En el Callejón de San Andrés, junto a la calle Rosario, hay una finca en ruinas y allí sólo vive una familia. Dos padres, con una hija y dos nietos. Habitaban la última planta desde hace más de 35 años, hasta que decidieron trasladar sus enseres a la planta baja porque se encontraba en muy mal estado. Ahora viven entre puntales y el banco los echa a la calle el 18 de este mes. Viven con miedo. En un primer momento, la entidad bancaria les ofrecía otra vivienda en la calle Paraguay, pero resulta que en aquella casa iban a “hacer obras para adaptarla. Y ahora se han metido ocupas”. El padre fue al sitio para ver si era cierto que estaba ocupada y allí se encontró con los nuevos inquilinos.
“No tenemos dónde ir porque no tenemos cómo pagar otra vivienda y cómo pagar la deuda que tenemos. Vamos a inmobiliarias y nos dicen que tenemos que dar unas nóminas de 1.400 euros que no tenemos”. Esta madre de familia está desempleada y su marido, que trabajaba para la UTE de limpieza los fines de semana, sufrió un ictus estando en plena jornada laboral que le llevó a tener que solicitar la baja.
Posteriormente, intentó reengancharse a su puesto de trabajo pero le dicen que “no hay nada y sin embargo ves cómo van metiendo a gente nueva”.
Ana Fuentes –que es como se llama esta mujer—tiene fuerza para esto y para más, se ha convertido en una cabeza de familia que hace frente a los problemas económicos, a los problemas de salud de su marido, y al hecho de que hay que salir de esta situación como sea y con las mejores maneras posibles.
Ana ha pedido cita urgente al alcalde de Cádiz, José María González, para contarle lo que le ocurre, y ha estado en todo momento en contacto con su trabajadora social y con Procasa. Desde el Ayuntamiento indican que la finca “está en ruina. Es un tema de seguridad y hay miedo que se caiga la finca”.
Asimismo, fuentes municipales añaden que “desde la propiedad y la Oficina Municipal de Vivienda (Omdevi) se les ha ofrecido alternativas habitacionales y se está viendo una solución que contente a la familia”. Como ingresos solo entra la ayuda de la RAI que se le acaba el mes que viene.
La solución que “nos han dado es que busquemos casa y que ellos nos pagarían el 50 por ciento de la renta”. Son conscientes de que la casa está en malas condiciones, pero “¿dónde vamos? Peor estamos en la calle”. El marido se siente desesperado porque no puede hacer más de lo que hace y la impotencia le corroe.
La hija de esta familia, de vez en cuando, consigue un trabajo temporal. El último fue en una frutería. Su madre ha estado cuidando niños, limpiando por horas “15 años en una casa” son su principal aval. Espera que “alguien le escuche, que haya alguien solidario que le eche un cable, que nosotros pondremos todo de nuestra parte”.