Si planteásemos esta cuestión hace veinte años, la respuesta obtenida sería completamente diferente a la que se nos da en la actualidad. El pasado día once de marzo tuve el privilegio de pregonar la juventud cofrade de nuestra ciudad, un privilegio que me ha ido permitiendo conocer los entresijos de los diferentes grupos jóvenes con los que contamos, y es que nuestra semana mayor goza de mucha salud para el futuro y ya en el presente. Muchos tienen aún una visión tradicional o poco informada de la labor de los jóvenes en la vida de una hermandad, sin embargo, esta visión ha ido cambiando y evolucionando con el paso de los años, y que mejor ejemplo que la época cuaresmal en la que nos encontramos sumidos y que ya va vislumbrando los primeros capirotes del Viernes de Dolores. Altares de culto, reparto de túnicas, montajes de pasos…etc.
Toda esa labor es gracias, en parte claro está, a la sabia nueva con la que cuenta cada hermandad, esa savia nueva que debe asumir el papel que le toca, aportando y a la vez dejándose aconsejar por la veteranía y la experiencia. Si queremos que las hermandades y cofradías sigan ejerciendo la labor que hacen hoy en día, que no es simplemente sacar pasos a la calle, debemos asumir el sitio que nos corresponde, dar un paso al frente cuando sea necesario, tan necesario como el consejo y el apoyo del veterano, ya sea en una mayordomía o en una cuadrilla de cargadores.
Por cosas de la edad, la juventud peca muchas veces de soberbia al creer que sabemos de todo y que todo nos sale bien, sin embargo, debemos de saber escuchar y dejarnos aconsejar, por otro lado, los veteranos deben asumir que en ciertas ocasiones deben de dar un paso al lado e ir comenzando a dejar el hueco para que los vienen por detrás comiencen a desenvolverse en ciertas labores, ni nosotros tenemos que pecar de soberbia ni ellos creer que van a durar en el cargo para la eternidad. Qué bonito fue levantar la cabeza del atril en el Vía Crucis de la juventud el día cuatro de marzo y en el pregón a la semana siguiente y comprobar que cada año se suman más y más grupos jóvenes, y no solo a esos actos, sino a todo lo que organiza el Consejo Local y a las respectivas labores de las hermandades. Estoy seguro de que, si el binomio juventud y veteranía van de la mano, nuestra Semana Santa tiene asegurada una duración tan larga como bonita para esta ciudad, por mucho que algunos/as se empeñen en desprestigiarla.
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