Hace unas semanas pude volver a visitar la localidad murciana de Lorca, que no había visitado después del terremoto del año 2011. Iniciamos la visita en la Oficina de Turismo y Centro de Visitantes, que se ubica en lo que queda del que fuera Convento de la Merced. El terremoto provocó en su momento que gran parte de la fachada de dicho convento cediera pero se colocaron unas estructuras que sujetaron la misma y ya está restaurado, vistoso y visitable. De ahí subimos hasta el Porche de San Antonio, única puerta en pie de la muralla lorquina que, tras el terremoto, tuvo que ser apuntalado y hubo incluso que demoler las almenas que lo coronaban. Las mismas fueron añadidas en restauraciones previas y dicho Porche de San Antonio luce hoy impecable. Y así, conforme íbamos recorriendo el conjunto histórico de Lorca fuimos descubriendo unas calles y edificios con buen aspecto y, aunque quedaban fachadas pendientes de restauración pero perfectamente apuntaladas y seguras, la imagen general del casco antiguo y sus monumentos era de un espacio cuidado y con respeto al patrimonio histórico. La guía nos comentó que en materia de recuperación del patrimonio se había avanzado mucho, prácticamente ya habían terminado de restaurarlo todo. Incluso edificios como la iglesia de Santiago, que sufrió gravísimos daños por el seísmo, lleva ya varios años funcionando. Me agradó ver una Lorca reconstruida, pero sufrí recordando lugares del conjunto histórico de Jaén como, por ejemplo, el cochambroso entorno de la Plaza de Santiago, el mugriento terreno sin edificar de la calle de los Huérfanos o la infinidad de solares infectos y visualmente contaminantes que pueblan nuestro casco histórico como mellas en boca desdentada y cariada. Obviamente recordaba también los monumentos y edificios singulares en situación de grave deterioro o cerca del colapso, entre otras tantas cuestiones. Lorca es la imagen de una ciudad cuidada y recuperada, siete años después de un grave terremoto. Jaén es la imagen de un lugar descuidado y vapuleado, sin haber sufrido ningún movimiento sísmico reciente. Después de ver Lorca no tengo palabras para definir lo que opino sobre la situación del casco histórico de Jaén, convertido en el doloroso reflejo de la pasividad de unos responsables políticos y técnicos que observan alelados, como si fueran meras figuras de escayola, un deterioro sistemático de nuestro mayor bien patrimonial.
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