En román paladino

La Línea y el Estado

Que España aplique criterios europeos de cooperación y convivencia

Publicado: 21/03/2018 ·
09:11
· Actualizado: 21/03/2018 · 09:11
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Autor

Rafael Román

Rafael Román es profesor universitario, miembro del PSOE, exconsejero de Cultura y expresidente de la Diputación de Cádiz

En román paladino

El autor aborda en su espacio todos los aspectos de la actualidad política tanto de España, Andalucía y la provincia de Cádiz.

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Si  las cosas evidentes se demuestran por sí mismas ¿hay que argumentarlas? “Está pasando, lo estás viendo” repetía un canal televisivo lamentablemente desaparecido.  Es la  definición de lo que  sucede en  La Línea de la Concepción, en Cádiz.

Recientemente seis mil personas  pusieron allí el grito en el cielo,  tras los incidentes que horrorizaron a media España. Era  posible que un grupo organizado entrara en un hospital a la luz del día y rescatara de la vigilancia policial a un joven gerifalte del narcotráfico. Todo el mundo pensó en noticias de México –dicho sea con todo el cariño para los sufridos mejicanos-.  Era  España.  Se exigieron  entonces soluciones de Estado  al Estado. En  seguridad y  crimen organizado no hay excusas, los responsables políticos no pueden repetir la frase de Max Weber: “El mundo es estúpido y abyecto, pero yo no; la responsabilidad por las consecuencias no me corresponde a mí sino a los otros…”. Son precisas medidas urgentes –si son acordadas, mejor- que requieren medios poderosos y de elevado coste, no sólo palabras para imponer la autoridad del Estado y la  tranquilidad a los ciudadanos.

Entre 1.969 y 1.982 hubo verja cerrada y  frontera clausurada que separó pueblos y familias. Las escenas de  parientes y amigos hablándose a gritos, contándose su vida  a voces y ensenándose los niños recién  nacidos o las parejas con trajes de novios eran desgarradoras. De una crueldad que sólo se puede permitir una dictadura.  Se cometía un atentado diario a los derechos humanos.

En 1954 la población linense ascendía a 71.000 y  quedó en 52.000, tras el cierre.  Trabajaban en Gibraltar 12.351 españoles, que fueron  al paro o a la emigración. Hoylo hacen 13.000 comunitarios,  8.300  españoles. Estos trabajadores transfronterizos del Campo de Gibraltar –principalmente de La Línea-  precisan   que el Brexit no les   suponga en ningún caso un empeoramiento de sus condiciones de trabajo, de sus salarios,  de sus pensiones ni de sus prestaciones sociales. Para eso están los gobiernos.

Francia, con  más de 350.000 trabajadores transfronterizos,  considera muy positiva dicha cooperación. Gibraltar se está convirtiendo de nuevo en la solución histórica de La Línea, a falta de un desarrollo autóctono normalizado que no se vislumbra  aún, porque el número de desempleados es hoy de 8.500, en una provincia con 160.000 parados registrados, casi duplicando la tasa de paro nacional. Que España aplique criterios europeos de cooperación y convivencia en este rincón olvidado  para  bien de todos.

 

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