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San Bartolomé

Es la plaza de San Bartolomé uno de los espacios dónde la contemporaneidad no ha erradicado el tradicional “cantón” de Jaén. Los cantones...

Publicado: 23/05/2019 ·
00:14
· Actualizado: 23/05/2019 · 00:15
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Autor

Rafael Cámara

Rafael Cámara es presidente de la asociación Iuventa y comisario del programa de Viva Jaén 'Jaén Genuino'

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Campillejos es un blog que trata sobre la actualidad cultural y patrimonial de Jaén y su provincia

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Es la plaza de San Bartolomé uno de los espacios dónde la contemporaneidad no ha erradicado el tradicional “cantón” de Jaén. Los cantones, en el Conjunto Histórico de la capital del Santo Reino, vienen estupendamente descritos en la Guía de Arquitectura de Jaén: “... en línea con la idea autóctona de aterrazar pendientes muy acusadas disponiendo lateralmente los accesos. Como elemento distintivo del urbanismo jiennense, el cantón contribuye a fijar una determinada imagen de la ciudad e incluso llega a determinar ritos de afirmación colectiva, como los que cada Semana Santa se reproducen en el cantón de Jesús en torno al recorrido de la imagen de Nuestro Padre Jesús Nazareno”.

Justamente en la Plaza de San Bartolomé vemos esos cantones, en este caso “de plaza”, que hacen de dicho espacio un privilegiado mirador sobre la iglesia y plazuelas existentes más abajo.

Una plaza en la que la reconstrucción de la “Casa del Miedo”, del arquitecto Sagaz Temprano, amén del esquinazo del edificio de la calle Virgilio Anguita, 1 (calle Los Coches), o el de la calle Isabel Méndez, 3, dan un fuerte regusto histórico.

El monumento más emblemático es la propia Iglesia de San Bartolomé, de origen medieval. Un templo de planta basilical con hermosa armadura mudéjar, valiosa pila bautismal gótica y bellísimo retablo de Sebastián de Solís (s. XVI), entre otros detalles arquitectónicos y obras de valor.

La plaza de San Bartolomé, diseñada en el año 1959 por el arquitecto Antonio Mª Sánchez, goza del sabor, todavía, de lo que fue el Conjunto Histórico de Jaén. Si analizamos el espacio creo que, además de la pervivencia en el entorno de edificio decimonónicos, los materiales empleados  (abunda la piedra, por ejemplo), el romanticismo de sus fuentes o la conservación del tradicional “cantón” de Jaén, son los secretos de su belleza.

En alguna ocasión se habló de remodelar la plaza. No llegó a realizarse nada pero, aún así, creo que cualquier intervención que pase por ésta u alguna otra de las plazas del Casco Antiguo que todavía conservan el sabor de nuestro pasado, deben ser extremadamente cuidadosas  y tratar de preservar la imagen heredada. Las innovaciones estéticas en espacios como éste pueden hacer perder el sabor de décadas y hasta de siglos, y hacer que desaparezca la relación identitaria con unos espacios que forman parte de la memoria y las vivencias de nuestra sociedad local.

La piedra, los cantones, nuestra imagen tradicional, en el caso concreto de las plazas, debe ser preservada cual si se tratara de un edificio singular pues, al fin y al cabo, son muestra de una forma de construir y hacer ciudad que, a mi humilde entender, no hay porque destruir para introducir diseños y materiales foráneos. Hay plazas que son en sí mismo un monumento, aunque hasta ahora no hayamos querido ver esta realidad. Y todos sabemos cuales son, y cuales eran.

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