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Kábor, el oretano

Por mediación de mi amigo Francisco Cortés Villar, me vi inmerso, como presidente de la Asociación IUVENTA, en la presentación de la novela...

Publicado: 03/04/2019 ·
23:10
· Actualizado: 03/04/2019 · 23:10
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Autor

Rafael Cámara

Rafael Cámara es presidente de la asociación Iuventa y comisario del programa de Viva Jaén 'Jaén Genuino'

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Campillejos es un blog que trata sobre la actualidad cultural y patrimonial de Jaén y su provincia

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Por mediación de mi amigo Francisco Cortés Villar, me vi inmerso, como presidente de la Asociación IUVENTA, en la presentación de la novela “El Diario de Kábor, el oretano”, obra del puertollanero Miguel Ángel Márquez Fernández. El acto se desarrolló el pasado 28 de marzo en el mejor lugar posible para ello: el Museo Íbero. El autor sintió la necesidad de plasmar por escrito la visión de los perdedores en el momento de la llegada de Roma a estas tierras. Siempre encontraba la visión de los cronistas romanos, de los invasores, pero nunca esa óptica que hubieran podido tener los pueblos ya asentados en la península ibérica. Así nació el “Diario de Kábor” que, dos décadas después, y avalado por el historiador José González Ortiz (que la prologa), ha sido editado, satisfaciendo el deseo de su autor de colaborar en la difusión, a nivel popular, de la historia de los íberos, a aquellos que somos sus herederos genéticos y/o territoriales. Kábor es un joven inquieto, al que la fortuna brinda una serie de personas y caminos que le hacen crecer en sabiduría. Oretano, orgulloso de sus orígenes, responsable de su tradición, identidad e historia, crece en el imaginario poblado de Caspes, donde aún no ha llegado el invasor romano y, por tanto, en la “pureza” de las tradiciones íberas del siglo II antes de Cristo. Viajará y se encontrará con una mezcolanza cultural que aún no había llegado a las tierras de interior. El pueblo romano ya estaba en las costas mediterráneas de nuestra península. Como todo en esta vida, la generalización es un error y así, de alguna manera, Kábor desgrana una Roma que sirve para engrandecer los conocimientos de los naturales de Iberia y, otra Roma, que arrasa y destruye. Dos caras de una misma moneda. Paz y Guerra, nuevos saberes y pérdida de identidad... La complejidad de un destino incierto pero imparable. Kabor es un íbero, con una identidad marcada por su tradición, sus creencias religiosas, sus supersticiones y sus inquietudes. Pero sobre todo es un ser humano, algo que queda por encima de nuestros propios procesos o aprendizajes culturales e identitarios y lo que lleva, a cualquiera que tenga sentido común, a entender que las generalizaciones sobre cualquier pueblo no dejan de ser más que manidos estereotipos que poco nos ayudarán, ni antes ni ahora, en el desarrollo de una humanidad más justa y sensata. De lectura ágil y amena el libro nos ayuda a percibir, de alguna manera, las dudas y recelos que, seguramente, pudieron sentir muchos íberos ante la llegada de los romanos a estas tierras. Hemos de agradecer al autor su decisión de presentarla en el Museo Íbero y animar a favorecer, desde las instituciones públicas, que este edificio, llamado a ser en el futuro el epicentro en la difusión del legado material íbero peninsular, se convierta a la par, en el corazón de las actividades culturales no académicas que se desarrollen en torno a dicho mundo (desde exposiciones fotográficas a presentaciones de novelas, entre otros).

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