Dos asuntos coincidentes pueden servir para levantar la moral, que falta hace. El primero que el gobierno de coalición de Angela Merkel ha suspendido el límite de la regla “sagrada” que evita excesos en el déficit y la deuda de Alemania. Desde 2013 no se había hecho, pero por razones de catástrofes naturales o de emergencias extraordinarias, como las del coronavirus, se aprobará por el parlamento alemán. La finalidad es conseguir una amplia capacidad de actuación para contrarrestar la crisis. Merkel advirtió que era el mayor desafío desde la Segunda Guerra Mundial, por encima de la unificación alemana.
El segundo es una anécdota que se puede elevar a categoría. El periódico Financial Times, fundado en 1888, le dedica su primera página, a cuatro columnas, a la propuesta española de exigir un nuevo “plan Marshall” pero de la Unión Europea para recuperar la economía tras la debacle que significará la crisis del coronavirus. Concuerda con la línea del periódico, cuya editora, Roula Khalaf, deja claro su compromiso con el reto: “El desafío que enfrentamos hoy ha sido tanto inesperado como devastador, en la forma de un virus que se está propagando rápidamente por todo el mundo y que está cambiando la forma en que vivimos y trabajamos”.
Como Europa y España van a caer en una dura recesión hay que buscar palancas que permitan un rebote lo más rápido y con los mínimos costes posibles. Un gran plan de inversiones públicas, bonos europeos que mutualicen la deuda del esfuerzo fiscal extraordinario y un seguro de desempleo europeo para hacer frente a la ola que se avecina ha reclamado Pedro Sánchez: “Tenemos que articular un gran Plan Marshall para el conjunto de la UE e iniciar ese proceso de reconstrucción que necesariamente vamos a tener en el ámbito social y económico cuando todo esto pase”. La filosofía es la misma del norteamericano que promovió el plan que lleva su nombre, el secretario de Estado George Marshall y en el que no se incluyó a España porque Franco no quería injerencias extrajeras:“ayudar a la recuperación de la normal salud económica en el mundo, sin la cual no puede haber estabilidad política ni paz asegurada. Nuestra política no se dirige contra ningún país, pero sí contra el hambre, la pobreza, la desesperación y el caos”. Antes lo hizo EEUU, ahora es obligación de la UE.