La Taberna de los Sabios

El perentorio sexo de los ángeles

¿Se conquista el futuro con debates del pasado? ¿Se convive atizando la crispación y abominando de la convivencia?

Publicado: 14/11/2018 ·
09:44
· Actualizado: 14/11/2018 · 09:44
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Autor

Manuel Pimentel

El autor del blog, Manuel Pimentel, es editor y escritor. Ex ministro de Trabajo y Asuntos Sociales

La Taberna de los Sabios

En tiempos de vértigo, los sabios de la taberna apuran su copa porque saben que pese a todo, merece la pena vivir

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Bizancio, 1453. La antigua Constantinopla, cae ante los invasores otomanos. Desaparecía, así, el último estertor del mundo clásico, epígono de la gran Roma, para alumbrar al imperio turco. El sultán turco Mehmed II llegaba hasta las puertas de la vieja ciudad de la gloria y el recuerdo. En su interior, el emperador bizantino Constantino XI Paleólogo, valeroso y esforzado, decidió hacerles frente hasta el límite mismo de sus fuerzas… fuerzas bien escasas, por cierto, ya que, según la leyenda, gran parte de los poderes vivos del imperio, nobles, clero e intelectuales, empleaban su tiempo en discutir sobre el sexo de los ángeles,en vez de aunar fuerzas contra el enemigo que finalizaría destruyéndolos para siempre. Ante cuestión tan trascendente como la dilucidar si los querubines eran chicos o chicas, ¿qué importancia tenía que unos bárbaros zarrapastrosos chillaran como bestias ante las murallas de la ciudad invencible? Constantino murió en las murallas, mientras sus cortesanos no lograron alcanzar un acuerdo sobre untema metafísico y metasexual tan urgente y perentorio.

España, 2018. El mundo cabalga sobre el corcel de la digitalización, innovando formas, empresas e instituciones. Asia vuela, EEUU crece y España languidece. Mientras, nuestros líderes y lideresas se dedican a los juegos de espías, a grabarse en plan Mortadelo y Filemón, a destruirse con saña y alevosía entre ellos, con aroma de alcantarilla y alma de cloaca, fórmula cierta para la autodestrucción colectiva.

Europa, 2018. Los europeos nos encaminamos hacia la irrelevancia internacional mientras que, en España, nuestros diputados, diputadas, intelectuales y cortesanos se emplean en algo tan perentorio y preciso como el desenterrar el fiambre de Franco, vaya por Dios, toquemos madera. Los chinos forjan un imperio y nosotros nos inhibimos porque estamos muy atareados en encontrar nuevo acomodo a los restos del espadón. ¿La Almudena? No. ¿El Pardo?,tampoco. Y así se nos va la vida, deshojando la margarita de tan necesaria cuestión. Y los de fuera, mientras, arrollándonos con su poder emergente e inquietante.

Estrecho de Gibraltar, 2018. África camina de manera acelerada hacia los 2.000 millones de habitantes;nosotros perdemos población. Pero el afán de sus señorías se centra en modificar la constitución para dignificarla con el lenguaje inclusivo, de ellos y ellas, tema crucial porque igual derecho tienen los ángeles chicos como las ángeles chicas, faltaría más.

Andalucía, 2018, permanece resignada en los puestos de cola de empleo y riqueza, pero nuestro establishment político y periodístico está a otra cosa, por ejemplo, a la de destruir a personas dignas, como algunos de los anteriores presidentes de la Junta, con dislates jurídicos como los EREs, causa general que confunde la manzana verde con la podrida. ¿Andalucía? ¿A quién le importa con lo divertido que es quemar al enemigo en plaza pública?

Usted y yo, 2018, nos empobrecemos paulatinamente como clases medias, al ganar menos y pagar más, entre impuestos varios y exigencias de la vida. ¿Protestamos por ello? ¿Luchamos por revertir nuestra segura decadencia? No, porque hace tiempo que perdimos ya el interés por la realidad. Nos encantan los ideales de hojalata y los ensueños de crecepelo barato que nos venden los populismos de una y otra cuña. Los “ismos” nos ponen, lo real nos aburre. Por eso pedimos palabras y no hechos; sueños y no ganancias.

Bizancio, 1453. Constantino XI Paleólogo, estaba condenado al fracaso. Al menos, una muerte digna le redimió, sabedor ya de que no ganaría la batalla con el sexo de los ángeles como principal ocupación de sus élites.

 España, 2018. ¿Se conquista el futuro con debates del pasado? ¿Se compite con las fuerzas emergentes externas – que amenazan con empobrecernos – con la autodestrucción interna? ¿Se convive atizando la crispación y abominando de la convivencia? Quizás deberíamos preguntarle por su experiencia al desgraciado y esforzado Constantino XI, por si lograra iluminarnos en algo. ¿Y qué nos diría? Pues, con lágrimas de impotencia, nos haría saber que los debates sobre el sexo de los ángeles, que hoy tanto nos entretienen, son el canto epigonal de las civilizaciones y naciones decadentes que fueron, pero que, ya, nunca más serán.

 

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