal vez podría haber hecho algo más en algunos casos, no sólo cuando fui Defensor del Pueblo Andaluz, sino antes. Pero en general estoy bien con mi conciencia, lo cual no quiere decir que esté muy satisfecho, pero en general me encuentro bien con mi conciencia, lo cual ya es importante.

Con 70 años a sus espaldas, ¿piensa en la jubilación?

— Yo ya estoy jubilado laboralmente, pero no de la acción, eso es hasta que me muera, evidentemente.

La lucha contra la marginación, contra la pobreza y contra la droga han marcado su vida.En la década de los ochenta es usted una persona clave para la creación de las coordinadoras antidroga en la provincia de Cádiz. Ahora vuelve a crear otra asociación de activismo social. ¿Por qué?

— Porque la fórmula de tener asociaciones con subvenciones públicas ya la he vivido y quería tener la experiencia  de una organización que no dependiera de entidades públicas al cien por cien. Nosotros sí aceptamos las ayudas de los ayuntamientos, pero no de la Junta de Andalucía porque  entendemos que son ayudas perversas. Por una parte, el nivel de exigencia es tan alto que no se corresponde con el dinero que dan y te hacen volverte loco buscando dinero y desatender los recursos.

¿Qué es ´’Voluntario por otro Mundo’?

—  Es una organización que tiene cuatro proyectos esenciales. El primero es atender a los presos indigentes, a los encarcelados que no tienen familia ni nadie que los apoye. En segundo lugar es apoyar a los  ex tutelados jóvenes a los que la entidad aloja en pisos de protección que tenemos en Jerez con la ayuda de su ayuntamiento. También tenemos un proyecto de cooperación con Sevilla Acoge de tema sanitario para Marruecos. Por últimos llevamos una campaña de denuncia del maltrato a ancianos en el ámbito familiar. Son cosas variadas, pero es que intentamos dar respuesta a lo que no funciona y estos temas no funcionan casi por parte de nadie.

A los jóvenes que están bajo la tutela de la Administración, ya sean inmigrantes o españoles, cumplen los 18 años, ya son mayores de edad y se les pone en la calle porque ahí acaba la protección.

Cumplen la mayoría de edad y se les dice: iros.  Imagine que esto lo hiciera un padre con un hijo, inmediatamente le aplicarían el Código Penal o el Civil.

Es un problema la inmigración?

— Es una realidad histórica que se ha convertido ahora por parte de Europa en una especie de problema. Creo que no es sólo un problema, sino una solución para algunas cosas, como es el descenso de población, como está ocurriendo en España. donde ha y más muertes que nacimientos. La inmigración es la última revolución a la que estamos asistiendo. No nos gusta tener al pobre de todos los países que pide lo que exigía la Revolución Francesa: dignidad, libertad, fraternidad, justicia. Y nosotros nos hemos aburguesado.

¿No es una utopía creer que se puede acoger a todos los inmigrantes?

— Todos no quieren venir y tampoco se les está atendiendo en sus países de origen. Lo que parece que se está diciendo es que se mueran, que la única manera de librarnos de esto es que se mueran. Hemos esquilmado África, nos hemos traído de allí todo lo que queríamos, tanto en la época de colonización como ahora. Y ahora ya están los chinos buscando coltán, ese mineral que se utiliza para los móviles. Somos grandes esquilmadores, pero no gente que defienda los derechos humanos.

¿Conviene que haya inmigrantes para echarle la culpa a alguien?

Se han convertido en el chivo expiatorio como lo fueron los yonkis, que recuerdo que todo lo que pasaba era culpa de ellos: los robos, las violaciones... Ahora es culpa de los inmigrantes. La sociedad necesita volcar sus frustraciones, sus miedos en algún colectivo y ahora le ha tocado al  inmigrantes

¿La sociedad es imbécil?

— No, es manipulable. Te dan opiniones que son mentiras y actúas en relación a ellas sin tener un pensamiento crítico. Te conviertes en una persona con buena voluntad pero manipulada.

La pobreza. ¿Peor qué cuando usted empezó a combatirla?

— Tiene otro corte. La pobreza se ha generalizado en cuanto a clases sociales y aunque aparentemente ha decrecido, ha aumentado el de personas de clase media que se han empobrecido a partir de la crisis económica. La pobreza tiene otras caras y los números, aunque repito que aparentemente han bajado, en el fondo hay picos muy altos. En Andalucía tenemos ocho millones de habitante y se habla que tres millones están al borde de la exclusión social. No es que estén, pero pueden llegar. Quinientos mil menores no tienen las ayudas necesarias para vivir dignamente.

En el libro 1984, de George Orwell, el Partido único habla del proletariado como una clase alienada, de la que no hay que temer una rebelión, Es así es  clase marginada o al borde de la marginación de la que usted habla?

— No. Es gente que cuenta y más de lo que algunos creen. Pero bueno, es gente a la que se está conteniendo a través de pequeñas ayudas, pero si estas ayudas disminuyen, será un elemento más para la violencia. Hay que hacer una buena política social que todavía no se ha hecho, una política en la que las personas a las que se ayuda también sean responsables de salir de la situación en la que están y para ello hay que facilitarles lo medios. Este planteamiento no se ha hecho y ha quedado todo en ayudas y ayudas, que al final no sirven para mucho, sino para crear más problemas.

Y estos tres millones de personas en la pobreza, ¿cree que desembocará en un nuevo 15-M u optará por alinearse en partidos extremistas?

— En este momento no sabía decirle cómo va a acabar. Sé que no puede acabar bien. Bien sería como un fenómeno como el 15-M y mal como brotes de violencia en distintos barrios y ciudades, pero no puedo predecirlo. Lo que más temo es que sea una violencia encadenada de un lugar a otro como ya ha pasado en algunos sitios. Eso rompe la convivencia, los modos de vida. La violencia nunca es aconsejable. Por eso es preferible que todos los descontentos vayan al Parlamento a mostrar que no están de acuerdo con lo que se está haciendo y pedir un cambio profundo en los temas sociales.

¿Qué hace la Administración?

— De momento proyectos y proyectos que la mitad de ellos no funcionan. No digo que haya mala voluntad, pero lo que no hay es cabeza para llevar estos programas a cabo. Hay mucha gente comprometida en la Administración, pero no tienen medios y muchas veces ni una norma que les ayude. Tenemos el ejemplo del salario social, que ahora dice que se va a reformar y que no espero que no desaparezca. Ya tendríamos que estar en la renta básica, de la que se dijo mucho pero que ha quedado prácticamente en nada.

Otra de patas de su lucha es la drogodependencia. ¿Sigue igual que en la época de los ochenta?

— No, porque ha bajado la preocupación social totalmente. Salvo en el Campo de Gibraltar ha bajado y está en el puesto veinte o veinticinco en lo que son las preocupaciones de los españoles. Y esta despreocupación es el primer problema que tenemos en cuanto a la droga. Y las Administraciones, tanto nacional, autonómica como provincial, al ver que que los ciudadanos no manifiestan que están preocupados por el tema, han bajado totalmente los recursos y eso es algo que ya estamos pagando. No se puede bajar los recursos con el repunte que hay de heroína, aunque la verdad es que no debían de bajarlos nunca. Se piensa que es un problema que ya está resuelto y no es verdad. Al contrario, empieza a ser de nuevo muy preocupante.

Soluciones que no llegaron en Andalucía en la etapa del PSOE al frente de la Junta ni parece ser ahora con la derecha.

— De momento no. El gobierno actual lleva muy poco tiempo, pero no se ven grandes avances. Tenemos un lío grande con Droga, porque ha pasado a Salud y no sabemos bien qué se va a hacer. Está el problema del dinero que se le debe  por ejemplo a las coordinadoras (antidroga), como es el caso de Despierta en La Línea y se están pasando la pelota de las Consejerías de Asuntos Sociales y Salud, pero al final nadie paga y deben hacerlo las madres que son pensionistas, que se han hecho cargo de la Seguridad Social de los trabajadores y ellos no están cobrando, lo cual me parece un escándalo y una poca vergüenza.

Veo cierta irresponsabilidad en los que ha mandado antes y los que mandan ahora respecto al tema droga. Mucho hablar, pero al final la situación de la gente viene a ser casi la misma.

¿La droga sigue haciendo daño?

—Hay un gran consumo de cocaína  que está teniendo ya una repercusión en las muertes en los accidentes de tráfico. Hay muchas peleas, violencia callejera producida por el consumo de droga. Hay actitudes en las familias que son verdaderamente insoportables debido al consumo de droga y también a otros factores, como es la falta de salida laboral de muchos jóvenes. Todo esto se mezcla y sin una buena política de prevención, sin una política real de droga, crea una situación que de estallar, será una tragedia.

¿El movimiento asociativo es clave en la lucha contra la droga?

— Sí. Es verdad que ha pasado muchas vicisitudes y que tiene un problema de dependencia de las administraciones. La asociación que yo llevo ahora sólo tiene voluntarios y es así para huir de esa prepotencia de las administraciones, que te da un dinero para que resuelvas un problema de la sociedad y luego te pide un nivel de exigencia que no responde a lo que te da. Por eso es decidido tener una asociación de voluntarios, sin trabajadores, para evitar cualquier tipo de chantaje de las administraciones.

¿Desconfía de las Administraciones?

— No diría las Administraciones, sino la Junta de Andalucía.

Y usted ante esta situación de impagos a las coordinadoras hace un llamamiento público para que tomen el Parlamento Andaluz.

— El Parlamento necesita una respuesta ciudadana potente. Estamos intentando organizarnos y ya veremos si se produce o no. Creo que es la única solución para que los partidos políticos vean que la ciudadanía está preocupada y que va en serio. Sin violencia pero sí dejando muy claro que no estamos de acuerdo con lo que se está haciendo por parte de ninguno.

Tras leer su artículo tuve la impresión de que está usted reclamando un nuevo 15-M.

— No, no tiene nada que ver e imagino que no terminará como un 15-M, porque las cosas históricamente se repiten pero muy a largo plazo. Lo que estoy intentando es que el ciudadano debe concienciarse de que debe tener mucho más protagonismo y marcarle la agenda a los partidos políticos y no que nos la marquen ellos a nosotros, que es lo que están haciendo.

¿Se ilusionó con el 15-M?

— Con la novedad sí. Pensaba que iba a acabar mejor, pero no ha sido posible porque está claro que todas las organizaciones políticas padecen el mismo síndrome al final. Esto está hecho para que todas las organizaciones sean parecidas. La gente nueva la ha tenido difícil y Podemos se ha perdido en el laberinto de los personalismos, de los egoísmos, de los yoísmos y eso una pena. Pero vamos, que también los carriles que hay abiertos en la política no permiten mucho la presencia de otras fuerzas políticas sino de los que están. La gente mira más al partido que al pueblo y así no se puede construir una democracia auténtica. Se trata de un ejercicio de hipocresía colectiva.

De 1996 a 2013 fue Defensor del Pueblo Andaluz. ¿Arrepentido de haber aceptado el cargo?

— Para nada. Contento totalmente con lo que se hizo. Otra cosa es lo que ha venido después, que bueno, se intenta dar una respuesta con la que yo no coincido. Es un modelo de Defensor que respeto pero que no comparto.

¿Sirve para algo la labor del Defensor del Pueblo?

— En mi época sirvió. Salario social, comunidades terapéuticas para enfermos mentales, atención sanitaria más rápida, más para el ámbito de la infancia. Se hicieron muchísimas cosas, conseguimos muchos objetivos y fue importante esa época. Y no fue sólo una labor mía, sino del equipo. Luego parece que la cosa ha decaído, pero esa ya no es mi responsabilidad.

¿Se arrepiente de la frase que la lanzó realizó cuando no se le renovó en el cargo? Se la repito: "La chica que está ahora en Presidencia (Susana Díaz), unida a una especie de psicópata del Partido Popular, decidieron que yo tenía que irme".

— Para nada.  Fue una cosa muy mal hecha y con un mal estilo, en la que participó no sólo el PSOE, sino también la  Izquierda Unida de Diego Valderas y el PP de Zoido.

Usted es sacerdote. ¿Cómo ve a la Iglesia?

— Con una cúpula que es el Papa, en un sentido bastante evangélico; veo a un sector del episcopado bastante anclado en lo tradicional y luego una base dividida entre gente que está con el Papa y gente que lo está con los obispos. Esto es malo.

Se dice que este es un Papa más cercano al pueblo, a los pobres.

— Eso es cierto, es innegable. Otra cosa es que los obispos, sobre todo en España, no quieren secundarlo porque es gente muy tradicional.

Su faceta de escritor. ¿La ha dejado?

 —No. Ahora estoy volcado con el teatro y acabo de escribir una cosa sobre el Apocalipsis, que es lo que me tiene ahora más implicado. También doy conferencias, cursos de temas sociales, aquí y en otras partes de España.

¿Para qué le sirve  la literatura?

— Para crear y también para salir un poco de mi mismo y no quedarme encerrado en el yo, sino compartir con los demás lo que pienso, lo que siento, lo que vivo.

 

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