La Taberna de los Sabios

Una guerra tecnológica que nosotros ya hemos perdido

Y mientras el mundo se precipita en su vértigo, nosotros languidecemos dulcemente en España y Europa

Publicado: 21/05/2019 ·
23:01
· Actualizado: 21/05/2019 · 23:01
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Autor

Manuel Pimentel

El autor del blog, Manuel Pimentel, es editor y escritor. Ex ministro de Trabajo y Asuntos Sociales

La Taberna de los Sabios

En tiempos de vértigo, los sabios de la taberna apuran su copa porque saben que pese a todo, merece la pena vivir

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China y EEUU se han enzarzado en una guerra que a todos nos involucrará. Guerra comercial, le dicen unos, guerra tecnológica, otros,se libra en el campo de los datos, alimento indispensable para la Inteligencia Artificial que nos conformará. Una guerra desconocida para una humanidad con dos millones de años de antigüedad que asiste, atónita, a las nuevas estrategias y campos digitales de batalla. Y, ante esta nueva conflagración mundial, ¿cuál será nuestro papel? ¿De contendiente, de simple observador o de sufridor pasivo de sus terribles daños colaterales?.

El autor del Eclesiastés sentenció aquello del “Nihil novum sub sole”, nada nuevo bajo el sol. Y tuvo razón o, al menos, la tuvo durante mucho, muchísimo tiempo. Ahora, ya no. Súbditos de un universo digital ignoto, que nos reta desde su extrañeza, muchas cosas nuevas tendremos que ver y descubrir. Hasta ahora, éramos los humanos, tan sólo. A partir de ahora, humanos y algoritmos, cerebros orgánicos y artificiales, conviviremos y competiremos por partes iguales. Ya veremos quién termina gobernando a quién. Por eso, muchas cosas cambiarán en el futuro. Aunque las pasiones humanas continuarán inmutables – ahí si podemos aprender de la historia – la nueva humanidad/tecnológica, esa especie de cyborg sociológico que construimos con nuestro frenesí, escribirá su futuro sobre el lienzo en blanco de lo desconocido. Pero no seremos nosotros los que subrayaremos ni trazaremos las líneas de futuro. ¿Por qué? Pues porque se escribirán con tecnologías y nosotros llegamos tarde a ese partido. Peor aún,continuamos alejándonos del ritmo de los vencedores.

Dominada por sus pasiones, la humanidad siempre se comportó, como no podía ser de otra forma, de manera demasiado obvia, por humana. Avanzaron las culturas y las civilizaciones a lomos de unas tecnologías – piedra, fuego, metal, pólvora, vapor, electricidad – que desarrollaron sus prodigios en un mundo físico en el que reinábamos sin cortapisa. Ahora, ya no. No logramos comprender, ni mucho menos gobernar, el universo inaccesible de las Inteligencias Artificiales que pronto nos dominarán. Y en esta guerra de las galaxias, nosotros casi nada podemos hacer, salvo servir café a los que vienen a visitar el parque temático de nuestro pasado y nuestro sol.

Y mientras el mundo se precipita en su vértigo, nosotros languidecemos dulcemente en España y Europa, empequeñeciéndonos en nuestra insignificancia. Y no contamos en un mundo en el que uno sola de las grandes empresas tecnológicas, como Apple, Amazon, Ali Babá o Huawey valen más en bolsa que la economía de muchos países sumados entre sí. Acabamos de finalizar unas elecciones generales – ayer se constituyó el nuevo parlamento – y nada escuchamos de nuestro posicionamiento tecnológico para el futuro. Nos tememos, visto lo visto, que las leyes que sus señorías tienen en la cabeza – tipo registro horario de jornada y demás – perjudicarán a la innovación y al empleo tecnológico. España, que acertó al abrir fronteras y apuntarse al tren europeo, pierde ahora velocidad a ojos vista. Sin empresas punteras no tendremos empleo de calidad, limitándose nuestro horizonte a empleos temporales de hostelería de bajo sueldo y poco valor añadido.

Entramos en una guerra tecnológica que nosotros ya hemos perdido de antemano. Ni apostamos por la educación ni por la empresa tecnológica ni preparamos a nuestra sociedad para una realidad digital que se veía venir y que ya está entre nosotros, gobernándonos a través de unos dispositivos de los que nunca, ya, podremos prescindir.

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