El Pleno Extraordinario (por las elecciones europeas) del mes de mayo del Ayuntamiento de Cádiz prometía espectáculo para los muy cafeteros. El orden del día andaba cortito de asuntos de gestión (por las elecciones europeas, quizá), pero incluía mociones que garantizaban motivos para “darse de hostias” (dialécticas, se entiende), en feliz expresión de Carlos Paradas.
Son ganas de provocar. Porque los acuerdos alcanzados con estas iniciativas tendenciosas, seamos serios y rigurosos, tienen recorrido cortito.
El plot twist, que se dice ahora, con el hospital calentó el debate aunque el alcalde, Bruno García, apelaba al diálogo y también Óscar Torres, que defendía una iniciativa registrada la semana pasada pero ya vieja porque hacía referencia a la negociación entre Junta y Zona Franca por los suelos y es el Ayuntamiento el que, obligado por Juanma Moreno, tendrá que hacerse con el terreno.
Torres acusó al Gobierno de cargarle “el marrón” al alcalde de solucionar el asunto, mientras que Helena Fernández lamentó que el proyecto se quedará finalmente en un “hospitalito, un centro de salud grandecito en un cachito de tierra”, introduciendo casi media docena de diminutivos en 30 segundos de alocución.
David de la Cruz remarcó finalmente que el proyecto “tiene menos papeles que un conejo (de campo)”, en referencia al plan funcional que, es un trasunto de la teoría del gato de Schrödinger, en elaboración, finalizado y en revisión, todo a la vez.
La discusión sobre la tasa turística, protagonista por tercera vez en un año, dejó igualmente intervenciones extraordinarias. Destacó, nuevamente, el portavoz de Adelante Izquierda Gaditana, quien acusó a Beatriz Gandullo de actuar “como comercial de Meliá o Barceló”. En la línea sobria que nos tiene acostumbrados José Ramón Ortega, el PSOE advirtió de que el Gobierno local prefiere un cinturón hotelero a un cinturón universitario en las inmediaciones de Valcárcel. Y, a todo esto, Gandullo, que habla a un ritmo endiablado, pero bien, sin trabarse, con un discurso bien hilado (al margen de que tenga o no razón), se mostró especialmente enfadada por la acusación de que la Junta vaya a cobrar entrada a los museos detallando todos los colectivos que disfrutarán de gratuidad. Lo hizo dos veces, sin mirar papeles, de corrido.
El hotel de Puerto América también dio de sí. Por el giro de guion (otro plot twist) de Adelante, que hace unas semanas (y en el mandato anterior, cuando Kichi era alcalde) consideraba que era adecuado y ahora Lola Cazalilla no lo ve. Dice que mejor se destine el edificio a un inmueble multiusos, sea lo que sea eso.
Antes, Cazalilla había leído la cartilla a los concejales del PSOE y PP por alimentar debates “inertes”, aunque quizá quería decir “estériles”.
Uno de ellos se produjo con la moción del PP que reclamaba al Gobierno de España medidas para la construcción de vivienda y el fomento del empleo en Cádiz. La concejala Ana Sanjuán se expresa, como Gandullo, muy bien, pero a veces es complicado seguirle. En un momento determinado, soltó que Adelante y PSOE “están en las antípodas de liderar una oposición desde un paradigma de la colaboración”.
Rayos, dijo paradigma en el mismo Pleno en el que se habían estado dando de hostias. La política municipal nunca dejará de sorprender.
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