La Maleni es completa a más no poder, y aunque no conste de parte orgánica ni dogmática, su parte didáctica queda demostrada, pues consta de preámbulo y de once capítulos, en los que se habla de soberanía escolar - “La soberanía reside en todos los niños de esta escuela”; del derecho a la integridad física - “Jamás se hará daño a un niño; de la libertad de expresión - “Todos los niños tienen el derecho a hablar sobre lo que deseen, siempre que no ofendan a nadie con sus palabras”; o sobre la garantía procesal y penal, cuyo capítulo no tiene desperdicio - “Cuando haya que regañar a un niño se hará de forma proporcional a su travesura y se tendrá en cuenta todo lo que favorezca a que la regañina sea mínima”-.
También tienen cabida en esta Carta Menuda de doceañistas del siglo XXI capítulos que tratan derechos tan fundamentales para los niños como son el derecho a la alimentación, a la salud o a la inviolabilidad del domicilio.
La Maleni despide su articulado con dos lemas para grabar a fuego, que son ¡Viva la Constitución de Villa Magdalena! y ¡Viva la Maleni!
Únicamente se echa en falta en esta Constitución ejemplar algún capítulo dedicado a la Corona que a buen seguro lucen en sus minúsculas cabezas estos doceañistas de menos de un metro de altura cuando llegan a sus respectivos hogares tras salir de esta original guardería.
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