La novena provincia

Funeral de Pepe Galán

Doce años de sufrimiento que han llegado a pararle el corazón. Su infarto ha venido como consecuencia de esos sufrimientos. Algunos no podrán dormir....

Publicado: 18/07/2019 ·
22:23
· Actualizado: 18/07/2019 · 22:23
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Autor

Patricio González

Ingeniero Técnico Naval. Fue alcalde de Algeciras durante doce años (1991-2003). Ha publicado un total de 14 libros

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Espacio dedicado a la problemática del Campo de Gibraltar, aunque también a temas generales de la situación de Andalucía

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He asistido al funeral de Pepe Galán. Muchos amigos hemos acompañado a su familia. De los otros, nadie. Doce años de sufrimientos que han llegado a pararle el corazón. El infarto no ha venido solo sino como consecuencia de esos sufrimientos. Y hay que decirlo porque ya está bien. Incluso , cuando la sentencia del Tribunal Superior de Justicia de Andalucía ha afirmado que la licencia del Club Hípico Botafuegos era legal, ha seguido el sufrimiento, ha sido el remate final que le ha llevado a morir. Y con él, ha muerto también  el riesgo, el conflicto y el compromiso. Se suponía que era  la hora de los cobardes, de los miedosos, de los indefinidos y de los ambiguos, pero ni eso.

 

Y qué cosas. Cuando ya no había riesgo,  los cobardes ni siquiera  se sintieron valientes y no han sido capaces de tributarle al muerto lo que le habían negado al vivo.

 

 Después, cuando pase algún tiempo, dirán que era un gran hombre y que hizo mucho por mucha gente y que ayudó a todo el que se lo pidió.  A buenas horas.

 

Ya es tarde, demasiado tarde.  Representan el papel de los fariseos. Desairado y triste papel.

 

Ese es el final lógico, pero lamentable, de los cobardes. El miedo a la verdad, les robó lo más maravilloso. La entrega de verdad a los valores de una persona.

 

Hoy, los amigos de Pepe, ya no tenemos miedo a ese sanedrín, ni a los escribas, ni a los fariseos  sociales, económicos, políticos, ecologistas y hasta religiosos.

 

Pero también hay otros más que no han venido porque pertenecen a  ideologías  que se han erigido en auténticas dictaduras sobre las inteligencias.  Y la abrazan aunque no les convenzan. Tienen miedo de perder un cargo, un puesto, una prebenda: para conservarla ó adquirirla  no tienen más remedio que aplaudir y corear incondicionalmente los estilos, los criterios, y los gustos de los poderes  y las autoridades de quienes depende el cargo ó la prebenda.

 

Pero, ¡Ojo!, a estas alturas de mi vida, yo no tengo miedo y les digo a todos esos por si se les ocurre alguna tropelía que “Yo valgo más por lo que callo que por lo que hablo”.

 

Descansa en paz, Pepe, tus amigos seguiremos.

 

 

 

 

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