Hace escasos días, agentes de la Policía Local actuaron contra un vendedor ambulante de pescado, Pedro, el cual perdió los nervios e insultó a los agentes aunque poco después se disculpaba. La secuencia de esta intervención fue grabada por un ciudadano y subida posteriormente a las redes sociales, lo que generó numerosas reacciones tanto a favor como en contra de la Policía Local.
Cuestionado al respecto, el alcalde, José María González, fue claro al afirmar que “increpar a la Policía Local no es tolerable, no puedo estar de acuerdo con esos insultos, máxime cuando fui testigo por internet de la actuación de los agentes de policía y ésta fue impecable”.
Eso sí, “estuve hablando con él (con Pedro), somos del mismo barrio y estuvimos debatiendo sobre la situación, sobre el momento concreto, sobre como el mismo reconoce que perdió los nervios y pidió disculpas por ello, y eso le honra y me parece reseñable, pero claro uno no puede evitar pensar que al igual que a él, te podía tocar a ti, es decir, verte obligado a poner un plato de comida en la mesa para darle de comer a tu hijo, pues si te tienes que ir a vender pescado, pues te vas a vender pescado… la cuestión es, como equipo de Gobierno, encontrar el equilibrio entre la necesidad de tus vecinos y los intereses del resto de vecinos que tienen un establecimiento, que vende pescado, y que también necesitan que miren por ellos porque pagan sus impuestos, pagan su local, es decir, cuadrarlo, hacer ese ejercicio de funambulismo es muy complicado, sobre todo cuando hablamos de sobrevivir, de algo tan básico como es sobrevivir. Y eso es entendible”.
Para el alcalde, “la cuestión radica en algo tan básico como las leyes. La policía no actúa si no es por requerimiento, la policía no actúa a su libre albedrío cuando está de ronda, actúa porque hay una denuncia de una persona que dice que hay una persona aquí y otra allí que está vendiendo pescado y no me parece porque yo tengo también mi negocio. Ahí la policía está obligada a actuar como no puede ser de otra manera”
Pero “lo que habría que mirar es por qué Pedro, en lugar de estar vendiendo pescado, no estaba en los astilleros o con un empleo que no le obligase a ir a la lonja a comprar tres cajas de pescado y buscarse la vida en la esquina de la calle La Rosa. Esta es la pregunta de fondo de verdad”, tal y como sentencia el propio regidor de la ciudad.
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