Con la guitarra al hombro y el resto de instrumentos estampados en su camisa llega a la redacción. Lleva una sonrisa tras la mascarilla que se refleja en sus ojos. Hace unos días salía a la venta su disco número 13, en el que se incluyen trece canciones, trece relatos y trece acuarelas de Sonia Alonso. Y, por si fuera poco, sale en el fatídico año de la pandemia. Javier Ruibal ha demostrado ser muchas cosas, pero no supersticioso.
Pensé que, ya que había hecho el debut con un poemario, por qué no hacer unos relatos que acompañaran a las canciones”El pasado mes de abril nos regalaba su primer poemario, ‘Coraza de barro’, y ahora llega la prosa de los relatos con este disco-libro. Reconoce que ha tenido mucho tiempo durante el confinamiento. “Te encierran bajo llave y te pones a imaginar y maquinar cosas”. Escribió las canciones, unas cuantas más de las que ha publicado afortunadamente, “y después pensé que, ya que había hecho el debut con un poemario, por qué no hacer unos relatos que acompañaran a las canciones, que aunque no cuentan lo mismo pero guardan relación”. Y así pasó esos meses: solo, en Madrid, caminando mucho dentro de casa, escribiendo y componiendo Con ‘Ruibal’, que es el título de este nuevo proyecto, el cantautor no pretende otra cosa que “devolverle al disco algo de prestancia”, porque “con esto del MP3 nos estamos quedando en nada”.
Fue uno de los primeros, después de Drexler (que tiene a la Musa secuestrada), en armarse con la guitarra en el confinamiento para llegar a todas las casas y hacernos compañía en esos momentos tan complicados. “Lo cierto es que vi su conexión cantando la canción de ‘Codo con codo’, como siempre Drexler es un tipo ejemplar en muchos sentidos”. Entonces pensó: “creo que todos, con lo que se nos viene encima, deberíamos no perder el contacto con el público”. Además luego se dio cuenta de “lo que llega a acompañar estar una o dos horas con el público, que aunque tú no veas a nadie sabes que están ahí y te sientes acompañado, es una sensación realmente hermosa que nos ha servido a todos: al público para recibir las canciones y a mí para recibir afecto. Porque estaba solo, y eso te impone un cierto desánimo que, con eso y escribiendo canciones y relatos pues me lo saqué de encima”.
Y es que, aunque el confinamiento nos hizo a muchos frenarnos en seco, parando ese ritmo frenético al que el sistema de trabajo y productividad nos ha acostumbrado, con el arte y la creatividad parece que ha ocurrido lo contrario. Ha activado las mentes y las ha puesto a trabajar como en el caso de Ruibal. Sin embargo reconoce que los primeros días “estaba fatal, igual que todos, con la preocupación, el miedo, el dolor de lo que estaba ocurriendo y lo insólito. Porque es la primera vez que a nivel planetario nos pasa a todos lo mismo”. Dentro de ese desconcierto y lo triste de la situación le llevó a arrinconarse un poco, pero después se dijo “voy a escribir y a procurar salir pertrechado con una nueva motivación, para darle al público una nueva entrega”. Hay un acto voluntario, apunta, “pero también había un zarandeo lleno de bilis en las tertulias, en las opiniones, en el Parlamento… en todas partes. Era muy desagradable ver cómo había gente que no se daba cuenta de que lo que nos estaba ocurriendo era terrible. Quise alejarme de eso, concentrarme en lo que iba a hacer. Y me ha venido muy bien. Porque ha puesto un escudo entre todo eso y mi estado de ánimo y he tirado para adelante afortunadamente”.
Profundizando en la poética
En este disco-libro el portuense ha querido aunar la música y la poesía, pero ¿acaso su música no ha ido siempre de la mano del verso? Ruibal considera que la canción “tiene unos mimbres y unas maneras, una inmediatez y cierta ligereza en el lenguaje, la estructura… Tiene que ser algo que te involucre, te divierta o te haga pensar, pero sobre todo algo que te invite a volverla a oír”. En cambio la poesía “en lugar de buscar el lugar de encuentro con el público, es más bien una mirada hacia adentro; vas encontrando quién eres, quién no eres o quién creías que eras hasta que empiezas a sincerarse y a poner ahí tus sentimientos, tus emociones, tus deseos, tus rabias…”. Es por lo que piensa que ambas “son hermanas pero no son mellizas”.
En el nuevo álbum encontramos títulos como Física Cuántica o Astronomía términos a los que no nos tiene acostumbrados. Reconoce que “lo más gracioso es que para escribir sobre física cuántica me tenía que poner a buscar términos para no decir ninguna tontería”. También lo sometió al criterio de un amigo físico que le dio el visto bueno. En Física Cuántica “lo que cuento es que todas las vibraciones emocionales son eso, vibraciones moleculares y es cuestión de descargas electromagnéticas. Así podía jugar a hacer la eterna canción de amor, que ya he hecho muchas, pero con otro criterio”. En Astronomía ocurre lo contrario, todo es “una proyección hacia arriba, hacia afuera, que te hace sentir diminuto pero al mismo tiempo saber que participas en una cosa tan descomunal e inexplicable, te hace sentir más elevado, como criatura del cosmos”. Pero sigue habiendo amor y humor en sus letras. “He intentado que las canciones no pierdan ese talante porque para depresiones ya teníamos bastante con lo que estaba pasando”.
‘Ruibal’ elevado al cubo
‘Ruibal’, sencillo y completo a la vez. Además elevado al cubo, ya que en este trabajo el cantautor ha contado con sus hijos Lucía y Javi. También estarán en la gira, que aunque ya está en marcha se presentará en el Teatro Nuevo Alcalá de Madrid el próximo 22 del presente mes. La familia ya estuvo unida en el ‘Casa Ruibal’, junto a Iñaki Salvador al piano, pero esta vez estarán sólo los tres. “Musicalmente tenemos suficiencia con lo que llevamos, batería, percusión y música electrónica disparada desde un sistema de percusión que tiene Javi; y Lucía vendrá y aportará su ‘flamenquería’ tan estupenda, está hecha una gran bailaora, así que dará colorido y frescura a los conciertos”. Con esta unión advierte que volverán, de alguna manera, “a lo que esto nos ha enseñado, a mí particularmente, que es que hay que volver a los vínculos de sangre, familiares… volver a los más cercanos. Así iremos a los caminos, como aquellos teatreros legendarios de la película de Fernán Gómez, ‘El viaje a ninguna parte’; una evocación de eso es lo que se pretende”.
Para la puesta en escena de este nuevo espectáculo Javier Ruibal ha contado con Ras Artesanos con una escenografía sencilla. “Estaremos delante de un cosmos y lo único que hay son unas candilejas que van delante de nosotros al borde del escenario, precisamente como en aquel teatro antiguo de la película; el cielo es pintado, para que también tenga algo de la tramoya tradicional. Me apetece mucho que se sepa que seguimos como al principio, porque lo esencial no es la parafernalia de luces ni de equipazos de sonido, sino lo que está ocurriendo”.
Envía tu noticia a: participa@andaluciainformacion.es