Lo que queda del día

Mayo del 68, mayo del 18

Alguien ha acuñado la correspondencia entre los rebeldes que se manifestaron en mayo del 68 en las calles y los que lo hacen ahora en defensa de sus pensiones

Publicado: 19/05/2018 ·
12:06
· Actualizado: 19/05/2018 · 16:29
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  • Los pensionistas en movilización
Autor

Abraham Ceballos

Abraham Ceballos es director de Viva Jerez y coordinador de 7 Televisión Jerez. Periodista y crítico de cine

Lo que queda del día

Un repaso a 'los restos del día', todo aquello que nos pasa, nos seduce o nos afecta, de la política al fútbol, del cine a la música

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Se cumplen 50 años del mayo francés, del mítico mayo del 68. Alguien ha acuñado la correspondencia entre los rebeldes que se manifestaron por aquel entonces en las calles y los que lo hacen ahora en defensa de sus pensiones: “son los mismos”; y los demás, la generación perdida, los que no hemos aprendido nada porque nos lo han dado todo hecho, todo conquistado, beneficiarios sin causa colectiva. En realidad, somos consecuencia del reduccionismo en el que nos hemos instalado: la vida, nuestra historia, ya solo se interpreta a golpe de tweet o de wassap, meme incluido; pese a lo cual, nunca está de más  volver la vista atrás.   

También en mayo del 68 se estrenó una película revolucionaria, 2001, una odisea del espacio. El canal TCM ha dedicado esta semana una serie de especiales al emblemático aniversario entre los que se encuentra un corto documental de animación, Destellos en la oscuridad, en el que se recrea una de las pocas entrevistas concedidas por el director Stanley Kubrick tras el impacto mundial causado por el filme, y publicada entonces en la revista Playboy. Distante a la hora de evaluar su propia obra, el interés de la excelente conversación entre periodista y cineasta se centra en su propia visión del mundo presente y futuro, que medio siglo más tarde resulta completamente reveladora.

Porque, obviamente, a Kubrick le preguntan por los avances que cree que se habrán experimentado en el planeta en el siglo XXI. “Uno de ellos será que el hombre pueda eliminar la vejez. La impotencia del hombre para evitar la muerte le ha forzado a tenerla muy presente y a aceptarla incondicionalmente como terminación inevitable. Pero con el avance de la ciencia esto ya no es necesario. La muerte no es más natural e inevitable que la viruela. La muerte es una enfermedad, tan susceptible de curarse como otra”. La vejez sigue existiendo, por supuesto, pero vencida por la longevidad, por la esperanza de vida y nuestra capacidad para esquivar la muerte hasta que no queda más remedio.

Y están, además, los avances tecnológicos: “La tecnología es en muchos aspectos más predecible que el comportamiento humano. No hay duda de que el concepto de ocio irá perfeccionándose. Estoy seguro de que tendremos televisiones sofisticadas. Es posible que se ideen nuevos dispositivos de entretenimiento y de educación. Incluso puede que exista una máquina que se conecte al cerebro y te sumerja en experiencias oníricas. Por otro lado, este tipo de experiencias tiene sus riesgos. Si un placer tan intenso estuviera al alcance de todos, podríamos acabar convertidos en una raza de zombis deshumanizados y enchufados a simuladores de placer”. Cualquiera diría que había viajado en el tiempo para llegar a estas conclusiones.

Sí evita pronunciarse sobre los cambios políticos y sociales que puedan producirse en el futuro, porque, como recalca, el comportamiento humano es “impredecible”, en cuya ecuación entra en juego desde la posible presencia de “un lunático al frente de un puesto de mando”, hasta la indiferencia con que terminamos afrontando nuestra propia realidad, para lo que pone de ejemplo -vivía entonces obsesionado con ello- la posible llegada de una expedición extraterrestre a la Tierra. Kubrick estaba convencido de que desde un primer momento el asunto coparía los titulares de la prensa y los programas de televisión; todo el mundo viviría pendiente de cómo son y cuáles son sus intenciones, “pero al cabo de dos semanas, el interés del público disminuiría”, coincidiendo con la apertura de conversaciones “de la ONU con los alienígenas”.

Cambien los extraterrestres por el conflicto catalán y comprobarán que ha sido así: tras las banderas en los balcones, las manifestaciones antiseparatistas y la fuga de Puigdemont, todo ha quedado relegado al ámbito de la justicia. ¿Han olvidado ya lo que era la prima de riesgo? Cambien al lunático por Donald Trump, o por cualquier otro iluminado gobernante. Hagan memoria de la transformación política vivida en España en los últimos cinco años y de si hace diez había siquiera visos de que pudiese ocurrir... porque volverá a ocurrir. Ahí tienen a los pensionistas en su mayo del 18. 

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