Han pasado más de cuatro semanas desde que el Gobierno decretara el estado de alarma en nuestro país como medida ante la expansión del COVID-19. Exceptuando algunos sectores como el de la sanidad, los trabajadores de gasolineras o los cuerpos y fuerzas de seguridad del Estado, entre otros muchos esenciales, los ciudadanos llevamos confinados en nuestros hogares casi un mes.
Algunos han tenido la fortuna de poder seguir trabajando desde casa, y muchos han visto como sus empresas presentaban un ERTE.
Los sanitarios, trabajadores de supermercados, la policía, la UME, la Guardia Civil, los empleados de gasolineras, etc. todos reciben una fuerte ovación a diario a las 20.00 horas, y bien merecida.
Nieves trabaja como enfermera en el Hospital Puerta del Mar. Es joven, tiene 25 años, y a su corta edad ya está enfrentando al que posiblemente sea su mayor reto laboral de su vida.
Esta puertorrealeña afirma que “el principal miedo que tenemos los que trabajamos allí es contagiarnos, porque muchos viven con sus padres”, aunque no es su caso.
Reconoce que tienen cierta “paranoia” con la higiene. “Desinfectamos con lejía todo lo que traemos del hospital” y “trabajando nos lavamos continuamente las manos y la cara”.
“Da pena ver morir a alguien solo. Piensas que esa persona ha tenido su familia, sus amigos, ha sido policía, bombero, lo que sea, y está ahí en una cama solo muriendo. Da mucha pena”.
Cuenta que “tenemos un teléfono con el que pueden llamarnos” ya que “en la habitación no podemos estar con ellos todo el tiempo que queremos”, por lo que “si tienen alguna duda o lo que sea pueden llamarnos”.
Habla de las dificultades que a veces supone trabajar con el Equipo de Protección Individual (EPI). “Cuesta respirar con el equipo puesto cuando lo llevas un rato” y “cuando llegas a casa los haces con dolor de cabeza y de pecho por haber forzado la respiración durante mucho tiempo”.
Nieves es una de las miles de sanitarias que trabajan en nuestra provincia ayudando a vencer la batalla al coronavirus de Wuhan.
Aunque, como decíamos anteriormente, muchos trabajadores han tenido que trasladar su oficina a su casa.
Ana es profesora en un colegio de Tarifa en los cursos de tercero, cuarto, quinto y sexto de primaria e imparte las asignaturas de lengua, matemáticas, naturales y sociales y francés. Nos cuenta su experiencia ejerciendo desde su casa en El Puerto de Santa María y como está evaluando a sus alumnos.
“Tenemos que tener claro, que no podemos mandar actividades como las mandamos en un día normal de colegio, ni podemos seguir la programación habitual, sino que tenemos que adaptarnos a las circunstancias personales de cada familia y ser flexibles”, destaca, y añade que “es por ello, que he tenido que reorganizar mi programación de trabajo y adaptarlo a las circunstancias actuales”.
En su centro educativo se trabaja por proyectos, y en el segundo trimestre tocaba el cine y a raíz de la película de El Rey León ha propuesto a sus alumnos diferentes actividades que incluyen todos los bloques que tienen que evaluar como la ortografía o la expresión oral.
Por ejemplo, para los alumnos de tercero de primaria, para el bloque de expresión escrita, les mandaba un resumen de unas ocho o diez líneas sobre la película, mientras que para evaluar la expresión oral, pedía a los padres que grabaran a sus hijos en un vídeo en el que contarán que escena de El Rey León les había gustado más y explicando el porqué.
“Esas actividades serán evaluables para este trimestre. De esta manera, los alumnos están aprendiendo de una manera motivadora y estamos potenciando sus habilidades.”, aunque afirma que en otras asignaturas como matemáticas “es más complicado” ya que “algunas actividades requieren de un hábito como es el cálculo”.
Las tareas las recibe en un correo electrónico que se ha creado para la ocasión, y reconoce que “las familias se están implicando mucho y las recibo rápido”.
El estado de alarma se ha prorrogado hasta el 26 de abril, y es posible que se amplíe hasta el 10 de mayo. “No sé cómo puede afectar este parón en las clases al alumnos a largo plazo”.
Aunque para que el mal sea el menor posible, “estamos en contacto diario, estudiando e investigando qué actividades son mejores para nuestro alumnado y cuáles son las qué mejor se adaptan a ellos para favorecer su proceso de enseñanza-aprendizaje”.
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