La finca La Dehesilla de Justino Azcárate, uno de esos “exiliados” republicanos que vivían en España sin que nadie se metiese con él, fue el marco donde algunos “intelectuales” con Mariano Rubio y Miguel Boyer a la cabeza, se reunían para solucionar el mundo hasta que la hija de Justino, a la sazón esposa de Mariano Rubio, preparó su escapada a Venezuela con el play boy de la época, Javier de los Arcos, y les fastidió la fiesta a todos; y entre esos todos se hallaban Pedro Schwartz, José María López de Letona, Adolfo Suarez, Manuel de la Concha, José María Entrecanales, Plácido Arango, Joaquín y Antonio Garrigues y algunos más que han aportado su valioso conocimiento para que este país tenga una deuda que supera casi el billón y medio de euros y una crisis de identidad sin precedentes que nos ha conducido a un absoluto disparate de modelo de país. Hasta el propio José María Aznar y Ana Botella querían pertenecer a este exclusivo club, pero no daban la talla, y no porque no tuviese, el bueno de don José María, capacidad intelectual equiparable, como luego se demostró con la Guerra de Irak y disertando con acento tejano, sino porque aún no se había dejado melenita ni había degustado un “relaxing cup of café in Plaza Mayor”.
Y es que de esa “beautiful people” vienen casi todos estos lodos, y entidades financieras que a finales de los años setenta ocupaban el sexto puesto en el ranking nacional hoy, posiblemente, estén a punto de hacer tambalear nuestro paupérrimo sistema financiero. Cada uno de ellos protagonizó parte de nuestras vidas, desde el propio Mariano Rubio que comenzó su andadura impresionando a la bella Carmen, narradora de cuentos infantiles ñoños, con un premio literario que ni ella se lo podía creer por mucho que mirase hacia el suntuoso despacho de su marido en el Banco de España, y que acabó en el presidio para tapar a sus amigos mejor situados que él; a Miguel Boyer que era la leche de listo, pero entrampó este país hasta las trancas; acabando, o realmente empezando, por ese Adolfo Suarez que patentó lo del Estado de las Autonomías que tantas alegrías nos ha proporcionado con diecisiete planes de estudio, diecisiete himnos y diecisiete banderas a cual más absurda y colorida.
Y es que hoy, mientras me devano los sesos intentando comprender cómo una ilustre naviera, como fue la Compañía Trasmediterránea, ha llegado a esta situación, me aparecen todos estos fantasmas de mi pasado, y digo lo de mí pasado porque yo si que lo viví. Pero vayamos por partes, el primer milagro se lleva a cabo con el Banco Santander y con otro de la “beautiful people”, Solchaga, que, decide sacrificar Banesto para hacer crecer al Banco de Botin que mira con tiernos y buenos ojos a ese grupito de amigos tan “salaos” ellos. Y es que la intervención de Banesto fue, según el mismísimo Alfonso Guerra, una venganza de Solchaga por no haber querido Mario Conde comprar Ibercorp que era el “chiringuito” financiero de sus amigos de la “beautiful people”.
El caso es que con la intervención de Banesto se matan dos pájaros de un tiro; por un lado, se “bloquea” ese Mario Conde que les estaba haciendo sombra a todos ellos, y por otro lado, potencian una entidad que sería fundamental para todos ellos a lo largo de esta historia.
Por supuesto esta operación fue una inmensa inyección de capital a costa de los ahorros de los pequeños accionistas de Banesto. Si nos fijamos en lo que ha ocurrido con el Banco Popular encontraremos ciertas similitudes, ya que las acciones del Banco Popular, de la noche a la mañana, han pasado a valer CERO EUROS para que el Santander lo pudiese comprar por UN EURO: curioso, ¿verdad'. No sé, pero es algo así como una manera de ·inyectar" dinero de una forma disimulada y "cercando" a las victimas, porque en este país se rescatan entidades, pero no a los que las "sustentan" con sus ahorros, y eso es porque realmente las entidades no son de los que no creemos que son, sino de otros que son los dueños de todo, pero eso es otro asunto que merece otro artículo. Volvamos a los chicos de Verano Azul, o sea, a "la beautiful people".
Como hemos visto, entre ese selecto grupo se encontraba José María Entrecanales que había comenzado su fortuna por tierras moras y la había afianzado en el BOE. José María era mucho más versátil que el resto y alternaba al grupo de "La Dehesilla" con José María y Ana que ya comenzaban a degustar las mieles del triunfo, y él, José María, creía que iba a sustituir a Mario Conde como modelo a seguir por la juventud de Serrano y Puerta de Hierro aunque no fuese Abogado del Estado, sino un simple Inspector de Hacienda de provincias. Y es que estaba apareciendo otra pandilla que iba a sustituir a aquella legendaria "beautiful people" que era la que formaban los Villar Mir, los Oriol, los Domecq, los Luca de Tena, los Botin y todos orquestados por los nuevos Aznar, y en ese grupo también tenía su espacio Entrecanales introducido por la familia de su mujer, los Domecq. A partir de ahora "el pastel" había cambiado de manos y había que saber amoldarse, y tan bien lo hizo que el jefe, don José María, premió la sabia decisión de su tocayo poniendo a sus pies la Compañía Trasmediterránea cuando empezó el reparto con las "privatizaciones", cuando se adjudicaron lo que era de todos los españoles.
Y es que es la triste realidad de este país donde se han ido enriqueciendo unos pocos a costa del todos nosotros, y por eso hoy nuestro país debe un BILLÖN Y MEDIO de EUROS y todos estos, los unos y los otros, son infinitamente más ricos que antes de formar parte de estos grupos de poder. Y como deber mucho es sinónimo de tener mucho para las grandes mentes lúcidas de la economía como lo fueron Solchaga o Boyer, hoy nos encontramos que es más que probable que ese Banco Santander, que fue el que eligieron todos estos personajes como locomotora de su milagro económico, esté en una situación más delicada de la que nos quieren reconocer. Que la supuesta inmensa fortuna de los Entrecanales se reduzca a un pasivo de varios miles de millones sustentados por esa entidad. Que la Compañía Trasmediterránea les haya servido para amasar más deuda sin dejar de vivir por encima de sus posibilidades. Y que la venta, que ahora se quiere llevar a cabo, sea para coger ellos algo más de inercia mientras a otro, que nunca ha pertenecido a ninguno de estos "distinguidos" grupos, le dan el papel más ingrato sin que él, que también exige sus cinco minutos de gloria, se de cuenta.
Y es que en todas estas historias siempre hay un tonto útil, y si no lo hay se busca, y en este caso eligieron a alguien que no dejaba de entonar el canto de una muerte anunciada porque ya su propia empresa no es que hiciese aguas, sino que estaba a la deriva y zozobrando. Y en este asunto, como en el de Banesto y Popular, pagarán los que sustentan la empresa: en los bancos fueron los pequeños accionistas y empleados que les obligaron, antes de la caída, a meter sus ahorros en acciones que unos días después no iban a valer nada, y ahora los más de mil quinientos trabajadores que han hecho con su esfuerzo que todos estos puedan seguir jugando al golf en Puerta de Hierro o Sotogrande. Porque si algo de milagroso tiene el Derecho Marítimo es que, al margen de ser un Derecho Comparado, o dicho de otra manera, que se va "improvisando" en convenios y conferencias según van ocurriendo catástrofes marítimas, es que las hipotecas navales, tan extrañas como para degradarse con el tiempo porque la deuda aumenta con los intereses mientras lo que lo sustenta se consume, al final nadie sabe quién se hace cargo de ella cuando no se atiende, y cuando algo no se sabe es que, como en el caso de esos bancos y esas empresas, lo hacemos nosotros, los que nada tenemos que ver en esos “saraos”, y quizá sea por ello que todos miran para otro lado.
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