Los sucesos que se están reproduciendo en el Campo de Gibraltar nos acercan por día a una mini narcoregión en la que las fuerzas y cuerpos de seguridad del Estado se muestran insuficientes, inseguras y hasta acosadas. El primer golpe a esta conciencia de indefensión se produjo con el asalto al hospital de La Línea para el “rescate” violento de un traficante hospitalizado y puesto inmediatamente fuera del alcance de la policía. El segundo golpe se ha producido en Algeciras donde agentes de paisano han sido atacados por una turba que lo hacían por el hecho de ser guardias civiles, aunque estuvieran fuera de servicio. El tercero, la muerte trágica de un niño por una embarcación neumática en Getares.
La falta de autoridad en el Campo de Gibraltar se hace evidente. La Asociación Española de Guardias Civiles (AEGC) y el Sindicato Unificado de la Policía (SUP) han lanzado sus enésimos comunicados resaltando la ausencia de medios y de personal, la pérdida del principio de autoridad y la falta de respaldo de los distintos poderes del Estado- incluido el judicial. No se arreglan estos problemas con refuerzos momentáneos de grupos especiales de policías o guardias civiles. Se trata de aumento de plantilla – el diputado Salvador de la Encina documenta la falta de 350 efectivos. No valen las medidas de parcheo. Francisco Mena, presidente de la coordinadora Alternativas: “Los problemas no se circunscriben sólo a la ciudad de La Línea, sino que abarcan a toda la comarca”.
¿Qué más tiene que suceder para que se reaccione adecuadamente? Ya la prensa nacional habla de que se está constituyendo “un territorio comanche” –con perdón del pueblo indio- en el que se están organizando cárteles –conjuntos ilegales estructurados para delinquir- de la droga, que ya empiezan a disponer de arsenales de armas, embarcaciones, medios terrestres de transporte y núcleos extensos de familias implicadas en la defensa del “negocio” criminal. La situación de fuera de control se impone.
Las visitas del ministro del Interior, Zoido, son publicitarias pero no efectivas. Las grandes aprehensiones de droga son significativas de la enormidad que se escapa a los controles. Los ciudadanos necesitan seguridad pública garantizada, puestos de trabajo que desacrediten el trabajo ilegal y cooperación, sin restricciones políticas, con Marruecos y con Gibraltar. Es la hora de la colaboración estrecha entre administraciones, de planes de empleo y de inversiones en la comarca.
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