El refranero español es muy amplio y completo. Casi cualquier conversación o situación de la vida puede complementarse con un dicho que parece hecho a medida. En este caso, la tauromaquia sirve como conducto para refrendar lo que fue la victoria de la Real Balompédica Linense en casa ante el Atlético Antoniano (4-2) en un final de infarto: "hasta el rabo, todo es toro".
Como si de un toro bravo se tratase, la Balona de Mere comenzó intensa, tratando constantemente de embestir a un Antoniano que se vio avasallado por momentos y que empezó a la defensiva. Cuando el gol parecía cuestión de tiempo, pasado el cuarto de hora, el Antoniano respondió con una estocada salida de la nada. A la salida de un córner, Pedro Melli cabeceó a la perfección al primer palo, dejando sin margen a Ackermann.
Los atacantes albinegros se repartían las ocasiones de una Balona que siguió confiando en su juego. También en las jugadas de estrategia, donde Fran Carbià pudo poner el empate justo antes del descanso, aunque el guardameta lebrijano estuvo más audaz.
A la vuelta de vestuarios, se notó una bajada de ritmo del equipo local, que veía como el Antoniano se veía cada vez más cómodo, aunque siempre temeroso de recibir una cornada. Pero el dominio se desinfló y, a la hora de juego, Rivera aprovechó un rechace para clavar una banderilla casi mortal para la Balona. Eso sí, el público reaccionó con notable desaprobación ante las provocaciones del visitante Espinar, que, tras piques previos con algún aficionado, decidió agarrarse con poca delicadeza y de manera ostentosa sus partes más íntimas mientras mirada hacia la grada. Cometió el error de creer que el toro estaba acabado pero, como decía al principio, y nunca mejor dicho en este caso, "hasta el rabo, todo es toro".
Mere movió poco el banquillo solo dos veces, mientras que el Antoniano dejó a un lado las banderillas y se aferró al capote para dejar pasar el tiempo quitando a sus delanteros y reforzando la defensa. Ahí, justo cuando el respetable se giraba al palco en obras del Municipal para protestar a la directiva, Adri Peral dio la primera de sus cornadas en un córner en el 84'.
El Antoniano pasaría de casi reclamar las orejas y el rabo a acabar en la enfermería herido de gravedad. Joao Pedro, muy hábilmente, forzó una falta en la frontal del área. Adri Peral cogió con decisión el esférico y la clavó en la escuadra como si fuera un astazo.
La polémica estuvo servida por un posible penalti que Ackermann cometió sobre un atacante visitante pero el colegiado no pitó y que, en la misma jugada, acabó en un centro lateral que Fran Carbià remató de cabeza que dejó tumbado sobre el césped al Antoniano para delirio de la afición linense. Con los sevillanos ya casi acabados, Chema Moreno acabó por mandar directamente a la mesa de operaciones al conjunto sevillano, que lucha por sobrevivir en la Segunda Federación y que se vio ganador de una faena que la Balona no quiso conceder.