Mi misión es irme sin que te hayas ido

Hace seis años me convertí en futuro, me sembré en el mañana. Hace seis años vacié el continente llenándolo de contenido. Hace seis años mi mirada aprendió en letanía de alabanzas el claro oscuro de los horizontes. Hace seis años mi amor se hizo madre y en mi cuerpo se adentraron todos los temblores que habitan en el alma de los padres. Hace seis años te observé por primera vez y eras igual a lo que siempre, en cualquiera de mis quebradas noches, soñé.

Ya hablas. Ya lees. Ya deseas. Ya tus entrañas hierven. Mi misión es irme sin que te hayas ido. Mi misión es esculpir en tus carnes la importancia de reír. Mi misión es intentar convencerte de que amar supera al verbo y que odiar es apenas una palabra, que en tus manos repose el esfuerzo y que eres bello para que nunca dejes de serlo.

Ya lees, pero aún son muchas las cuestiones que no comprendes. Es pronto, ahora juega, ahora aprende. Bajo mi manto el mundo se detiene. El llanto se apaga bajo mi manto. Bajo mi manto yo te protejo. Soy todo muro.

Ya hablas, pero aún no conoces el poder de la palabra. Ya tus entrañas hierven, pero aún la inocencia en ellas a sus anchas campa. Mi manto detiene el mundo pero no el tiempo. Segundos que son horas y luego años. Lo que percibes, lo que para ti es eterno, para mí ya es caduco. Para ti seis años es toda una vida, para mí es un simple ayer, una esquina en la calle de mi vejez.

Para que no me veas, me disfrazo de payaso. Practicamos juntos malabares y me dejas boquiabierto cuando haces girar, incansable, un hula hoop. Mis malos días se disipan en el verde de tus pupilas. Prefiero arrancarme las uñas, una a una, a llevarme mi mierda a casa. Te dan miedo las algas, hablamos con la orilla a nuestra merced. Son plantas que viven en el mar, es el vello púbico de las sirenas. Sonríes porque no uso esas palabras. Pasan los días y entre tus diminutos dedos me traes un alga del tamaño de un rizo. “Así se me quitan los miedos, es lo que me dijiste, primero un paso, luego otro… Mañana cogeré las grandes”. Me estalla el pecho.

Ya metes la cabeza bajo el agua. Ya no temes a los cangrejos roqueños. Ya te lanzas en bomba a la piscina. Ya no apartas las zanahorias. Ya le quitamos los ‘ruedines’ a la bicicleta. Ya no te ruborizas al decirnos que nos quieres. Y ya vas con mochila a clase y la semana que entra harás tu primer examen.

Sobre mis rodillas te enseñé el hambre, la miseria y por ende, la necesidad de que entiendas cuanto antes que quien no valora lo que tiene, no tiene nada. Más allá de mi manto habita una cruda realidad. Y mi manto se irá. Y yo me iré. Sí, a las estrellas. O la tierra mejor. No creo en dios, creo en vos, creo en el hombre, en el tiempo y en el amor. Pero ya soy futuro, gracias a ti, pero ya soy mañana.

Una noche, agazapados ambos entre sábanas y almohadas, te hablé de la importancia de aprender. De aprovechar lo poco que te ofrezco que es mucho. Esfuerzo no es incompatible con diversión. Diviértete esforzándote, esfuérzate en divertirte. Si miras al futuro, es todo tuyo, serás, no lo olvides, lo que quieras ser. Un día yo seré pasado porque tú ocuparás todo el mañana. Feliz cumpleaños mi amor. No creo en dios, creo en vos.

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