El productor Álvaro Manzano y el actor Franklin Aro han presentado este lunes en el 28 Festival de Cine de Málaga la película boliviana 'El ladrón de perros', que compite en la sección oficial del certamen. Se trata de una coproducción internacional que refleja la realidad callejera de la ciudad de La Paz.
La trama sigue a Martín, un joven limpiabotas huérfano que, en su deseo de acercarse a un solitario sastre al que imagina como un padre, toma una decisión inesperada: robarle su perro.
El joven intérprete, protagonista de la cinta y limpiabotas desde los 12 años, ha explicado cómo le ha cambiado la vida tras ver un anuncio en un poste de la calle buscando actores para el cásting: "Fui con el objetivo de actuar mínimamente dos segundos y ahora estoy aquí", ha relatado Aro.
"En Bolivia, lustrar calzado no es un trabajo muy bien visto. Sufrí discriminación en el colegio y, cuando vi el casting, pensé que podría decir con orgullo que sería actor", ha recordado el protagonista del filme.
Desde que se estrenó la obra el pasado año en su país, ahora todos los que le insultaban le tratan "con respeto" y él puede decir "con orgullo" que se dedica a limpiar botas. No fue un camino fácil: "Sentí una gran responsabilidad e incluso llegué a renunciar a la película varias veces", ha contado.
"Lo lindo de la película es que hasta los propios lustrabotas de La Paz pueden decir con orgullo que alguien está saliendo, ganando premios y representándolos. Voy a tratar de seguir representando a mis amigos", ha sostenido.
Esta coproducción boliviana-chilena-mexicana-ecuatoriana-francesa-italiana ha llegado al certamen malagueño con dos nominaciones a los Premios Platino del Cine Iberoamericano bajo el brazo, a mejor ópera prima y en la categoría al Cine y Educación en Valores.
Esa combinación de nacionalidades en la financiación de la película, ha explicado el productor Álvaro Manzano, tiene que ver con "la realidad del cine latinoamericano". "En Bolivia no existen fondos públicos ni hay mecanismos para que el sector privado pueda apoyar la producción de cine, así que se hacía necesario armar un esquema de financiamiento largo, pero que ha dado sus frutos", ha sostenido.
"Vimos la dificultad del financiamiento como la oportunidad de tener más tiempo para conocer a la comunidad de lustrabotas, acercarnos a ellos y ganarnos su confianza", ha relatado Manzano.
De hecho, al propio Franklin Aro lo conocieron cuando apenas era un niño y trabajaron con él "muchos años" hasta finalmente poder filmar la película. La visión artística ha sido la de hacer que el resultado final esté lo más apegado a la calle posible.
"La ciudad de La Paz es un poco caótica, y ahí radica también su belleza. Queríamos que se sintiera no solo como paisaje o decorado, sino que su imagen y sus sonidos sirvan también para mostrar qué le pasaba al personaje por dentro", ha sentenciado Álvaro Manzano.
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