En román paladino

Punto y seguido

La duda es si el proceso de radicalización del independentismo seguirá

Publicado: 30/09/2020 ·
09:33
· Actualizado: 30/09/2020 · 09:33
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Autor

Rafael Román

Rafael Román es profesor universitario, miembro del PSOE, exconsejero de Cultura y expresidente de la Diputación de Cádiz

En román paladino

El autor aborda en su espacio todos los aspectos de la actualidad política tanto de España, Andalucía y la provincia de Cádiz.

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Los partidos  estatales  insisten -tras la inhabilitación de Torra- que Cataluña ha llegado a un punto final en su trayectoria, después de  los intentos de proclamación independentista.   El tiempo volverá a poner sobre el tapete que   se está en un punto y seguido. Los avatares políticos - el periodo ya  cantado de cuatro meses de interinidad y la convocatoria por  un procedimiento alambicado de elecciones  sin fecha - no llevarán la estabilidad  deseada a Cataluña. Las fuerzas independentistas no han podido con el Estado -un presidente huido, otro destituido y el otro también inhabilitado: Puigdemont, Torra, Mas, y un grupo de dirigentes encarcelados. Un resultado políticamente lamentable.

Hay varios problemas de fondo. El primero, la ley electoral favorece, desde siempre, a las comarcas rurales de raigambre convergente y exconvergente -antiguos territorios de  dominio  carlista-  y ahora  zona también   de Esquerra Republicana, sobre las urbanas, fundamentalmente el área metropolitana de Barcelona. Ello descompone la representación popular a favor del independentismo.  El segundo,  el “empate técnico” - mínimo porcentaje arriba o abajo- de los bloques proindependentista y antiindependentista en la sociedad  no se refleja en el parlamento por la ley electoral y,  además,  no son permeables entre ellos. No hay en estos momentos una trasversalidad que permita cualquier alianza entre las opciones de  la derecha y la izquierda porque el factor soberanista  descoloca el mapa político, por la primacía identitaria. Tercero, casi todos los presidentes de la Generalidad, y antes de la Mancomunidad de Cataluña, han tenido  problemas  graves con el Estado. Los sistemas dictatoriales en España - Primo de Rivera y Franco- con disoluciones y fusilamientos-, los democráticos con el  fondo de un independentismo  irredento ya sea contenido o  bien impulsado a las claras. Cuarto, existe una  ruptura interna de los bloques. PP, PSC, Ciudadanos y Vox están tan mal avenidos como los independentistas de la CUP, los seguidores de Oriol Junqueras, Mas o Puigdemont o Marta Pascal, del nuevo Partido Nacionalista de Cataluña (a imagen del PNV), aunque los tres últimos  provengan del pujolismo.  El enigma, que se resolverá tras las elecciones, es si el proceso de radicalización del independentismo se amortiguará o seguirá su camino hacia una nueva confrontación con el Estado. Es de ilusos no querer reconocer que hay un problema político de fondo que , en democracia, no se arreglará ni con guardias ni con mosos.

 

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