Campillejos

La casa del miedo

Esta gran casona, ubicada frente a la iglesia de San Bartolomé, toma este nombre popular en base a los comentarios de los vecinos sobre un supuesto fantasma...

Publicado: 06/03/2019 ·
23:43
· Actualizado: 06/03/2019 · 23:43
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Autor

Rafael Cámara

Rafael Cámara es presidente de la asociación Iuventa y comisario del programa de Viva Jaén 'Jaén Genuino'

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Campillejos es un blog que trata sobre la actualidad cultural y patrimonial de Jaén y su provincia

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Esta gran casona, ubicada frente a la iglesia de San Bartolomé, toma este nombre popular en base a los comentarios de los vecinos sobre un supuesto fantasma que entraba y salía de la misma, a finales del siglo XIX. Tanto se extendió el rumor que la gente temía pasear por las inmediaciones del “terrorífico” inmueble.

No obstante el Marqués del Valle de Ribas, don Lorenzo de Llauder y Bonilla, entrando en la plaza de San Bartolomé, casualmente se encontró con el fantasma al que amenazó con una pistola y éste, pies en polvorosa, se arremangó la sábana y salió corriendo en dirección contraria, soltando el farolillo que, con su luz, debía darle una mayor apariencia espectral. Una vez descubierto el ardid y extendida la noticia como la pólvora , a las pocas noches un grupo de jóvenes esperaría a la fantasmal presencia pero, brutos ellos, lo recibieron a bastonazos.

Esta historia, que la recoge Manuel López Pérez en sus magistrales “Cartas a don Rafael”, derivó en leyenda con sus correspondientes versiones y variantes entre las gentes de nuestro Jaén: que si un valiente esperó escondido al fantasma para desenmascararlo, que si era un joven que tenía en dicha casa a su amante... en fin, lo que suele suceder.

No obstante me gusta recordar siempre, cuando saco este tema a colación, que existe un refrán popular que conocí de boca de la célebre locutora de Radio Jaén y amiga mía, Concha García, a tenor de narrarle esta leyenda: “Donde hay fantasmas, hay fantasmillos”. El refrán es muy gráfico, no precisa detalles. A mi me da que pensar este refrán que la relación fantasma-amantes no debe ser algo aislado. De hecho, sin salir de Jaén, hubo un hecho similar en las inmediaciones del Arrabalejo pero, en ese caso, la fantasma era mujer y el amante era varón.

En la misma Casa del Miedo se producirían posteriomente otros hechos, detallados también por López Pérez, que afianzarían su denominación popular y leyenda en torno al mismo.

La Casa del Miedo fue demolida, despareció para siempre pero, en este caso, hay que mencionar la impecable labor del arquitecto Francisco Javier Sagaz Temprano, que supo recrear su fachada de nuevo y palmo a palmo, con un gusto exquisito y un resultado, a mi gusto, magnífico. Tuve la suerte de conocer a Francisco Javier Sagaz, que incluso colaboró en alguna ocasión con IUVENTA y fue el que me descubrió que dicha casa no era la original. Ahora, cada vez que miro esa fachada, me admiro del resultado obtenido por este arquitecto giennense que, con esta obra, fue capaz de mantener viva una singular seña de identidad local, amén de la imagen tradicional de ese espacio.

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